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Charo Moreno

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Charo Moreno

Charo Moreno acaba de publicar ‘[in]visibles’ junto a Julia Crespo y Ángela Paloma Martín. En sus páginas se recogen las historias de mujeres que compartieron sus vivencias y experiencias en ‘Ideas en Femenino’. Aquellos testimonios de superación personal y motivación que se escuchaban en la biblioteca del hotel Vincci Posada del Patio en Málaga traspasan sus paredes para llegar en papel a toda persona que quiera leer el libro y nutrirse de él. 

[in]visibles, nos presenta a 35 mujeres asociando cada una de ellas a una cualidad. Así Belén es el compromiso, Alejandra la fuerza, Mariola el tesón o Marta la generosidad. Diferentes historias y circunstancias, pero todas con algo en común, todas han sido capaces de avanzar a pesar de las barreras e incluso de algunas caídas. 

La protagonista de esta entrevista, Charo, podía haber sido una de esas heroínas. Seguro que sí. Sin embargo, le tocó abanderar ‘Ideas en Femenino’ y poner en valor a otras mujeres en un momento en el que ella también luchaba por abrirse camino. 

 

No hemos coincido con nuestros proyectos en activo. Cuando yo cerré la revista en papel ella comenzó con ‘Ideas en Femenino’, y cuando yo volví, ella ya se había ido. Pero a las dos nos une esa inquietud de dar visibilidad a la mujer, de mostrar lo que somos capaces de hacer; no desde el victimismo ni desde las barricadas incendiarias por la Igualdad, sino mostrando modelos de mujer que nos sirvan de inspiración a todas para avanzar. 

En la presentación del libro en Málaga, Charo decía que trabajar en las entrevistas había sido un regalo que le había servido para su crecimiento personal. A mí me pasa exactamente lo mismo, y sé que también para muchas de las personas que las leéis se convierten en un punto sobre el que apoyaros en determinados momentos. Si ella pudo también yo puedo. Si ella salió, también saldré yo. Si ella dio el paso, yo también puedo darlo. Si ella lo intentó, fracasó y aprendió, no me quedaré con las ganas de haberlo intentado.

En un sociedad de postureo, de cartón piedra, que parece que lo que se valora por encima de todo es lo que muestras de ti y de tu intimidad en las redes, mostrar mujeres de carne y hueso, con sus grandezas y su vulnerabilidad, que comparten desde el corazón, es poner pie en pared frente a eso y mostrar modelos a los que seguir o en los que inspirarse de verdad. 

Charo podía haber sido una de esas heroínas que aparecen en su libro. Repito. De hecho sus compañeras de aventura editorial lo son, Julia y Ángela Paloma. Charo se esforzó durante años por un proyecto que no salió como ella esperaba. Se encontró a sí misma en los ojos del amor. A Charo la paró la vida cuando ella no quería pararse y vivía en la ansiedad del hacer y seguir haciendo. Y Charo ha sido capaz de plasmar en papel el resultado de un proyecto en el que está implícito el alma de muchas mujeres. 

Actualmente vive en Holanda, donde llegó dándole la mano a su marido. Y Alberto llegó cuando menos lo esperaba. Fue quien la enseñó a amarse y valorarse a sí misma. Le mostró a esa gran mujer que había en ella y que ella misma no era capaz de ver. Todos hemos oído, incluso hemos dicho, que “si tú no te quieres, nadie te va a querer”. Y es cierto que creer en uno mismo es muy importante, pero también es cierto que a veces nos metemos en unas espirales en las que necesitamos esa voz, esa mirada, ese abrazo o esa caricia que nos diga: “ Yo creo en ti”. Esas simples palabras a veces son capaces de encender una mecha adormilada o escondida. Esas simples palabras pueden ser el comienzo de una vida más plena. 

 

No conozco personalmente a la madre de Charo, pero por como habla de ella y por lo que cuenta, tiene que ser una mujer valiente. Tras enviudar muy joven, cogió a sus tres niños, la mayor Charo con 8 años, hizo las maletas, dejó su Zaragoza natal y sin tener a nadie aquí continúo su vida en Estepona. Desde pequeña Charo pasó los veranos en Inglaterra aprendiendo inglés, estudió fuera y trabajó durante 10 años en Londres. Quizás por eso no se siente ni de aquí ni de allá, se siente de donde está su familia, de donde estén su madre y sus hermanos. Con ellos tiene una excelente relación, y por ellos no se le han caído los anillos al llegar de una reunión de su empresa, cambiarse de zapatos, colocarse un delantal y ponerse a servir mesas. 

En ese mismo escenario donde servía cafés sujetando fuerte la bandeja a dos manos, en el Club de Padel Los Naranjos en Marbella, quedamos a tomar algo en un mediodía de diciembre que casi parece de verano. Antes de volverse a Holanda, donde reside actualmente, me regala parte de su tiempo. 

Siento una gran responsabilidad con este entrevista. Es quizás la que falta en [in]visibles o la que nunca tendrá que estar. Es Charo Moreno, podría ser la honestidad, aunque su amiga Isabel me dice que es el talento y la sensibilidad.

 

¿Cómo llevasteis el veniros a vivir a Málaga? Porque tu madre se vino sola con tres niños…

Ella aquí se siente súper feliz y mis hermanos también. Yo he sido la que más he viajado y he vivido fuera. Estuve diez años en Inglaterra, y ahora llevo dos años viviendo en Holanda. Si me preguntan de dónde soy digo que he nacido en Zaragoza, pero no sé responder de dónde me siento. Eso tiene sus ventajas y tiene sus desventajas…

¿Sientes que no tienes raíces?

Mis raíces son mi familia, donde estén mi madre y mis hermanos es donde están mis raíces. Ahora están aquí, pero si mañana se van a otro sitio iré donde estén ellos.

A veces sí me gustaría sentir lo que sienten esas personas que son muy de su tierra, pero es que no lo he vivido. Con 18 años me fui a estudiar Publicidad y Relaciones Públicas. Empecé la carrera en Málaga y la terminé en Madrid. Después estuve trabajando 10 años en Londres, volví a Marbella y durante 5 años estuve aquí. Ahora ya hace 2 años que estoy en Holanda. Al final no formas parte del día a día de la gente de aquí, te acoplas pero no perteneces. Además desde que tenía 12 años en verano me iba a Londres a estudiar inglés.

El único verano que me quedé fue el de COU. Era también una forma de despedirme antes de empezar la Universidad. De mis compañeras de instituto fui la única que hice una carrera.

¿Nadie más siguió estudiando?

EGB la hice en un colegio privado, pero después continué en el instituto de San Pedro. Esa fue una decisión que tomó mi madre, porque cuando estás estudiando en un colegio privado es un ambiente muy exclusivo, muy selecto y ella quería que saliésemos de esa burbuja y aprendiésemos a estar con otro tipo de personas, que nos moviésemos en otra realidad.

De esos contrastes aprendes. Pasas de estar rodeada de niños de familias acomodadas a niños que pertenecen muchos de ellos a entornos menos favorables. Son las circunstancias en las que uno nace. Yo me encontraba mejor en ese entorno más humilde que en uno tan elitista en el que todo el mundo era “hijo de”… En ese sentido he ido mucho a mi aire. Por encima de qué familia venían, me importaba cómo eran ellos.

 

¿Por qué te fuiste a Madrid a terminar la carrera?

Yo quería trabajar en dirección de arte, en publicidad. En Málaga la carrera era muy teórica. A mí lo que me gustaba era el tema del arte, el diseño gráfico, la fotografía, dibujaba… Le planteé a mi madre hacer el segundo ciclo en Madrid y le pareció bien. Me fui a la Universidad de Nebrija. Pasé de 300 en clases a 20. Hacíamos muchos trabajos y muchos proyectos, era más práctico. Y luego la ciudad da mucho sí, hay muchas exposiciones, mucha vida cultural.

Terminas la carrera y en seguida te vas a Londres… ¿Te fuiste con un trabajo?

No, me fui a mejorar mi inglés. Se suponía que tenía buen nivel porque había estado yendo durante 6 veranos, pero quería hacer algún máster en Dirección Artística de Publicidad. Llegué en enero y todos los cursos empezaban en septiembre, así que me puse a estudiar inglés para preparar las pruebas de acceso de nivel para entrar en las universidades.

En esos meses me apunté a cursos de pintura en San Martins, de fotografía, estamos hablando del año 2001. Cuando fui a inscribirme en un curso de Dirección Artística para Media, que es como la llaman allí, que es un poco Periodismo, Publicidad y Audiovisual, me encontré con Relaciones Públicas, que no es ser azafata de un evento dando flyers.

Era algo que me permitía escribir, seguir con la fotografía, organizar eventos y todo lo que me gustaba. Así que comencé el Máster de Relaciones Públicas. Fue durísimo, porque era mi primer máster, en un idioma que no era el mío y una manera de aprender que no tiene nada que ver con la nuestra. Te pedían tu opinión, era mucho más participativo, y a mí en cuatro años de carrera nadie me había pedido mi opinión sobre nada.

¿Compartías piso en esa etapa?

En 10 años en Londres me cambié nueve veces de piso.

Vamos muchos españoles a Londres pero normalmente la gente sólo se queda unos meses allí, o como mucho un par de años, así que te tienes que ir reubicando con otros compañeros. Al final es como una vida de estudiante continua. Con los precios de Londres tampoco te puedes permitir vivir sola.

¿Siempre vivías con españoles?

Los últimos cuatro años no. Éramos una polaca, una francesa y otra española que todas teníamos en común que queríamos hacer una vida profesional en Inglaterra, en Londres. Tengo recuerdos muy bonitos de aquella etapa. 

Fue duro al principio, pero una vez que pones el pie en el mundo laboral ya estás dentro. Aunque tienes que superarte siempre. Por ejemplo, dudaban de que pudiese escribir una nota de prensa correctamente siendo española, y yo sólo pedía que me dejasen intentarlo. Así empiezas rompiendo un montón de prejuicios frente al inmigrante, estudiando constantemente, trabajando mucho…

 

¿Dónde empezaste a trabajar?

Pues antes de empezar a trabajar en oficinas estuve en Massimo Dutti doblando ropa en la planta de mujeres. Después hice la prueba de acceso a la Universidad. Luego compaginé eso durante un año con un agencia de Relaciones Públicas que trabajaba mucho con instituciones de Londres, con la parte pública y con temas de responsabilidad social corporativa. Ahí descubres otra faceta de tu profesión que puedes hacer.

Después empezaron a salirme otros trabajos. Lo que al principio era un obstáculo, que es que era española y mi inglés no era nativo, se transformó en una ventaja porque empezó el boom de Latinoamérica, se buscaba gente que fuese bilingüe. Entonces empecé a meterme en organización de eventos con clientes latinoaméricanos o españoles. Trabajé para el Instituto de las Relaciones Públicas, que fue como mi gran máster porque es donde aprendí lo que son las relaciones públicas de verdad.

Tuve la suerte de contar con la directora del departamento de relaciones públicas como mentora. Me enseñó muchísimo sobre cómo tratar a todo perfil de personas, a organizar bien las cosas, a escribir en condiciones, a hacer planes personalizados dependiendo del evento que hicieras, a trabajar con los medios, a levantar el teléfono y llamar al The Guardian para que te cubriesen la noticia, aunque tuviese acento español… Al principio me ponía muy nerviosa, pero cuando llamas cinco veces la gente por encima del acento valora el esfuerzo que pones y te ayudan.

 

¿Conseguiste integrarte con los ingleses? 

Son muy cerrados, pero mi entorno de trabajo era de gente con mezcla. A lo mejor de madre inglesa pero de padre alemán. Sí hubo una época en la que trabajaba con inglesas puras. Te ven como extrajera y como que estás de paso. Cuando tú tienes ahí tu vida y tus amigas, y tu idea es quedarte. Yo pensé que nunca me iba a ir de Londres, la verdad.

¿Qué motivó que te volvieses?

La crisis golpeó con fuerza en 2008 a Londres y eso afectó a todas las agencias de relaciones públicas. En la agencia en la que estaba éramos 6 y de la primera que prescindieron fue de mí, que era la única extranjera. Se justificó porque al ser la única que no era de allí me podía volver a España. Pero en aquel momento con mi nivel de español e inglés podía ser competitiva, así que empecé a trabajar como freelance.

Los últimos tres años trabajaba compaginando hasta tres trabajos a la semana en diferentes agencias.

¿Te gustó esa experiencia?

Me gustó más incluso que trabajar sólo para una empresa. Hace más ameno tu día a día porque me iban contratando por proyectos, los objetivos eran a corto plazo y era también un poco fácil calcular si llegabas a fin de mes o no.

Y un día me levanté y fui consciente de que estaba trabajando para tres empresas, que en 9 años allí había aprendido muchísimo, que llevaba muchísimos años lejos de mi madre y mis hermanos y que podía montar algo en Marbella.

Mis amigos no me creían. Pero decidí irme a la India dos meses y al volver me despedí de todos y me volví a España. Me vi con fuerzas para montar mi negocio sola.

 

Y aterrizas en Marbella en plena crisis…

En plena crisis, año 2011, y ofreciendo un servicio que aquí no existía, estaba emergiendo el tema de las redes sociales y la consultoría 2.0.

Fue trabajoso, porque primero no tenía una marca personal reconocida porque llevaba trece años fuera. No conocía a nadie. He ido a muchos eventos, formaciones y networkings para darme a conocer, yo como Charo. Y luego ves que no vas generando ingresos, la gente no tenía la necesidad de redes sociales, no las entendían, no tenían el tiempo de pararse y planteárselo. Aún no aparecían los hashtags en la tele.

Entonces nos planteamos desde Studio Ideas dar formación gratuita a los empresarios de Marbella para que viesen lo que les podíamos ofrecer y empezar a educar a nuestro cliente y a que fuesen conscientes de lo que venía. En Londres estaba ya muy implantado, llevaba 5 años haciendo campañas de Facebook y de bloggers a nivel mundial.

Las marcas hacían inversiones importantes en internet y redes sociales. Aquí somos más cortoplazistas, queremos el beneficio inmediato y aún es así, aunque han pasado años. 

Fue duro porque veías que trabajabas mucho y no había manera de llegar al final de mes, pero en ese camino vas encontrándote con gente que está luchando igual que tú, con gente con la que puedes hacer cosas y que te retroalimentas, incluso que os dais apoyo moral; compartir las dificultades también refuerza las relaciones y te da un poco de consuelo porque te das cuenta de que no es que lo estés haciendo mal, es que la situación tampoco acompaña.

Hablas en plural cuando hablas de Studio Ideas, ¿quién estaba contigo en la empresa?

Bueno, empecé yo y luego se sumaron varias personas, pero también desaparecieron por el camino. Esa es otra de las cosas que te enseña el emprender. Tienes que luchar por tus sueños, no por el sueño de los demás y las personas que se fueron es porque no era su sueño y se tenían que ir. Entonces me quedé con Julia, que ha sido fiel a Studio Ideas desde el inicio. Julia ha trabajado conmigo siempre en proyectos, porque también ella tiene su sueño personal y podía compaginarlo conmigo en ciertos campos y ese era un poco el acuerdo entre las dos. Y de ahí nació ‘Ideas en Femenino’.

¿Cómo nace ‘Ideas en Femenino’?

Ideas en Femenino’ nace cuando todavía éramos cuatro en Studio Ideas. Con el apoyo de una persona de Málaga, decidimos hacer algo allí por salir de Marbella, porque ya llevábamos año y medio en Marbella, conocíamos a todo el mundo y nos apetecía conocer a otro perfil de mujer. Málaga comenzaba a destacar y había empresas nuevas con mujeres al frente con historias muy interesantes. 

Arrancamos en marzo de 2013. Fueron dos ediciones las que hicimos todo el equipo junto, luego me quedé con Julia y el apoyo de la persona de Málaga duró hasta final de año. A partir de ahí continué sola y al año siguiente abrí junto a mis hermanos el Club de Pádel Los Naranjos .

¿Cómo contactabas con las mujeres que participaban en los encuentros contando su historia?

Pues por recomendación de alguien que las conocía o porque coincidía con ellas en alguno de esos eventos a los que yo iba y despertaban mi interés. Contactábamos con ellas por mail o por teléfono más tarde y la respuesta solía ser: «¿Y yo qué voy a contar?». Hay mujeres que nos dijeron que no porque consideraban que no era su momento. Pero la mayoría cuando hablabas con ellas se daba cuenta de que sí tenían mucho que aportar, que tenían una historia de superación y de inspiración que podían compartir.

Con ‘Ideas en Femenino’ ganamos en relaciones.

También pusisteis en marcha “Café con Ideas”…

Sí, era otro tipo de evento en el que traíamos a alguien de fuera para darnos su visión sobre un tema. Lo hicimos en colaboración con el Club de Marketing. Hicimos tres.

 

Volvamos a ‘Ideas en Femenino’. ¿Por qué esa necesidad de reivindicar a la mujer?

Surgió por hacer un evento dirigido a mujeres. Yo creo que era necesario. Porque nos falta creérnoslo, y nos falta decirlo un poquito más alto, incluso admirarnos nosotras primero y luego que los que nos rodean nos lo digan. Muchas veces tienes una amiga de la que te sientes orgullosa, pero sin embargo no se lo dices. En este caso eran las amigas las que nos proponían a una “heroína”. Y eso es maravilloso. ¿Cuántas veces le dices tú a tus amigas que estás orgullosa de ellas? ¿O a tu compañera de trabajo? ¿O a tu madre? Sirvió como un pequeño altavoz para subirnos la autoestima y tomar impulso. Siempre digo que a ‘Ideas en Femenino’ entrábamos todas con nuestro cargo profesional y salíamos todas como Ana, como Charo o como Stefania, se nos olvidaba lo que hacíamos y nos acordábamos de quienes éramos y a eso es lo que me gusta de ‘Ideas en Femenino’.

Coincide casi en el tiempo que te quedas sola con ‘Ideas en Femenino’ y abrís el Club de Pádel Los Naranjos… Aquello fue una aventura también….

Mi hermano Santi, que es el pequeño, ha vivido del padel yo creo que desde que pudo levantar una raqueta del suelo. Volví de Inglaterra y él empezó con su academia, donde entrenaba a chicos y chicas para competir. Alquilaba pistas en diferentes clubes hasta que alguien le dijo que en su club no podía dar las clases porque le hacía competencia. Nos lo planteó a los hermanos y fue dicho y hecho.

Somos los tres muy independientes pero tenemos una relación muy bonita, así que empezamos a buscar unas pistas de padel. Yo nunca pensé que iba a tener un club de padel con restaurante, sala fitness, piscina y espacio para hacer eventos. 

Hicimos números, encontramos el sitio y nos liamos la manta a la cabeza. Hace poco vi un vídeo del día 1 de enero de 2013 en el que se nos ve a los tres tirando paredes porque el dinero que teníamos para la reforma era limitado. Así que nos tocó hacer de todo. Eso fue al año de comenzar con ‘Ideas en Femenino’.

Fue duro porque de pronto comienzas un negocio en el que tienes que pagar a 15 empleados; es una responsabilidad a final de mes tener que pagar tanta nómina. Yo he llegado de una reunión y me he puesto a servir mesas, que es algo que nunca había hecho. Llevaba la bandeja con dos manos. Y a lo mejor mi idea inicial era llevar la comunicación y los eventos, pero tienes que estar a la altura del negocio y si surge la necesidad tienes que liderar con el ejemplo.

¿Tu madre os apoyó?

Mi madre siempre. Pero con todo. Y ha sufrido como madre cuando ha visto por ejemplo que los negocios no iban para adelante ni para atrás. Pero ella siempre ha estado ahí animando y apoyando. La ayuda no tiene que ser ni económica, a veces es saber que alguien cree en ti, es la única ayuda que necesitas. Lo ha hecho con los tres hermanos y con mi marido también.

¿Cuándo conoces a tu marido?

A Alberto lo conocí porque dio una charla en CIT Marbella cuando llegó destinado como Capitán de la Guardia Civil. En Studio Ideas llevábamos las redes sociales del CIT y me mandaron la información para que lo anunciásemos.

Ese fin de semana tomando un café con un amigo me habló de él porque lo conocía. Eran amigos de la infancia. Al rato llegó Alberto. Apareció en mi vida en un momento malo, porque estaba súper estresada, llevaba tres proyectos para delante; Studio Ideas, ‘Ideas en Femenino’ y acabábamos de coger el Club.

Había perdido la ilusión por encontrar a alguien. Estaba muy centrada en el trabajo y en mis amigas. Y de repente llega una persona que te rompe los esquemas o los prejuicios que tenía sobre los hombres.

¿Qué año era?

Pues exactamente no lo sé. Seguro que él sí se acuerda. Me da la sensación de que Alberto ha estado conmigo siempre. Llegó y se amoldó perfectamente a mí y a mi vida.

Surgió muy despacio pero es una persona muy constante. Si le gusta algo no para hasta que lo consigue. Y eso hizo conmigo, siempre dice que le costó mucho quedar la primera vez. Y te aseguro que no era para hacerme la dura, era porque estaba ocupada.

Es curioso porque llega alguien a tu vida y ve en ti un potencial que tú no eres capaz de verte. Alberto siempre me ha dicho que soy capaz de mucho, y eso hasta me enfadaba. Un día le dije: “Déjalo, no me lo digas más, porque no he demostrado todavía que soy tan buena como tú te crees». Pero a la vez pensaba que si un hombre con su criterio me estaba diciendo eso algo de razón tendría.

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¿Cómo es ser la novia y después la mujer de un Guardia Civil con su rango?

Cuando le conocí era Capitán, ahora es Comandante. Lo que sí es cierto es que los valores que tiene la Guardia Civil los lleva por bandera. La lealtad es muy importante para él, el sacrificio, el esfuerzo y eso para mí también es fundamental. La lealtad es algo que he valorado siempre mucho, y no sólo en la pareja, en las relaciones personales, con tus amigos, con tus socios…

He vivido muchos años esforzándome sin conseguir resultados. Hasta que con 35 años me paré y me di cuenta, también gracias a él, que si haces tanto esfuerzo tiene que ser para centrarte en conseguir resultados. Cuando se fue a Holanda en un principio era para 6 meses y yo me quedé aquí trabajando. Pero cuando me llamó y me dijo que no eran 6 meses sino que iba a ser un destino en el que iba a permanecer entre 5 y 9 años le dije que me iba con él. Cerré Studio Ideas y hablé con mis hermanos. No tuve ninguna duda. Lo tuve clarísimo.

Cuando me fui el club ya estaba funcionando, así que no les dejé tirados. Dejé las cosas organizadas y como ves, han seguido sin mí.

Recuerdo que en aquel momento en el que te vas a Holanda estabas también muy quemada…

Como te decía, me había esforzado mucho y no había conseguido recoger frutos de ese esfuerzo. Era la cara de mi empresa, era la cara de la empresa que tenía con mis hermanos y tenía además que hacer todo lo posible por encajar.

Al llegar a Holanda estuve unos meses sin trabajar y en ese momento que paré, que tuve tiempo para pensar, hice un análisis  de los últimos años de mi vida. Había interpretado papeles por encajar y me había olvidado de mí.

Charo en una de las presentaciones del libro

¿Cómo se toma tu madre que te vuelvas a ir?

Ella sabe que estoy feliz. Además, publicar el libro me ha ayudado mucho. A Alberto lo adora, se llevan fenomenal. A mi madre no le da miedo estar sola y si quiere verme coge la maleta y se va a Holanda a verme. Se establece una relación diferente. Antes cuando estaba aquí lo que hacíamos juntas eran las cosas normales de la rutina, limpiar, ir al supermercado… Ahora cuando nos vemos nos vamos a comer por ahí, nos vamos de museos o si hace mucho frío nos vemos una película juntas. La relación ha pasado a otro nivel.

¿Cómo es tu vida en Holanda?

Muy tranquila. Es un país que si destaca por algo es por el silencio. Y en el silencio hay mucho ruido, que es lo que me pasó en los primeros meses. Yo no concebía no estar haciendo nada, pero ese “no estar haciendo nada” me hizo ver muchas cosas que había hecho bien y otras que tenía que cambiar. Después empecé a trabajar. Mi vida ahora es de una persona con una rutina de entrar a trabajar a las 8 de la mañana, salir prácticamente a las 5 y tengo toda la tarde para mí.

¿En qué trabajas allí?

En una de las agencias de la Comisión Europea, en el departamento de conferencias.

Ha sido un reto porque hacía años que no me presentaba a una entrevista de trabajo, imagínate. Y luego te pones a trabajar en un entorno que es desconocido. Es un entorno político, multicultural, porque estamos representados ahí todos los países de la Unión Europea más Canadá, Australia, Estados Unidos, Colombia… Hay oficinas de enlace de todos los países.

Charo, aunque cierras todo y te vas, el que hayas escrito el libro sí denota que ‘Ideas en Femenino’ se quedó inconcluso…

Sí. Ideas en Femenino, nunca ha muerto en nosotras. La última edición la hicimos cuando volví de mi luna de miel y antes de irme a Holanda. Julia y yo queríamos seguir en 2016, pero tuve un accidente en el ojo y estuve 9 meses prácticamente perdiendo visión día por día. Me metí el dedo en el ojo y me levanté la córnea. Me tuvieron que operar dos veces. No podía ponerme delante de un ordenador, no podía leer…

O sea que la vida ya no sabía cómo decirte que parases…

Sí, pero tuve que pararme. Con 37 años estaba de nuevo de prácticas en la agencia en la que estoy, era de nuevo una becaria. Es un paso hacia atrás gigantesco a nivel profesional. Pero todo pasa por algo.

Yo venía de un ritmo frenético, de un montón de responsabilidades y de sentir que las cosas no encajaban. Mi cuerpo me decía muchas cosas, pero yo pasaba de él porque tenía que hacer, hacer, y hacer. De repente, me encuentro que soy la última de la cola, que no tengo que tomar ningún tipo de decisión, que además como mi posición es de becaria tampoco se me exige demasiado y que al mes de empezar me pasa lo del ojo… Así que como no podía leer me aficioné a los podcast y los audiolibros. Si no ¿qué haces en un país que abres la puerta de tu casa y tienes menos cinco grados seis meses al año?

 

¿Habéis conseguido haceros una vida allí de gente, contactos, amigos…?

Sí. La Haya tiene una cosa muy bonita y es que es una ciudad que recibe muy bien al extranjero porque hay mucha agencia europea. Tienes restaurantes de todas las nacionalidades, colegios donde las clases se dan en francés, en inglés, en alemán o sea es muy multicultural y todos estamos en la misma posición, todos sabemos que estamos un poco ahí de paso. Los contratos con la Comisión Europea son de entre cinco o nueve años. Los holandeses son muy acogedores y los españoles les gustamos.

Parece una cultura fría, pero en ese sentido no lo es. El estar trabajando también facilita que hagas nuevas relaciones con personas de muchas nacionalidades.

Alberto y yo llevamos una vida de novios como si tuviésemos 20 años, lo estamos disfrutando mucho.

¿Cuándo surge la idea de hacer ‘[in]visibles’ ?

Porque teníamos pensado seguir con ‘Ideas en Femenino’ aunque yo estuviese en Holanda. Mi intención era bajar unos días antes y disfrutar de cada edición, pero con lo del ojo no puedo ser. Quería retomarlo tras la segunda operación pero me mandaron reposo total durante un mes, hasta el punto de que la recomendación era que pasase el mayor tiempo posible durmiendo. Y me lo tomé al pie de la letra, porque era la única forma de curarme y pasar página con ese tema.

Entonces supe que quería retomar el tema del libro. Nos lo había propuesto una de las heroínas, Ángela Paloma Martín. Así que le propusimos que nos ayudará y ha hecho varias entrevistas del libro.

El 8 de enero empezamos a contactar con todas las mujeres que habían participado contándoles el proyecto.

Julia Crespo, Ángela Paloma Martín y Charo Moreno, coautoras de ‘[in]visibles’

Hay algunas que no aparecen, ¿por qué?

Pues algunas de ellas porque el proyecto que presentaron ya no existe, entonces consideran que no tenían nada que aportar. Que eso es muy típico nuestro, avergonzarnos de nuestros fracasos, en lugar de ser valientes y presumir de haberlo intentado y de haber aprendido. Totalmente respetable, pero creo que nos falta esa valentía de afrontar las lecciones que nos da el fracaso. Esos años de Studio Ideas en los que me dejé la piel y no tuve los resultados que esperaba también me han servido para aprender.

Otras no han querido aparecer porque no es lo mismo contar tu historia ante 40 personas a que quede reflejada en papel.  Se sentían expuestas y no quisieron. En ‘Ideas en Femenino’ se creaba un ambiente muy íntimo y muchas de ellas se desnudaban, se quitaban capas, contaban cosas que nunca habían contado. Pero bueno, están las que son y yo creo que refleja muy bien todo lo que tenemos que valorar de nosotras.

Al entrevistarlas y después transcribirlas te das cuenta que te dan ellas más con su testimonio que lo que das tú. Es un regalo. Te dan fuerza, había veces que sentía que me lo estaban diciendo a mí por el momento en el que estaba. Cada entrevista tiene muchas horas de trabajo detrás pero ha merecido la pena. Cada una de ellas aporta algo. Yo empatizo muy fácil, aunque no haya sido madre o no haya pasado por un cáncer. Pero te das cuenta de que tú también tienes que aportar con tu experiencia.

‘In-visibles’ es el prólogo perfecto para volver en 2018 con ‘Ideas en Femenino’.

Deseando que vuelva ‘Ideas en femenino’ y deseando poder volver a disfrutar de esos encuentros, en los que como cuenta Charo, se creaba un ambiente especial. 

Hay muchas cosas que me quedan por preguntarle, como por ejemplo sobre ese viaje de dos meses a la India. Sé que tiene más que contar. Pero lo dejaremos en el aire, por si alguna vez, y por sorpresa, la sacamos a ella en una de las reuniones y que lo cuente. 

Hay una cosa que me llama la atención de este entrevista con relación a la que le hice a Viruca Yebra cuando publicó su libro. Su libro también surgió de un reposo absoluto por un problema en los ojos. Será que cuando no queremos ver donde está nuestro camino y se han cansado de mandarnos señales, nos quitan los entretenimientos para que en la oscuridad, encontremos la luz. 

Redacción: Ana Porras Fotografía: Lorenzo Carnero y cedidas por Charo Moreno

Charo Moreno

Directora de ‘Ideas en Femenino’ y Autora de ‘[in]visibles’

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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com

 

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