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Yolanda Gutiérrez-Novis

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Yolanda Gutiérrez-Novis

Coincidimos en una reunión de un nuevo grupo de empresarios que se presenta en Málaga. Curiosamente hay bastantes mujeres, no tantas como hombres, pero tenemos bastante presencia. Y digo curiosamente porque son ellos los primeros que se sorprenden y se alegran de que estemos allí. Alguien me presenta a Yolanda Gutiérrez- Novis. Como suele pasar en estos foros te intercambias la tarjeta y te cuentas un poco a lo que te dedicas. Tiene un catering especializado en el suministro de menús diarios ya sea a domicilio o a empresas, dirigido sobre todo a personas que se quedan a comer en sus puestos de trabajo. Por 7 euros ‘Con K de Katering’ te lleva hasta la oficina un almuerzo sano, casero y equilibrado. Actualmente presta servicio en Málaga capital. Una pena, pienso. Con lo bien que me vendría a mí tener algo así cerca de casa… Además, tiene un sushi córner en ‘El Balneario’ de jueves a domingo. Precisamente su aventura empresarial empezó ahí tras quedarse viuda.

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La vida a veces nos juega esas pasadas que nos obligan a reinventarnos. Y eso es lo que le pasó a Yolanda. A los 45 años tuvo que comenzar una nueva etapa. Porque como ella dice, la vida está formada por etapas que se abren y se cierran.

Yolanda ha llevado durante muchos años una vida acomodada, de cuento de hadas. El amor llegó trayendo a su vida servicio doméstico, recepciones, viajes, pero sobre todo mucho cariño y seguridad en sí misma. Es fácil acostumbrarse a todo eso, a sentirse querida y mimada, y a saber que nada te faltará. Pero como decía, a veces la vida nos la juega. En un momento, y de un plumazo llegó la muerte de su marido llevándose con él toda esa seguridad. Duele perder lo material, eso es innegable, pero duele más perder afectos. Pero Yolanda tuvo la fuerza y la valentía de no quedarse anclada en el pasado y volvió a caminar, esta vez sola.



Tras de sí tiene una historia que, al menos a mí, me parece novelable. Y es que la realidad, en la mayoría de los casos, supera la ficción. En esta hay capítulos que Yolanda prefiere pasar por alto, muchos de ellos por dolorosos e incomprensibles.

Se enamoró de un hombre casi 20 años mayor que ella cuando menos lo esperaba, no por lo de la edad, si no porque llegase el amor. Un amor que lo da todo, que aporta paz, alegría, serenidad y por qué no decirlo, una vida de película. Una película que se convirtió al final en muy dolorosa. Aún así, mira hacia adelante con ganas, con ilusión, disfrutando de cada paso que da en este nuevo camino.

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Quedamos en Muelle Uno. Es la tercera vez que la veo. Es una mujer guapa, atractiva, podría parecer frágil, pero no lo es. Sabe lo que es moverse en el lujo, pero también lo que es estar pluri-empleada y tener que salir con mucho esfuerzo hacia adelante.

Hace 11 años conoció al que se convertiría en su segundo marido, Baldomero Rodiles, gran empresario malagueño, cónsul de Panama y Decano del Cuerpo Consular en Málaga. Con él vivió casi una década de ensueño, pero el cáncer, siempre el maldito cáncer, se lo arrebató.

Somos quienes somos y cómo somos por lo que hemos vivido, por nuestras experiencias. Ella es Yolanda Gutiérrez- Novis.

 

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¿Cómo conoces a tu marido?

Yo trabajaba en una guardería de puericultora y la sobrina de él tenía allí a su hijo, y yo lo cuidaba. Es de esas veces que congenias con alguien, y me dijo que me quería presentar a su tío, sabía que yo hacía poco había terminado una relación de pareja.

¿Acababas de salir de una relación entonces…?

Sí. Su sobrina me preguntó si conocía a su tío, porque es una persona muy conocida, y yo le dije que no. Me lo presentó, y le avisé de que amigos podía tener muchos, pero que acababa de terminar una relación y que no quería empezar con otra. Me apetecía estar sola.

En aquella época pintaba camisetas y zapatillas, y las vendía a las madres de los niños de la guardería. Siempre he sido muy creativa y se me han dado bien las manualidades. Parte de lo que recaudaba con ellas se las daba a una asociación benéfica de ayuda a enfermos del cáncer.

La hija del que luego fue mi marido se iba a casar a los tres meses y necesitaba que le pintara unas camisetas para la boda. Con esa excusa me lo presentó su sobrina. Entonces yo trabajaba por las mañanas en la guardería y por las tardes en el aeropuerto de azafata de tierra, y por la noche pintaba las camisetas que me había encargado él previamente. Era un amigo, no era nadie en ese momento y así empezó. Me conquistó, me enamoré, y ya empezamos a salir, así fue como lo conocí.



¿Por qué tenías dos trabajos en ese momento? ¿Por necesidad?

 Siempre de pequeña me hacía mucha ilusión ser azafata. Como me gusta siempre conseguir todo lo que me propongo y lo intento hasta el final, y si no lo consigo pues es porque no está de Dios, hubo una oferta de empleo para ese puesto y durante seis meses estuve trabajando de azafata. Lo compaginaba con mi profesión que es puericultora y me quitaba la espinita.

¿Cómo era lo de cuidar niños?

Me encantan, los niños a mí me dan mucha alegría y ha sido una de las profesiones que más me ha satisfecho en lo emocional.

Lo que yo quería en mi vida era ser madre de ocho hijos y no he tenido ninguno. Lamentablemente he tenido dos abortos naturales. Pero a mi los niños me daban mucha satisfacción, mucho cariño, eran todo. Si un día tenía un bajón me daba igual porque tenía al lado el niño o la niña que te daba la alegría del día.

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Dices que acababas de salir de una relación cuando conociste a tu marido. Me da la sensación por como lo dices de que estabas un poco escarmentada.

No fue una relación tormentosa, pero fue también una relación muy dura, muy fuerte, porque éramos dos personas que nos queríamos mucho, pero la cosa no funcionaba y al final lo dejé. Tuve que ponerle fin con todo el dolor de mi corazón.

Estuve nueve meses sin relación con nadie, quería estar sola, pensar, y fue cuando conocí a Baldomero que se convertiría en mi segundo marido.

Y, ¿por qué se acabó?

Duró dos años y yo decidí que lo dejaba. De hecho esta persona lo pasó muy mal cuando yo me separé de él. El pobre falleció hace cuatro o cinco años de cáncer con 54 años. Una pena. Tengo una magnífica relación con su ex mujer y sus dos hijas, que son como si fueran mías, las adoro.

Cuando lo dejé, él lo siguió intentando. Pero yo tenía claro que se había acabado. Yo no soy de medias tintas. Y entonces a los nueve meses fue cuando me presentaron a Baldomero.



Decías que aunque al principio no querías, él te conquistó…

Me encargó las camisetas para la boda, y así empezó un poco a conquistarme hasta que al final pues me enamoré locamente de él, porque era una bellísima persona, un caballero, un romántico empedernido, el hombre que más feliz me ha hecho en este mundo y con el que he pasado los mejores momentos de mi vida. Yo creo que no he estado en una boda más bonita que en la mía con él.

¿Qué edad tenías cuando lo conociste?

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 ¿Y él era mayor que tú?

19 años más, pero físicamente tampoco se notaba tanto la diferencia de edad. Porque yo siempre que lo acompañaba en los actos oficiales iba maquillada y, vestida en plan más señora, acorde a lo que íbamos.

¿En qué momento dais el paso de casaros?

 Cuando lo conocí le advertí que no me quería casar y que no quería tener hijos. Había perdido dos y no quería volver a pasar por esa experiencia. Le dije que ya no tenía edad para tener hijos y que mi vida era otra cosa. Y entonces él pensó que ya tenía cuatro hijos, había tenido dos matrimonios anteriores, y que tampoco necesitaba ningún papel para quererme ni yo a él. Pero hubo varios amigos y un primo suyo que  murieron de forma repentina con novias también mucho más jóvenes. Entonces vio lo que les pasaba a esas personas que no tenían papeles, que no estaban casados. Que en un momento dado la persona que está contigo hasta el último momento de tu vida al final no le queda nada.

Nosotros siempre en mayo hacíamos un viaje. En mayo de 2013 me organizó un viaje sorpresa a Marruecos. Durante todo el viaje estaba como muy intrigante. Bromeaba con que me iba a cambiar por no sé cuantos camellos, estaba raro.

Una noche me llevó a un restaurante del que me había hablado mucho. Era un palacete árabe precioso, con unas columnas de mármol, una fuente, músicos tocando, tenía un patio precioso con una especie de estanque lleno de pétalos de rosas…Cuando llegamos nos llevaron a un reservado… (A Yolanda se le caen las lágrimas pero sigue hablando) Me sacó un anillo y me dijo: «¿Quieres casarte conmigo?». Pensé que estaba de broma. Le pregunte  y eso ¿por qué? Y me dijo «porque te lo mereces”…

Todo el mundo en Málaga sabía que él había ido allí a pedirme la mano. Lo sabían sus hijos, lo sabía su mejor amigo, lo sabía todo el mundo menos yo. Me inflé de llorar. La verdad es que fue uno de los días más bonitos de mi vida.

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Sus hijos lo sabían, por tanto, sus hijos te aceptaban.

Por su puesto, claro, que me aceptaban, porque su padre era feliz conmigo. Su padre había tenido dos matrimonios que no habían funcionado y conmigo había encontrado la felicidad. Yo me amoldé totalmente a su vida y dejé de trabajar porque él me lo pidió.

 ¿Cómo tomas esa decisión de dejar de trabajar? ¿No te dio miedo dejarlo?

Él quería que viajásemos. Y yo no podía faltar a la guardería cada vez que él quería viajar, ya llevaba allí 11 años. Entonces pedí una excedencia de dos años. Coincidió con que también murió mi padre.

¿Cuánto tiempo estuvisteis de novios antes de casaros?

Siete años de novios porque él me pidió matrimonio pues casi al final. Nos casamos en agosto de 2013. Fue la única boda de sus tres en la que decía que había disfrutado organizándola, e incluso se mandó a hacer una casaca blanca hindú para la ceremonia, la hicimos en los jardines de la casa. A la semana siguiente en nuestro viaje de bodas  nos volvimos a casar por el rito balinés.



¿Cómo era tu vida con él cuando dejas de trabajar?

Mi vida con él era, pues imagínate, vivir en una casa enorme con tres personas de servicio dentro, dos jardineros fuera… Me levantaba, pedía el desayuno, y nos planteábamos qué íbamos a hacer ese día. Si él tenía que ir a la oficina pues después quedábamos para comer o cocinaba yo algo y comíamos en casa. Antes de que lo nombraran cónsul pasábamos muchas noches en casa, no salíamos tanto.

¿Qué pasa cuando lo nombran cónsul?

A finales de 2007 lo nombran Cónsul Honorario de Panamá y entonces tenía muchísimos actos oficiales, en Marbella sobre todo. Yo le acompañaba y aquello era ya un no parar. Actos en Málaga, en Madrid, en Austria, y allí donde iba quería que yo le acompañase.

Con ese ritmo, ¿no se notaba tampoco la diferencia de edad?

Él tenía mucha más fuerza que yo. Yo había días que decía: «Es que estoy agotada, es que no puedo más», y él seguía. Llevaba el ritmo mejor que yo.

Él estaba como loco de ser diplomático, era una de las cosas que más ilusión le había hecho en su vida. Además tenía una satisfacción personal muy grande. Mi marido nació en Tetuán, cuando era protectorado español. Su padre toda la vida se había codeado en Tetuán con cónsules, y diplomáticos  y mi marido con sus hijos. Una de las cosas que le hubiese gustado a su padre era haber sido diplomático, y él decía que él lo había conseguido. Entonces, tenía una satisfacción doble, por su padre y por él mismo.

Es uno de los cónsules que, aunque estuvo muy poco tiempo, 10 años, hizo más cambios en el Cuerpo Consular de Málaga. Lo que él ha conseguido no lo ha conseguido nadie.

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Y tú aburrirte no te aburrías, claro.

No, yo no paraba. Y cuando tenía tiempo seguía haciendo mis collares, cocinaba para recepciones en casa, le ayudaba a diseñar los jardines…. No soy de estarme quieta.

 ¿Cómo era la relación con los hijos de tu marido durante esos años?

Fenomenal. Sus nietos me llamaban «abu”. A mí me hacía muchísima ilusión. Claro, yo no tengo hijos y por tanto nunca voy a tener nietos, así que me encantaba. Tiene cinco nietas niñas preciosas, a las que yo he querido con toda mi alma, y bueno, no sé si algún día me las encontraré, quién sabe, pero las he disfrutado mucho el tiempo que he estado con mi marido.

¿Cuándo le detectan el cáncer a tu marido?

La historia empieza en diciembre de 2014. Teníamos un perrito pequeño que es el que yo tengo ahora en mí casa, Chuli. Pues se hizo un pis en las escaleras, y al bajar Baldomero se resbaló y se cayó. Se empezó a quejar de que tenía un dolor muy fuerte en la zona del estómago. Parecía que con la caída se le había movido una piedra del riñón, se puso amarillo y nos fuimos a Quirón. Allí le hicieron unas pruebas, y nos llamó el médico a su hija mayor y a mí. Nos dijo que se tenía que quedar ingresado y que había un 90% por ciento de probabilidad que fuera cáncer y un 10% de que fuera una piedra. Claro, imagínate cómo salgo yo de ahí, pues llorando como una magdalena, mi marido estaba en urgencias porque le seguían haciendo pruebas.

Él nada más verme la cara me dijo: «Malo, ¿verdad?». Y le quité importancia. En fin, nos conocíamos  al dedillo y estoy segura que sabía que lo estaba intentado engañar. Pero bueno, lo ingresaron y le hicieron un montón de pruebas más. Después de la última prueba, me dijo muy contento que estaba solucionado, que era una piedra que estaba en las vías biliares. Entonces se te olvida que había un 90% de posibilidad de que fuese cáncer. Eso fue en diciembre de 2014.



¿No hicieron ninguna prueba para ver sí era cáncer?

 Sí, tenía los niveles tumorales altos, pero decían que podía ser porque la piedra había hecho una reacción de inflamación muy fuerte en todo. El 23 de diciembre nos dieron del alta para pasar la Nochebuena en casa.

A los tres meses, cuando se hace la primera analítica para comprobar la bilirrubina, todavía estaba alta pero nos dijeron que era normal porque había tenido una infección muy fuerte. En junio le vuelven a hacer otra analítica, y ahí ya se dispara todo. Y es cuando nos dicen que tiene el cáncer de hígado. Nosotros nos habíamos relajado en diciembre, no quieres hablar de lo malo, te olvidas. El médico que se lo diagnosticó le dijo que lo tenía que operar sí o sí porque eso era operable.

 ¿Qué hacéis entonces?

Un amigo suyo que tiene muchos contactos en Madrid le dijo que conocía a uno de los mejores médicos de esa especialidad. De hecho, el médico que había operado a un cantante muy famoso al que le hizo un trasplante de hígado. El 14 de julio lo operaron. Nos tiramos allí unas tres semanas más, y le dijeron que estaba curado, que le habían quitado el trozo de hígado malo, que ya estaba curado. Le hicieron un montón de resonancias y de pruebas. Cuatro médicos nos dijeron que estaba curado. Pero le sugirieron por protocolo que, cuando llegase a Málaga, fuese a HC Marbella y se hiciese un PET, que nunca le habían hecho un PET. Es increíble, porque cuando te informas después es una de las pruebas más importantes que hay para ver si tienes en algún punto del cuerpo algo que antes no se ha visto. Yo creo que en Madrid no hicieron las cosas bien, por muy eminencia que fuese éste médico.

En Marbella le avisaron que tras hacerse el PET no podía estar en contacto con personas durante unas horas. Era el 14 de agosto.



¡Te acuerdas de los días, de todos…!

Sí. Era el 14 de agosto. Quedamos que iba a hacerse la prueba él solo, que hacía tiempo en Marbella, y así se volvía con los resultados y no me ponía en riesgo al entrar en contacto.

Mientras él esperaba, en esas horas, un amigo suyo que trabaja en una clínica de radiología aquí en Málaga ya había hablado con el médico que le había hecho el PET en HC Marbella. Así que su amigo lo llamó y le dijo los resultados. Cuando fue a recoger el informe él ya sabía todo lo que pasaba. Tenía metástasis en los huesos.

Cuando llegó a casa traía un informe falso que fue el que me enseñó a mí, le quitó importancia y empezó a planear nuestro viaje de aniversario. No quería que yo me enterase.

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¿ No le mandaron quimioterapia o algún tratamiento?

Tenía un Klatskin. Un Klatskin es un cáncer de hígado que en tres meses estás muerto, no hay quimio, no hay nada, y era un Klatskin, un grado cuatro, estaba muy avanzado. Entonces, al haber quitado una parte del hígado, que  es lo más sanguinario que hay en el cuerpo, por la sangre es por donde más rápido van las células cancerígenas. Pero el médico nunca nos explicó nada de eso.

Yo seguía sin saber nada. Pensaba que estaba curado. Y entonces organizamos el viaje de aniversario de boda a las Islas Mauricio, que era uno de los sitios que yo quería ir, me hacía mucha ilusión. Ahora le tengo una tirria tremenda.

Nos fuimos el 8 de septiembre para estar allí 12 noches. Y a él le habían dicho el 14 de agosto que tenía metástasis en los huesos y que le quedaban de vida días o semanas. ¡Y organiza el viaje conmigo y nos vamos a las Isla Mauricio!. ¡A dos meses de su operación!

Todas las tardes íbamos a la playa, aunque el tiempo no era muy bueno, hacía como una primavera de aquí. Y a él todas las tardes le entraba una tiritera, un frío de enorme, unas fiebres… tenía que abrigarse, ponerse el albornoz, y yo abrazarlo y poner a calentar botellas de agua mineral con agua hirviendo para que entrara en calor.



¿Y tú sin saber que se estaba muriendo?

No, ¿yo cómo lo iba  a saber? Él me engañó para que yo no sufriera. Entonces, un día que estaba tiritando y que yo lo estaba abrazando en la cama le dije: «Aquí pasa algo, ¿llamo yo al médico o lo llamas tú?”. Y ya me lo contó llorando: «Me estoy muriendo». Entonces sí me dijo que le quedaban días o semanas. Me puse a llorar, imagínate.

Organicé todo para que su secretario nos cambiara el billete de avión para volver lo antes posible. Tenía que estar atendido por un médico y estar en casa. Cogimos el primer avión que había y nos volvimos para Málaga. Y ya fue cuando se lo dijo a sus hijos, que no lo sabían tampoco, solamente lo sabía el médico.

¿Cuánto tiempo aguantó?

Él murió el 10 de noviembre y el 14 de agosto fue cuando se enteró de que tenía metástasis en los huesos, que es lo más doloroso del mundo.

Saber que se va a ir y que no puedes hacer nada… Eso es lo más duro, lo peor que te puede pasar en la vida. Ver cómo una persona se apaga al lado tuya, día a día, viéndole la cara, la cara desencajada de dolor, que le cambia constantemente el humor…

Fue muy, muy duro. Yo lo duchaba, lo vestía, le preparaba la comida que él quería, lo llevaba a Croasa a que le dieran radio, que sí le daban radio porque tenía un hueso en la cadera muy mal y se le podía partir… Fue durísimo, al final estaba invadido.

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¿Le has perdonado que no te dijera desde el principio su verdadero estado?

Me hizo vivir un mes con la ilusión de que estaba curado y eso para mí no fue una cosa negativa. No hubiéramos solucionado nada sabiéndolo antes.

Él ha sido una persona positiva hasta el último día. Me decía: » Si esto me pasa a mí es porque tiene que pasar y va a pasar lo mejor que tenga que pasar”. Esa era su postura, él nos daba una lección a mí y a sus hijos todos los días. Era el que tenía la fuerza.

Al final con tanta medicación para el dolor ya no era tan consciente. A lo mejor se despertaba y te decía que se iba que tenía una reunión con el alcalde…

 Yolanda en ese momento, evidentemente, lo primero es centrarte en él pero supongo que en algún momento se te pasó por la cabeza qué iba a ser de tu vida después.

Yo se lo decía a él: «¿Y ahora qué hago? Y me vas a dejar sola ¿Y ahora qué hago?” Él me decía que era joven y que tenía mucha vida todavía por delante.

Pero me ha tocado y me ha tocado, y hay que mirar para adelante y hay que ser positiva y la vida sigue y son etapas… Y yo soy una persona luchadora y creo que optimista. Y antes de conocerlo a él también había vivido otras etapas, entonces, quieras o no, hay que seguir viviendo y hay que seguir buscando la manera de hacer lo que te gusta, de intentar hacerlo todo lo mejor posible. Ya está, y no hay más remedio, la vida sigue…



Yolanda en cierto modo cuando fallece tu marido vives un doble duelo. Sus hijos te «invitan” a irte de la casa donde vivíais, el mismo día del entierro…

Fue un capítulo muy desagradable y no quiero entrar en muchos detalles de cómo fue aquel día y su comportamiento. Yo con ellos siempre he sido cariñosa, generosa, nunca he sido una persona egoísta, jamás. A mis nietas les he hecho vestiditos, me las he llevado a comprar los regalos de sus cumpleaños, me las he llevado a tomar churros, siempre que han venido a mi casa y el abuelo a lo mejor estaba durmiendo, yo me he quedado con las niñas jugando porque me encantan los niños, y he disfrutado mucho de ellas. Pero, esa reacción de sus hijos mayores no sé a qué vino. Pero es que no me dejaron ni descansar al volver del entierro.

¿Dónde fuiste?

Me fui a casa de mi hermana porque no quería darle un mal rato a mi madre. No podía creerme lo que estaba pasando.

Ahora con el tiempo creo que me lo hicieron porque yo llevaba un montón de ansiolíticos en el cuerpo, si llega a pasarme como estoy ahora a mí no me echan de ningún sitio. Desde la operación de julio de mi marido yo estaba tomando medicación. De hecho él estaba yendo al psiquiatra. Con alguien se tenía que desahogar…

¿Sabes qué he sacado de todo esto? Me ha hecho fuerte, porque yo era una persona débil, soy una persona muy adaptable, que me amoldo a todas las situaciones, no soy una persona que tenga un carácter fuerte ni que imponga nada. Entiendo a todo el mundo, me pongo en el lugar de todo el mundo, pero esto me ha hecho fuerte, y lo siento mucho pero me han hecho mucho daño moral y sentimental. Creo que todo podría haber sido distinto. El tener a los hijos de tú marido para llorar en su hombro, para compartir recuerdos, para ver fotos, para comentar cosas, es algo que podía haber quedado, y ver a mis nietas, y a lo mejor quedarme hasta a cuidarlas, que no me hubiera importado ser su canguro, y estar con ellas. Pero esa separación tan fuerte, tan drástica, de repente, de la noche a la mañana… Ellos saben lo que yo he querido y cuidado a su padre y lo feliz que era su padre conmigo. ¿Cómo de repente hacen eso? Es que no lo entiendo, y todo es por el tema económico, es que no entiendo que pueda haber otro motivo, porque no ha pasado nada.

¿Sigues teniendo relación con los amigos de Baldomero, con los miembros del cuerpo consular?

Si, sigo teniendo contacto con algunos cónsules colegas de mi marido, de hecho, poco después de morir mi marido quede para tomar café con una Cónsul y me llevé una sorpresa cuando me contó que las últimas palabras que les dijo mi marido cuando se despidió en una comida de todos ellos fue: «Solo os deseo que encontréis el amor  como yo lo he encontrado con Yolanda y seáis tan felices como lo he sido yo con ella”. Como entenderás me inflé de llorar.

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Te encuentras con 9 años más, sin trabajo y sin ninguna seguridad económica, porque habías dejado de trabajar por él…

Bueno, me queda mi pensión.

Entonces en ese momento te tienes que poner a trabajar, inventarte algo…

En ese momento estoy desde noviembre de 2015 llorando y viviendo mi duelo. En abril de 2016 es cuando ya empiezo a pensar que quiero trabajar. No intento ni pretendo llevar el mismo nivel que llevaba, por supuesto que no, primero porque yo me amoldo a todo y si no hay, no hay, me da igual, yo no soy una persona que sufra por eso. Pero sí es verdad que como todo el mundo necesito tener unos ingresos y hacer algo. Así que empecé a buscar a ver de que manera podía emprender y monté una empresa de córner de sushi. Ahora mismo tengo uno en ‘El Balneario’ de los Baños del Carmen y lo preparo tanto para llevar como para eventos. Y así me estrené como empresaria, eso fue en septiembre del año pasado.

El sushi es fusión Japo-Andaluza, no es el típico sushi tradicional, aparte de que lo tenemos, pero ponemos morcilla ibérica dentro del sushi, o ponemos carrillada, o espeto de sardina, cosas totalmente diferentes a lo que estamos acostumbrados. Está teniendo buena aceptación, la gente cuando lo prueba le gusta mucho.

Debido a como influye el oleaje en ‘El Balneario,’ y teniendo en cuenta que a veces no puedes abrir, decidí abrir una nueva línea de negocio y he montado una empresa que es de suministro de menús a oficinas: «Con K de Kátering”. Hay muchos ejecutivos que se quedan a comer en la oficina y entonces yo se lo llevo directamente allí, por 7 euros, sin coste adicional. Es comida sana y casera, por eso está teniendo tan buena aceptación. Además ofrecemos catering para eventos. Incluso, por ejemplo, si tienes una cena en tu casa para 10, 20 o 50 personas y no quieres meterte en la cocina nosotros te lo preparamos y te lo llevamos ese día. Sólo lo tienes que calentar. Nos adaptamos al presupuesto que tenga el cliente.



¿Cómo enfocas tu vida ahora?

Bueno, pues la vida me ha cambiado. Ahora ya no tengo mucho de lo que tenía pero tengo mucha satisfacción personal, enorme, que eso para mí es mucho, el sentirme orgullosa de mí misma.

Quizás antes tenía algún complejo, pero cuando conocí a mi marido se me quitaron todos y confío mucho en mí, sé que tengo mucha fuerza de voluntad, que soy una persona luchadora, emprendedora… Si esto sale mal lo más que puede pasar es todo económico, y si es así pues seguiremos luchando. Pero yo creo que este negocio puede ir muy bien.

 Cuando has montado estos negocios, tanto uno como otro, ¿alguna vez has pensado qué te hubiera dicho él?

Sí lo he pensado. Él sabía lo que yo valía, por supuesto todos sabemos lo que vale la persona que tenemos al lado. Él era un luchador, un emprendedor y un señor con una cabeza impresionante, y yo a su lado podía tener la imagen de la típica mujer florero. Tú vas con una chica que te lleva diecinueve años, así mona, arreglada, pues la gente puede pensar eso, que detrás no hay mucho más. Pero la gente que me ha conocido antes y me ve ahora me dice: «Llegarás lejos», porque me ven como soy y como trabajo. Y si hay algún comentario negativo, no lo tomo como una cosa mala, o sea, al revés, yo admito todas las críticas porque lo que quiero es mejorar, hacerlo todo lo mejor posible.He aprendido muchísimo de él en 9 años. Creo que él estaría muy  orgulloso de mí.

Dicen que es la clave de los tiempos que nos ha tocado vivir, el saber adaptarse a las circunstancias. El saber estar por encima de los obstáculos, tener la capacidad de transcenderlos y superarlos. Está claro que no es una labor sencilla, pero poderse se puede. Y Yolanda pedalea con fuerzas y con ganas por esta nueva etapa que acaba de comenzar.

Fotografía: Lorenzo Carnero

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Con K de Kátering

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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.

 

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