Se cumplen 10 años desde que Macarena Regueira a golpe de tacón fue marcando su camino en el mundo de la comunicación y los eventos en Málaga. En estos años muchas veces ha tenido que caminar de puntillas para alcanzar sus objetivos y no tirar la toalla. Pero ella ha persistido, mirando de frente, sin entretenerse en vacilar.
‘Makyre. Eventos con dos tacones’ es actualmente una de las empresas más reconocidas de Málaga. Recientemente, y como muestra de ello, recibía uno de los prestigiosos premios del Club de Marketing a la ‘Mejor experiencia de marca’.
10 años dan para mucho y como todos sabemos cada año de la crisis supuso el trabajo de tres juntos. De la mano de Macarena en ese tiempo su madre y su hermana, su punto de apoyo para dar cada paso con fuerzas. No han faltado lágrimas, pero su carácter y su afán de superación le han servido de motor e impulso para seguir siempre con una sonrisa. Junto a ellas su Virgen del Rocío. Macarena es rociera, pero no de boquilla o por el folklore, es fiel creyente y portadora de sus valores.
Sus tacones son su seña simbólica, una representación fantástica de ese ascender femenino en el mundo profesional no exento de dificultad al caminar, del ascenso a nuevos horizontes, y de la carga que supone andar sobre ellos todo el día.
Macarena ha abierto camino en esta década en un época en la que Málaga ha experimentado una gran transformación.
Y por si fuese poco, por si con su trabajo no tuviese bastante, Macarena Regueira acaba de ser reelegida como Presidenta de AMUPEMA, la asociación de mujeres empresarias más importante de la capital. A sus tacones suma así 200 pares más.
Nos recibe en su oficina de calle Granada. La luz natural entra a raudales por los amplios ventanales. Allí, donde ha vuelto hace poco tiempo, fue donde dio sus primeros pasos. En esta ocasión ya no tiene una mesita donde poner su ordenador, si no que cuenta con un equipo de profesionales propio y hasta una sala de reunión. Está feliz, contenta, esa oficina representa lo que ha conseguido en este tiempo. De sus paredes cuelgan noticias de periódicos representativos de su carrera, cartas de felicitaciones de empresarios, instituciones y personalidades con los que ha organizado eventos. Tinta sobre papel de momentos que ya conforman la historia reciente de Málaga y por supuesto, de ‘Makyre. Eventos con dos tacones’.
Cuando miras para atrás, con la perspectiva que da el tiempo, ¿cómo recuerdas aquellos primeros años?
Es como «¿Todo esto lo he hecho yo?». Porque al principio te metes en una vorágine que no sabes tampoco por dónde te va salir. Pero ahora siento esa ilusión, esa satisfacción de haber conseguido lo que me propuse.
¿Cómo fueron esos primeros pasos?
Hace diez años me surgió la posibilidad de irme a Madrid a trabajar, porque en Málaga en esa época casi ni se hablaba de la organización de eventos como algo profesional. Pero me lié la manta a la cabeza sin pensarlo dos veces y decidí apostar por Málaga. Y aunque hemos pasado por momentos difíciles los hemos conseguido superar. Gracias a Dios seguimos en el mercado y con clientes importantes y eso hace que me sienta orgullosa. He conseguido tener un equipo y una oficina. Además eso es curioso. En esta misma oficina es donde empecé hace 10 años. Aquí tenían unos amigos su estudio de diseño y fue cuando decidí salirme de la COPE y dedicarme a los eventos. Me cedieron un pequeño espacio con una mesita. Aquí fue donde ellos diseñaron mi logo, donde empecé a hacer mis primeras reuniones. Y fíjate que a los diez años he vuelto aquí.
¿Cómo decides empezar este camino como tú dices, en un momento en el que en Málaga los eventos no estaban profesionalizados?
Durante la carrera había estado trabajando bordando en oro para pagarme los estudios. No me ha gustado nunca pedir dinero a mis padres. Y nada más terminar la carrera empecé a trabajar en Mijas como ejecutiva de cuentas en una asesoría de marketing. Al principio es cierto que sólo hacía cosas específicas de mi puesto pero enseguida empecé a llevar parte de la prensa, el protocolo y a idear eventos. Y vi que era lo que realmente me gustaba. Así que empecé a hacer todos los cursos de protocolo de los que me enteraba ya fuese en Madrid o en Sevilla, hasta que me hice experta . En la zona de la costa, sobre todo en Marbella, sí se conocía el trabajo de las relaciones públicas pero en Málaga poco. Hicimos un encuentro nacional de publicidad en Málaga y conocí a mucha gente de Madrid. Me surgió irme a trabajar allí en ese momento pero me ofrecieron también un puesto aquí en la COPE y me quedé.
Estuve trabajando en el Departamento de Publicidad pero si había un evento la que lo organizaba era yo. Como en aquella época ya era autónoma me pidieron que organizase el protocolo en un evento para MCapital y de ese me salió otro. Así que tuve que elegir. Me lié la manta a la cabeza y decidí crear mi empresa.
¿Te dio vértigo ese momento?
La verdad es que tardé en dar el paso. Mi familia tenía un restaurante y había visto lo que era tener un negocio propio. No me veía capaz. Pero cuando ya ves que la gente te está llamando y que no puedes seguir con todo para adelante te tienes que decidir. Y di el paso. Quizá el error que cometí es que no me asesoré, lo hice todo sola, y lo que conseguí en tres años lo podía haber conseguido en uno. Empecé a trabajar desde casa con un portátil y un móvil.
¿Por qué ‘con dos tacones’?
Pues mira, fue porque cuando dije que me iba a dedicar al tema de eventos, aquí en Málaga y con 28 años, hubo quién me dijo que a dónde iba yo. Y como siempre he sido de llevar tacones me dije que si era capaz de ir cada día sobre mis tacones por qué no iba a ser capaz de montar una empresa. Lo dije un poco de broma, pero le hizo gracias a los diseñadores y decidieron hacer una James Bond, una ejecutiva, con su tacón como arma y como símbolo de pisar fuerte en un mundo desconocido aún en Málaga. Y lo que pasó es que con el tiempo el eslogan se ha comido al nombre de Makyre.
¿En qué momento dejas de buscar a los clientes y los clientes vienen a buscarte a ti, Macarena?
La verdad es que gracias a Dios, siempre he tenido muy buenos contactos en Málaga. Al principio hice un poco la labor típica para dar a conocer la empresa, pero en el momento en el que tenía un cliente ese me traía a otro. El trabajo puerta a puerta no lo he hecho. Sí he ido a muchos actos, estaba en todas partes, pero es que hay que estar estés cansada o aunque no te apetezca. Ahora a los diez años estoy recogiendo frutos de gente que he conocido en esos actos hace muchos años y que ahora que tienen la oportunidad cuentan conmigo. Entonces, todo tiene un proceso. Pero no me puedo quejar, porque desde el principio ellos han venido a buscarme a mí.
Fuiste de las primeras en la capital pero durante estos años ha surgido competencia.
Normalmente cuando se ve que algo funciona, siempre surgen más empresas. Pero creo que todas nos hemos especializado en algo. Cada una tiene su mercado. Además la competencia es buena porque te anima a no dormirte, a innovar, a estar en continuo aprendizaje. Y por otra parte hay buen feeling entre las que estamos.
Yo lo que he hecho en este tiempo es no mirar a nadie, mirar a lo mío, tirar para adelante, que creo que es el mejor consejo que hay, no estar pendiente de nadie. Mientras la competencia sea sana lo mejor es llevarte bien y hacer bien tu trabajo.
¿Recuerdas a tu primer cliente nacional?
Como la mayoría, cuando empecé no tenía mucho dinero así que me hice yo la web. Era súper cutre, con pantallazos, no tenía ni el típico menú. Y me contactó un cliente italiano que montaba una fábrica en Antequera y querían a alguien que le hiciese la inauguración. Yo no tenía ni oficina. Así que cuando vinieron los invité a comer al restaurante de mi familia y quedé fenomenal. Pero en aquel momento ya vi que era necesario tener una oficina.
Ahora que hablas del restaurante. En estos años has vivido un momento muy complicado con la separación de tus padres. Es un momento en el que te conviertes en la persona fuerte de la familia, en «la matriarca”.
La verdad es que somos una piña las tres, mi hermana, mi madre y yo, y aquello nos unió más. Yo siempre digo que mis dos tacones son ellas. Fueron unas circunstancias muy desagradables que se quedan ahí, a las que tampoco quiero darle más vueltas. Mi tío, el hermano de mi madre, también se unió más a nosotras. Son momentos en los que la vida te enseña que hay que seguir, que no te puedes venir abajo. De todo se aprende y de todo se sale. Y ahora, gracias a Dios, pues estamos las tres estupendas, cada una con su trabajo, con su casa y con su vida. Mi madre es un gran ejemplo para mí, nunca se ha rendido pese a pasar por momentos muy duros. No me preguntes más por mi madre que me pongo a llorar…
Se emociona. Siente profunda admiración por ella.
Macarena, ¿te ha hecho descreer en el amor vivir esas circunstancias en tu casa?
No, no tiene por qué. Cada circunstancia y cada vida es distinta. No creo que tenga nada que ver.
¿Cómo se te ocurre presidir AMUPEMA con todo el tiempo que dedicabas a tu empresa?
Bueno, eso fue culpa de Pili. (Se ríe al recordar como la Secretaria de AMUPEMA le hizo la «encerrona”) Colaboraba mucho con AMUPEMA desde que me hice socia. Se acercaban las elecciones en la asociación y habíamos quedado para comer. Me llamaron por teléfono y me salí del restaurante para hablar. Cuando volví a la mesa me dijeron que habían decidido que me iban a proponer como presidenta. Vi que había gente que confiaba en mí y mi trabajo y ya tenía a Eva apoyándome en la empresa, así que me dije que era una oportunidad de trabajar por una labor bonita, por las empresarias de Málaga. Pero es verdad que es como llevar dos empresas a la vez, aunque en AMUPEMA se trabaja voluntariamente y con un equipo que te respalda. Los primeros cuatro años me tuve que amoldar al cargo porque hay veces que tienes la misma agenda que un político y además no puedes descuidar tu empresa que es la que te da de comer. Aprendes a delegar y te organizas mejor el trabajo. Pero es una labor bonita, me está dando muchas satisfacciones y la posibilidad de conocer a empresarias maravillosas, además que se aprende mucho de todas.
Muchas veces se acusa a las personas que llegan a la presidencia de asociaciones empresariales de que lo hacen para su beneficio. ¿Es tu caso?
Innegablemente te da visibilidad. Si antes estaba en todas partes ahora más. Pero creo que en mi caso es al revés. Por mi trabajo conozco a mucha gente y tengo muy buena relación con las instituciones, así que de eso se está beneficiando AMUPEMA. Hay gente que a lo mejor es más desconocida y a través de un cargo en una institución consigue llegar a ciertos ámbitos, yo venía ya con ese trabajo hecho. Entonces, lo he aprovechado para el bien de la asociación.
¿Qué te gusta más trabajar con las empresas privadas o trabajar con las empresas públicas, con las instituciones públicas?
Pues a mí realmente es que me gusta todo. Como me gusta desde un cliente pequeñito, al cliente grande, tanto público que privado. Mientras respeten mi trabajo y valoren lo que hago, me da igual. Tengo clientes de instituciones públicas con los que trabajo perfectamente y además llevamos trabajando prácticamente, pues si no son los diez años son ocho, y después clientes privados con los que también trabajo muy a gusto.
¿Qué evento de los que has hecho en este tiempo recuerdas como un horror? Porque es un trabajo en el que cuentan muchas variables y no siempre las puedes controlar todas.
Siempre cuento lo mismo. Trabajé voluntariamente al principio colaborando con el concierto de Montserrat Caballé conmemorativo del aniversario de «La Archicofradía de la Sangre”. Era en el Cervantes, había muchas instituciones y personalidades. Pues pasó de todo; el vuelo llegó tarde, se perdió una maleta, se quedaron encerradas en el ascensor…Pero, bueno, de todo se aprende. Es verdad que en todos los eventos surgen imprevistos, porque por más que lo lleves todo preparado siempre surgen cosas. Pero la profesionalidad está en solventarlo, en que no se note en el resultado.
Me da la sensación que queda mucho por hacer para «educar” a la gente en los eventos, como que confirmen o que sean puntuales.
Antes el mayor problema era la puntualidad, porque ponías en una invitación a las ocho, y empezaban a llegar a partir de las ocho, con lo cual los que habían llegado antes a veces tenían que esperar una hora hasta que comenzaba el acto. Es verdad que por ejemplo ahora, la tendencia es ser más puntual. Incluso ahora se indica en las invitaciones la hora de llegada de invitados y la hora de comienzo. Eso es lo que más cuesta. Después, evidente, las confirmaciones, que hay que estar detrás porque si hay un catering, si hay que planificar las mesas, no es lo mismo que vayan 200 personas que 230. Otra cosa que suele ocurrir son los cambios inmediatos en el protocolo, pasa con las autoridades. A lo mejor alguna ha dicho que no viene y finalmente aparece. Entonces ahí tienes que reaccionar rápido y cambiar todo el protocolo y además sin que se note. Pero lo más importante, la cuenta pendiente siguen siendo la puntualidad y la confirmación.
Supongo que te ha beneficiado también el cambio que ha experimentado Málaga. Eventos que organizas ahora hace 10 años eran impensables en una ciudad como la de entonces.
Málaga ha cambiado mucho. Ha cambiado muchísimo. Antes como agencia de eventos a la gente le costaba pagarte por organizar algo. Había quien no cobraba directamente e iba a comisión de los proveedores, pero tú como profesional tienes que darte a valer. Las empresas de fuera que se han asentado en Málaga sí estaban acostumbradas a trabajar con empresas de eventos, valoraban tu trabajo, y han hecho ver a los demás que un evento no sale igual cuando lo contratas a profesionales que cuando no. Es cierto que dependiendo del cliente, del acto y del presupuesto te puedes permitir ser más o menos creativa. En estos años hemos avanzado, pero queda mucho todavía.
¿Cómo ves los próximos diez años? ¿Hacia dónde van tus pasos? Macarena que una llega a una edad que tiene que ir bajando la altura de los tacones (bromeo)
Además este año, tuve un accidente con el coche y lo he pasado fatal porque me quitaron un tiempo los tacones, parecía que no era yo. Es como si me hubieran quitado mi personalidad. Y, de hecho, ahora voy compaginando, cuando tengo trabajo de montaje o de moverme mucho me pongo zapatos más bajitos. Parece una tontería pero ya que me puedo poner mis tacones parece que me da fuerzas.
Ya en serio, me gustaría aumentar personal. Porque es verdad que, gracias a Dios, está saliendo mucho trabajo y mi intención es poder crear empleo. Me gustaría también ampliar los clientes nacionales. Actualmente tengo dos y me gustaría tener más. Quiero crecer de manera controlada, que pueda ampliar equipos pero yo no perder el control de mi empresa. Me gusta disfrutar de los eventos, de la organización, del montaje, de la producción, de estar sobre el terreno. No sirvo para estar nada más detrás de un ordenador.
Y no, no sirve para estar únicamente detrás de un ordenador. No para quieta. Así, a golpe de taconazo, de evento en evento va recorriendo el camino disfrutando de cada paso.
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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.