María Herrero anda de acá para allá saludando y atendiendo a todos los invitados a la presentación de la cadena B Bou Hotels. La cita es en el Hotel Cortijo Bravo, en La Axarquía. Aunque su trayectoria en la gestión hotelera se remonta a hace 14 años cuando comenzó en la Viñuela, María se ha criado en este mundo. Sus primeros pasos los dio en los apartamentos turísticos que tenían sus padres en Torre del Mar. Hoy, de aquello, de aquellos turistas que se venían con la familia completa a pasar el verano a la playa, queda poco.
B Bou Hotels está fundada por María y su hermano Andrés. Dos jóvenes emprendedores que han querido ir más allá ofreciendo un producto bien diferenciado, distinto a lo que estamos acostumbrados en la Costa del Sol. Y lo han hecho con el apoyo y respaldo de sus padres. María casi se emociona cuando cuenta que a su padre es muy fácil verlo en la Viñuela como un jardinero más. Ya retirado de la gestión, le gusta cuidar las plantas, regalarlas y, según María, tiene un don especial para ellas.
Actualmente, la cadena la integran ‘La Viñuela & Spa’, ‘Cortijo Bravo’, ‘Molino del Arco’ en Ronda y ‘Casa Romana’ en Sevilla. Cuatro establecimientos boutique en los que se busca la calidad, la excelencia y la atención personalizada a las personas que los eligen para descansar y disfrutar de unos días de desconexión.
Menudita, rubia, con aspecto de no haber perdido la inocencia de la niñez, pero como dicen de ella, en su trabajo es una ‘leona’. Su capacidad y el amor que siente por lo que hace contribuyen a que el pasado mes de septiembre la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía le concediese uno de los galardones correspondientes a la edición 2016 de los Premios Andalucía del Turismo. María Herrero, por su trabajo durante 14 años al frente del B bou Hotel La Viñuela & Spa, recibió el Premio Andaluz del Turismo 2016 en la categoría de ‘Empresa o Empresario/a’.
Fotografía del Facebook de María
Nos enseña las habitaciones y estancias de B Bou Cortijo Bravo. Una verdadera delicia para los sentidos, sólo entrar allí te baja la frecuencia cardiaca, parece que hasta se respira mejor.
Detalle de una de las habitaciones de B Bou Cortijo Bravo
Ese día hacemos las fotos, pero con el ajetreo del evento emplazamos la entrevista a otro momento. El recinto donde quedamos unos días después es totalmente distinto. También es un hotel, nos vemos tras una cita del sector turístico en la que hemos participado las dos. Los niños gritan en la piscina, en la mesa de al lado se ríen a carcajadas, pero hablando con ella desconectas. Creo que se le ha pegado a la piel la paz y serenidad de sus hoteles.
¿Cómo empieza la aventura de saltar de gestionar un hotel a crear una cadena hotelera?
Nosotros llevamos más de catorce años con La Viñuela. La experiencia acumulada en todos estos años es lo que nos hace meternos en esta nueva y bonita aventura. En este tiempo hemos posicionado el hotel y hemos creado un referente. Cuando comenzamos nadie creía que lo podríamos hacer. Le hemos dado un cambio radical. Entonces nos planteamos que podíamos seguir haciéndolo con otros establecimientos y seguir creciendo.
¿Fue entonces algo buscado u os llegó?
Un poco de las dos cosas.
Empiezas muy joven con La Viñuela…
Realmente empecé antes en el mundo de los hoteles. Tanto mi hermano Andrés como yo llevamos toda la vida vinculados a esto. Desde que éramos pequeños hemos crecido en los apartamentos turísticos que tenían nuestros padres en Torre del Mar. En las vacaciones del colegio o en la etapa de la Universidad siempre nos ha gustado echarles una mano, sobre todo porque era una forma de estar con ellos. Hace un par de años los vendimos.
¿Cómo eran los turistas de entonces y cómo son los que tenéis ahora?
No tienen nada que ver. Para empezar porque tenemos productos distintos. Además, antes la forma de pasar las vacaciones era distinta. Las estancias en los apartamentos eran de un mes entero o de quince días. Las reservas se hacían con dos años de antelación porque ya nos conocían. Había familias que venían todos los años. Ahora el cliente busca además vivir una experiencia, el nacimiento de la digitalización o de las redes sociales ha provocado que el mundo haya dado un cambio radical en los últimos diez o quince años. El turista de antes, para lo bueno o para lo malo, te decía las cosas en persona, a la cara. Hoy en día vive la experiencia antes de llegar al hotel, reservar ya es una experiencia. Cada vez se hacen más reservas online así que desde que entra en la web ya le tienes que estar ofreciendo y mostrando lo que va a vivir a través de sus diseños, de las fotografías que le muestras. Desde ese momento el turista ya se está imaginado allí y está viviéndolo de alguna forma.
Supongo que cuando abrís La Viñuela, captar al cliente se convertiría en todo un reto. Sobre todo acostumbrados a que los clientes os reservasen de un año a otro y después de 30 años en los apartamentos.
Sí. Y más en el momento en el que nosotros abrimos La Viñuela. La Viñuela era un hotel muy rural con catorce habitaciones. Incluso al principio el restaurante le daba la espalda a las vistas del pantano, una cosa curiosísima. Siempre digo que era «la casa de los tres cerditos”, madera, paja…Pero empezamos a hacer muchas inversiones y a focalizar un poco cuál era el tipo de cliente al que íbamos dirigidos. Pero es cierto que ha sido una labor de muchos años de comercialización hasta que le hemos dado la vuelta. Supimos ver cuál era la fortaleza, porque mucha gente nos decía que estaba lejos de la playa. Y al revés; tenemos la suerte de estar cerca de la playa. Hay muchos clientes que vienen a la Costa del Sol y quieren algo distinto. Quieren estar cerca de Málaga, estar cerca de la playa, pero escuchar el silencio por la noche y que esté alejado de barullos y en eso es una maravilla. De hecho, todos nuestros hoteles ofrecen eso, silencio, tranquilidad, calma. Esa es la clave.
Siempre he dicho que en cada mercado hay un cliente para nuestro producto. Lo que hay es que lo complicado en muchas ocasiones es encontrarlo.
¿En ese proyecto, en los comienzos de lo que hoy es B Bou Hotels estáis tu hermano y tú solos o entran también tus padres?
Nuestros padres para nosotros son los creadores de todo, son el tronco. Lo que pasa es que el desarrollo del nuevo proyecto es nuestro. Hay otra persona pero que no está dentro del proyecto.
¿Cómo es el trabajo con la familia, María?
Nosotros la verdad es que tenemos una relación increíble. Dentro de la empresa estamos involucrados mis padres, mi hermano, mi cuñada, yo, y creo que sobre todo nos respetamos y nos admiramos los unos a los otros. Casi ni discutimos. Es cierto que nos peleamos dos veces al año y cuando nos peleamos, saltan chispas porque tenemos genio. Pero normalmente es maravilloso. Puedes confiar plenamente en cada uno de ellos. Yo digo que cada uno tiene un papel muy importante en la empresa, y es distinto el papel de cada uno.
María Herrero con sus padres, hermano y su cuñada Belén
¿Tenéis los papeles muy delimitados, las funciones, las responsabilidades?
Sí. Aunque compartimos todo, ante una decisión importante siempre nos sentamos y la compartimos, pero cada uno lleva su apartado específico y creo que esa es la clave, además del respeto y la admiración.
Si llevar un hotel ya supone entrega supongo que llevar cuatro debe suponer olvidarte de horarios y olvidarte de vida personal. Tú eres madre de dos niños y estás separada. ¿Eres muy organizada o de las que se organiza en el caos?
Pues más bien lo segundo. Aunque nosotros lo hemos vivido desde pequeños. Cuando tú desde niño lo vives es distinto. Mi familia estábamos siempre en los apartamentos, pero también es importante que somos una familia muy disfrutona, que cuando nos juntamos todos o estamos con nuestros amigos disfrutamos a tope y trabajando también. La suerte que tenemos es que nos apasiona lo que hacemos. Cuando te apasiona tu trabajo esas doce, dieciséis o dieciocho horas al día, trescientos cincuenta y nueve días al año, no es que no te pese, pero lo llevas de otra manera. Pero sí intento negociar con mi pequeño caos. Los días que tengo a mis hijos, mi prioridad son mi trabajo y mis hijos. Y efectivamente, la vida social la dejo para cuando salgo a un viaje, una cena o cuando estoy fuera. Me gusta mucho la vida social, para mí es esencial, y disfruto de esos pequeños momentos.
Bueno, a tus hijos te los puedes llevar un poco al terreno como hicieron tus padres, pero, ¿es más difícil negociar los horarios de un hotel con una pareja?
Con una pareja entiendo que sí. Yo tenía la suerte que la persona con la que estaba casada entendía muy bien mi trabajo, y cuando yo le decía «Estoy agotada, no puedo más”, él me decía «Pues cuando no puedas más, aguanta un poco más». Eso lo he aprendido de él. Yo tenía una persona muy comprensiva a mi lado, no podría ser de otra manera.
Hablas con mucho cariño de él, ¿Por qué se rompe esa relación?
Bueno, porque hay veces que las personas evolucionamos de distinta manera y no pasa nada. Hay que ser consecuente. La verdad es que nos adoramos los dos, nos seguimos queriendo muchísimo. De otra manera, pero nos seguimos queriendo una barbaridad.
Cuando lanzas un proyecto como B Bou Hotels supongo que en cierto modo tiene que dar mucho vértigo.
Siempre te da un poquito de vértigo, sobre todo porque La Viñuela ya es un proyecto asentado. Pero la verdad es que como son hoteles tan similares, en los que ofrecemos una experiencia similar… El vértigo viene no por haber creado B Bou Hotels, sino por la preocupación de ofrecer la misma calidad en todos los hoteles, el cuidar cada detalle en cada uno de ellos. Con lo cual, es complejo. Aquí digo que se viven experiencias reales y en todos nuestros hoteles. O sea, la calidad y buscar la excelencia es nuestra máxima.
María, cuando a uno le apasiona su trabajo, dicen que lo más difícil es delegar. ¿Te cuesta?
Cuando amas tanto lo que estás haciendo, el problema es que no encuentres el personal que te responda. Es lo más difícil de una cadena hotelera. Muchas veces vas probando hasta que encuentras a las personas adecuadas. Cuando te planteas crecer necesitas a un equipo muy cualificado que te respalde. Nosotros tenemos la gran suerte de seguir ampliando el equipo, y es maravilloso; tenemos grandes, grandísimos profesionales.
Otro reto para mí es que el equipo trabaje feliz. Porque si las personas que están con nosotros no son felices, el cliente nunca en la vida se podría ir feliz de nuestros hoteles. Con lo cual, para mí es la esencia, al igual que como te he dicho la calidad.
La calidad en todos sus parámetros, no sólo que la almohada o el colchón sea el más confortable y la decoración la más bonita y que cuando el cliente pase por el jardín huela a rosas, sino que el equipo esté siempre con una sonrisa, y siempre feliz, pero de verdad, no porque yo le diga «Sonríe», sino porque ellos sientan, y les salga del corazón sonreír. Esa es la clave.
Desde que conocí Cortijo Bravo y entré en la página web de B Bou Hotels sueño con escaparme a uno de vuestros hoteles a desconectar, a no salir de allí. ¿Os suele pasar que el cliente ni salga del hotel?
Sí, dependiendo normalmente del tipo de cliente. Nosotros los tenemos muy diferenciados. Es verdad que tenemos un porcentaje muy alto de cliente extranjero que viene unas estancias más largas. Es cierto que cuando reservan- lo sé porque nos los cuentan- lo hacen para quedarse siete noches, por ejemplo, en Viñuelas nos pasa mucho. Y de esas 7 noches planifican cada día con visitas a Granada, Málaga, Sevilla, Córdoba, otro día a visitar los Pueblos Blancos, y luego cuando descubren el hotel se quedan tres o cuatro en el hotel sin moverse y el resto hacen excursiones. Porque es verdad que descubren lo que es que la paz de Viñuela, Cortijo Bravo, Molino, incluso Sevilla, que aún estando en el centro de la ciudad te facilita el querer desconectar. Es cierto que no somos todo incluído, pero nuestro cliente es un cliente que siempre vuelve a cenar. Es muy curioso, hay veces que van a Granada y vuelven de Granada para llegar a la hora de la cena.
De eso quería preguntarte, del tema de la gastronomía. Habéis apostado muchísimo por la gastronomía de la zona.
Sí, siempre. Hemos apostado por los productos autóctonos desde que empezamos en Viñuela. La gastronomía fideliza. Para nosotros es tan importante la gastronomía, como que el colchón sea cómodo, o como esa sonrisa del equipo. Además, desde que empezamos, y lo estamos implementando en todos los hoteles, incluimos siempre en la carta un apartado de gastronomía local. Al final al cliente que viene de fuera también le apetece probar la cocina nacional. Pero además, siempre hay en concreto un apartado de gastronomía axárquica, malagueña y andaluza, y es una auténtica maravilla. Nos preocupamos desde el proceso, desde que se comienza con la compra de la materia prima.
María nos hemos vuelto todos muy exigentes, y no sólo a nivel huésped. Supongo que lo extrapolamos también al tema de eventos. Antes un boda era algo mucho más simple, ahora vamos cada vez a más. Vuestro hoteles son muy apropiados también para la celebración de una ‘destination wedding’. Supongo que eso también es un reto.
Claro, ahora son miles de detalles. Al final las bodas son totalmente personalizadas. Tú puedes ofrecer unos menús, pero cuando el cliente viene te lo puede cambiar todo. Si nosotros tenemos doscientos eventos al año, yo creo que de los doscientos, tres o cuatro eligen algo de lo que tú les has dado. Los eventos necesitan una personalización, una atención al detalle, un mimo. Yo creo que en la elección de nuestros hoteles tiene mucho que ver el tema del entorno, la decoración, pero sobre todo el cariño. Pero no sólo el cariño de la persona que se encarga de los eventos, que ese es esencial, si no el cariño en el plato, en el montaje, en todo.
Tu hermano ahora es vicepresidente de Ahecos. Eso le supone un añadido más de trabajo al que ya tiene y habrá parte que recaiga en ti, por ejemplo. En el momento que decide asumir ese puesto, ¿lo consultó con vosotros?
Sí, claro. Nosotros, como te he dicho, todas las decisiones importantes las consensuamos todos. Hay algunas que consensuamos más con nuestros padres y otras que las consensuamos nosotros dos.
Me has hablado de pasión por lo que haces, de que lo disfrutas, pero también de momentos en los que no puedes más. ¿Qué es lo más duro?
Llega un momento que te puede el agotamiento. Porque al final todos necesitamos unos días de desconexión, para volver con las neuronas más fuertes; y bueno en algún momento quizás el vértigo; el decir «Uy, dónde nos estamos metiendo..”
Pero no ha habido tampoco ningún momento que me haya marcado mucho, ni siquiera los años de crisis que han sido más complicados. Sí es cierto que la crisis nos ha enseñado mucho, ha sido auténticamente un master. Y con la puesta en marcha de la cadena ya hemos hecho un ‘súper master’. Pero tenemos tanta ilusión, que no le vemos la parte negativa, intentamos convertirla en positiva y en que sea un aprendizaje.
¿Recuerdas algún momento que hayas vivido en alguno de los hoteles que te haya parecido mágico?
Muchos. Es que nosotros tenemos muchos momentos gratificantes, la verdad. Por ejemplo en Viñuela, cuando los clientes te transmiten esa magia constantemente, cuando te cuentan que sentados en la terraza han tenido un momento de paz, de tranquilidad que han disfrutado muchísimo. Son momentos mágicos. Incluso en eventos. Yo he llegado a llorar en muchas bodas que a lo mejor no conocía ni la historia de los novios, pero son momentos mágicos.
María, cuando tu sitio de trabajo es un sitio como vuestros hoteles en los que predominan la tranquilidad y la paz, cuando te vas de vacaciones, ¿prefieres sitios urbanos y ruidosos o buscas disfrutar de esa paz en tu descanso?
Cuando una se va de vacaciones lo que quiere es desconectar, te soy sincera, me da igual irme a Nueva York, a París, que irme a Marbella, a Cádiz o a Ronda, si es un poquito más lejos mejor, porque ahí tengo a los míos, y si no me llaman y tengo que salir corriendo. (Se ríe) Lo que quiero es desconectar, y para desconectar no te tienes que ir lejos. Yo creo que no es necesario ni coger un avión, otra cosa es que te guste conocer mil sitios maravillosos que hay en el mundo. Pero en España y Andalucía hay sitios increíbles.
¿Tenéis muchos clientes que viven cerca de los hoteles?
Un porcentaje muy importante son extranjeros, pero también tenemos muchísimos clientes, por ejemplo, en los hoteles de la Axarquía, de aquí de la provincia, vienen muchos de Málaga y de Marbella. Al final lo que quieren es eso, dos, tres días de desconexión total. Y luego el cliente, como te he dicho antes, que viene del extranjero, llega con una idea de que todos los días va a estar haciendo algo, y cuando descubre el hotel no se mueve de allí.
Tú tienes hijos, ¿pero entiendes que haya hoteles que no se pueda entrar con niños?
Claro. Yo cuando mis hijos vienen a nuestros hoteles, hay momentos en los que me pongo muy nerviosa, porque son hoteles muy tranquilos y los niños, aunque los tengas bien educados, son niños. Nosotros no tenemos restringido el acceso pero la realidad es que nuestros clientes por lo general son parejas. Pero también tenemos turismo familiar en las vacaciones, en verano.
¿Hacia dónde vais? Porque esto acaba de empezar.
Tú lo has dicho, esto acaba de empezar. Bueno, nos hemos montado en un tren que no sabemos cuál va a ser su destino final. Pero irá hacia donde nosotros queramos. La verdad es que estamos muy ilusionados, ahora mismo vamos con paso firme, estable y poquito a poco que el mundo no se hizo en un día.
Y así, paso a paso en ese tren que no sabemos donde nos lleva a ninguno, María nos vuelve a recordar que lo importante es disfrutar del trayecto, llenando lo que hagamos de amor, pasión y por supuesto, con una sonrisa.
Fotografía: Lorenzo Carnero
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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.