Bajo el título de ‘Fantasía árabe. Pintura orientalista en España (1860-1900)’, el Museo Carmen Thyssen de Málaga propone un viaje en el tiempo a través de un recorrido por escenarios exóticos de paisajes. En esta nueva muestra temporal, que podrá visitarse hasta el próximo 1 de marzo, se recorre la fantasía orientalista de la pintura española del siglo XIX.
Esta muestra, compuesta por 84 piezas, propone un recorrido por el periodo de esplendor de la pintura orientalista española, una corriente que, durante la segunda mitad del siglo XIX, reflejará el apasionado descubrimiento de los paisajes, costumbres y tipos del norte de África por artistas como Fortuny, Tapiró, Fabrés y Lameyer, entre otros.
Así lo han dado a conocer en rueda de prensa la presidenta de la Fundación Palacio Villalón, Carmen Thyssen; el alcalde de Málaga y vicepresidente de la Fundación Palacio de Villalón, Francisco de la Torre; la concejala de Cultura, Noelia Losada; la directora artística del Museo Carmen Thyssen Málaga y co-comisaria de la muestra, Lourdes Moreno; el coordinador de Colecciones del MNAC y co-comisario de la exposición, Francesc Quílez; el director comercial de CaixaBank, Gerardo Cuartero; y el delegado de la Fundación Bancaria «La Caixa» para Andalucía y Melilla, Juan Carlos Barroso.
La exposición sigue los pasos de artistas viajeros, españoles y franceses que dieron forma a uno de los géneros más singulares de la pintura decimonónica, alentados por la expansión colonial europea en el siglo XIX, el auge de la literatura de viajes, la búsqueda de nuevos temas artísticos, un indudable espíritu aventurero y la cercanía de un territorio, el Magreb, en el que podían recrear la idea de un Oriente de sugerentes evocaciones de exotismo.
Con estos pintores que vivieron de manera directa la experiencia de «lo oriental» se configura el momento de esplendor de esta temática a mediados de la centuria. En Francia, serán Delacroix o Benjamin-Constant los principales representantes de una pintura que en España tendrá en Mariano Fortuny a su mejor intérprete ( a partir de 1860). Viajero en Marruecos en tres ocasiones (1860, 1862 y 1871) y autor de un amplio número de obras de temática orientalista, tanto pinturas y grabados como, sobre todo, acuarelas y dibujos, con Fortuny este género se actualiza/moderniza y supera la visión romántica de sus primeros cultivadores.
Fortuny, uno de los grandes maestros de la segunda mitad del siglo XIX, será el referente de numerosos artistas contemporáneos que, como él, visitarán también el norte de África, o que se inspirarán en sus composiciones orientalistas para construir una visión fabulosa de ese territorio y sus gentes, configurando así un «Oriente cercano», entre la observación realista y la recreación de un mundo evocador y exótico.
Rendidos a la luz norteafricana y cautivados por unos paisajes exóticos, por las medinas de callejuelas estrechas y llenas de vida, las llamativas (a ojos occidentales) costumbres y vida cotidiana de aquellos países, y los rostros e indumentarias de sus moradores, muchos de estos viajeros convirtieron el relato de sus vivencias, pasado no pocas veces por el tamiz de la fantasía y la evocación literaria, en protagonista de su pintura.
El resultado son obras «llenas de colorido, preciosistas y vibrantes, y una pintura de intensos y sorprendentes contrastes que revelan una mirada fascinada ante el descubrimiento» de un nuevo universo.
Así, en la muestra conviven paisajes bañados por la intensa luz del desierto con los oscuros interiores de los cafés y los harenes prohibidos; la vivacidad y fiereza de los guerreros con la dulzura de hermosas mujeres; la espléndida Alhambra, como evocación del pasado árabe de España, con mercados callejeros en Tetuán o Tánger.
Una rica muestra, en definitiva, desde todos los motivos que llamaron la atención de los pintores orientalistas, de los viajeros y de los que, desde sus estudios, sin haber visitado siquiera el norte de África, siguieron alimentando la fantasía árabe de los burgueses europeos.
Junto a la obra de los pintores españoles, se muestran y dialogan con varios ejemplos de la pintura francesa contemporánea, de artistas como Delacroix, Benjamin-Constant o Dehodencq, para mostrar la visión compartida sobre ese territorio de evasión en el que el Occidente burgués buscó un paraíso incontaminado y primigenio, ajeno a la transformación que la industrialización estaba provocando en los países del norte de Europa.
Fotografías: Lorenzo Carnero