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Una sorpresa que me recuerda que sigo teniendo mis alas

Una sorpresa que me recuerda que sigo teniendo mis alas

Hace mucho tiempo que no escribo nada en esta sección. O al menos, hace mucho tiempo que no comparto nada. Escribir sí que lo he hecho, porque para mí resulta terapéutico aunque no lo haya compartido con vosotros.

Están siendo años intensos, de mucho trabajo y cambios continuos, pero sobre todo de evolución personal e introspección. Cuando estás en un empleo en el que tienes asegurado un sueldo a fin de mes, la vida se ve de otra forma diferente a cuando tienes que salir cada día a ganártelo y más en un sector como los medios de comunicación e internet, en el que nunca sabes qué es lo que va a funcionar. Y al igual que esa “lucha” constante resulta agotadora, también es sumamente enriquecedora si sabes aprender las lecciones que te va dejando.

En la vida vas atrayendo lo que deseas de verdad, pero claro, hay que dar los pasos para conseguirlo y proyectar correctamente lo que quieres. Y cuando digo proyectar correctamente es tener muy claro que quieres tú, en tu interior.

Aún me recuerdo trabajando en la radio y llenando los papeles del guión con la palabra ‘éxito’ en garabatos mientras sonaba una canción. La escribía una y otra vez. Cuando di el paso y creé la revista, poco tiempo después, cuando me encontraba a determinadas personas, me decían “Me alegro mucho de tu éxito”. Unos lo decían de corazón y otros, porque eso se nota, con cierta molestia. No todo el mundo quiere ver a los demás- personas cercanas- triunfar. Especialmente cuando lo que haces no te gusta pero no tienes el valor para cambiar, entonces es más fácil desear que el otro caiga y demostrarte a ti mismo, que estás donde debes estar. No lo neguemos, hay personas que realmente nunca se van a alegrar de que te vaya bien, aunque sea solo fruto de lo que ellos creen en su imaginación y de la imagen que se han montado de tu vida. Como digo, eso se nota, pero cuando lo he percibido, en vez de sentarme mal, les he mandado mucho amor, porque es lo que necesitan. Debe ser durísimo vivir desde esa perspectiva.

Pero a lo que iba, eso de que me dijeran lo del éxito era una constante.  Cierto es que estar en determinados eventos o tener acceso a determinadas cosas te da una pátina de brillo especial… En un mundo en el que las apariencias parecen prevalecer sobre la realidad. Y cada vez que alguien me lo decía hacía una reflexión inmediata: ¿Éxito? ¿Esto es el éxito? Trabajar de lunes a domingo, sin fiestas de guardar. Hacer lo mejor mi trabajo e intentar atraer cada día nuevos anunciantes a la web, dejarte la piel por aquellos que ya están y crear contenidos interesantes que tengan repercusión. Ese era mi día a día desde la mañana hasta la noche. Y aunque la gente valoraba lo que hacía y contaba con el reconocimiento social, el resultado económico esperado y proporcional a ese esfuerzo no llegaba.

 

Llamarle a la revista “Yo Soy Mujer” en un momento se volvió en mi contra, porque exceptuando una parte de la población muy ruidosa, a la mayoría nos ha producido rechazo el movimiento de “feminismo extremo” que se ha puesto de moda estos años. Algo con lo que no comulgo, porque esto no va de “quítate tú, hombre” para “ponerme yo, mujer”. Creo muchísimo en el poder del individuo, de la persona, y eso debería estar por encima de ser hombre o mujer. Creo que además es algo que he demostrado con los contenidos de la revista, aunque quien no se haya ocupado en leerlos haya interpretado el medio a su manera. Yo solo quería mostrar historias de mujeres que nos inspirasen a las demás, que inspirasen a las personas. Porque no, no somos iguales. Sentimos generalmente de manera diferente y procesamos de manera distinta, y la identificación es una parte crucial para sentirnos inspirados.

Y continúo…Vivimos en una sociedad en la que nos hemos creído que la información es gratis, que no cuesta ni dinero ni trabajo sacarla adelante, que los medios de comunicación se mantienen del aire. Sin embargo, los medios públicos los pagamos entre todos, y los anunciantes son los que hacen posible que medios privados “gratuitos” o pagados sigan informando. En este tiempo me he sentido muchas veces que había gente que pensaba que yo tenía mi vida económica solucionada y hacía esto por entretenimiento y que no sabían ver que detrás de un “publícame” había trabajo y esfuerzo, horas de mi tiempo y mi saber hacer. Hay profesiones que posiblemente no tengan el reconocimiento necesario, y posiblemente sea culpa de quien formamos parte de ella. También reconozco que tengo mi parte de culpa por yo misma no ser capaz de transmitir ese valor. Y no puedo negar que a veces me he dicho eso de «ni agradecido ni pagao».

He de confesar que he estado a punto de tirar la toalla en varias ocasiones. Porque si he aprendido algo es a cambiar el contenido de la palabra ‘éxito’. El éxito no es brillar de cara al exterior, ni ese reconocimiento que llega de fuera, ni lo que pueden interpretar los demás sobre cómo es tu vida, aunque haya quien quiera seguir brillando solo mirándose en los ojos de los demás. El brillismo está de moda, y no solo por las lentejuelas en el vestir. En este camino que a veces se ha hecho muy cuesta arriba, el éxito ha tomado otro sentido. Ahora, para mí, el éxito es sentir paz interior, saber que estás haciendo lo correcto, dormir tranquila, tener tiempo para “perderlo” disfrutando de una conversación con una amiga o leyendo tranquilamente un libro. El éxito no es estar en este u otro sitio, en esta u otra fiesta. Fiestas a las que te invitan no por ti, sino generalmente para que se la publiques y a poder ser gratis. Como si te estuvieran haciendo un favor cuando lo que quieren es que se lo hagas tú. Ese nuevo éxito es al que aspiro.

No sé si estaré siendo muy dura, pero es la reflexión a la que me han llevado estos años en la selva y que me sale del corazón. Ahora, en todo hay una parte positiva, y mucho. Y normalmente esa parte positiva tiene forma de personas, de experiencias compartidas, de historias.

Hasta hace nada estaba sola con todo. Todo dependía de mí. Y la autoexigencia impuesta me hacía ser la jefa más dura que he tenido conmigo misma. Aún sigo en muchos momentos siéndolo, exigiéndome demasiado. Pero la vida en este camino me he hecho regalos maravillosos, como conocer a determinadas personas que me han ayudado a evolucionar, a veces sin ser conscientes de ello.

De nuevo, hace tan solo unas semanas, he estado a punto de tirar la toalla. Supongo que alguna vez os habrá pasado, llegar a estar totalmente agotada, necesitar parar y reformular el sentido- dirección- que quieres tomar en el camino. Pedí señales a la Universo sobre lo que debía hacer. ¿Seguir o abandonar? No me da miedo cambiar de rumbo, le he perdido el miedo a reinventarme, pero sí me producía cierta tristeza dejar atrás un proyecto en el que he invertido tantas ganas, ilusión y esfuerzo y en el que he reinvertido hasta el último céntimo que ha entrada en una apuesta incondicional por él. Pero estamos hablando de negocios, aunque sea también una pasión. Y si los números no salen…

En ese momento, en ese cruce de caminos con varios senderos a tomar, pedí al Universo, a Dios, a como cada uno quiera llamarle, que me mostrará claramente lo que debía hacer. Que me mandara señales claras. Y aparecieron, porque si hay algo en lo que creo es que cuando lo deseas muy fuerte se puede llegar a producir la magia.

Pero si me quedaba alguna duda, de que no debía rendirme, ni tirar la toalla, hace unos días un grupo de mujeres en forma de sorpresa me dieron la señal definitiva.

Aquel día me levanté pensando que iba a ser un día más. Mi marido me había pedido que le acompañase a una comida de trabajo con una de sus clientas a la que además considero amiga. Me apetecía verla y accedí. Lo que no podía imaginar es que esa cita se iba a convertir en un acto de agradecimiento de aquellas mujeres a las que he entrevistado en el espacio En Primera Persona. Un espacio que también dejé un poco aparcado por la inmediatez y la urgencia del día a día. Manoli Navarro, a la que conocí el mismo día que le hice la entrevista, fue la impulsora de este acto homenaje hacía mi… Comparto lo que siento en estas líneas, sin filtros.

Mi cara de no entiendo nada…

A todos nos gusta sentirnos reconocidos y que nos agradezcan nuestro esfuerzo, eso es innegable, pero por parte de aquellas mujeres yo ya había recibido el regalo más grande. Habían compartido conmigo sus vivencias, experiencias, historias, muchas veces diciendo con sus miradas más de lo que decían sus palabras. Cada entrevista cara a cara, las horas de trabajo ante el ordenador dándole forma a lo que me habían contado, era en la mayoría de los casos un regalo maravilloso.

Pues allí estaban. Mujeres sumamente ocupadas, con agendas completas, en puestos de mucha responsabilidad, dedicando ese tiempo y su cariño a estar junto a mí, a darme las gracias por haberles dado visibilidad. Nunca hubiese esperado tanto, quizá por ello quedé totalmente en shock.

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Macarena Regueira, Belén Jurado, Remedios Miralles, Isabel Naranjo, Setareh Morehgui, Yolanda Gutiérrez-Novis, Mariola Valladares, Mavi Artillo, Yolanda Ferrer, Lucía Miralles, Alejandra Pérez, Rosa Vera, Inma Atencia, Mely Rodríguez, Alicia Serrano, Ángela Callejón, Sara Gili, Concha Gross, Patricia Rueda, María Villar, Daphne Schavemaker, Esther Molina, Raquel Alguacil, Manoli Navarro, María Herrero, Daphne Martínez, Sandra Rojo, Sira Antequera, Juanibel Vera, Claudia Cano, Carolina López y Aitor San José .

Mi mente controladora, al verlas a todas allí, pensó que había un acto de mujeres relevantes de Málaga y que yo no me había enterado. En cuestión de milésimas de segundo pasó por mi cabeza que al haber perdido recientemente WhatsApp en mi número de teléfono habitual no me había enterado de aquel encuentro que tenía que publicar. Las conocía a todas, pero yo no estaba allí porque estuviese ni invitada ni convocada. De hecho, cuando me dijeron que era una sorpresa no terminaba de entenderlo. No, no era mi cumpleaños, pero era el regalo más bonito y emocionante que me hacía la vida en mucho tiempo.

Aunque haya quien no lo pueda creer, me cuesta mucho ser protagonista. Aunque mi trabajo y los tiempos en los que vivimos requieran de cierta exposición pública, pero me siento mucho más cómoda dando protagonismo a los demás. No me considero ejemplo de nada, de hecho lo que he aprendido en este recorrido, ha sido la mayoría de las veces dándome golpes contra muros, tropezando con baches y equivocándome. Por eso Dios me libre de intentar dar lecciones a nadie.

Si había pedido señales claras, aquella era la más potente de todas. “Sigue, no te rindas”, era el mensaje que sin ellas saberlo me iban a transmitir aquella tarde. Eso me demuestra, una vez más, el poder del agradecimiento.

Mely Rodríguez y Daphne Martínez
Esther Molina, Raquel Alguacil y Manoli Navarro
Con Setareh Mohregui
Raquel Alguacil, Patricia Rueda y Juanibel Vera
Con Yolanda Ferrer
Con Remedios Miralles, Sara Gili y Alicia Serrano

Remedios Miralles, Sara Gili, Alicia Serrano, Concha Gross, Inma Atencia, Yolanda Gutiérrez-Novis, Claudia Cano, Carolina López, Rosa Vera, Ángela Callejón

Con Lorena Codes
Yolanda Gutiérrez-Novis, Sandra Rojo, Daphne Schavemaker, Sira Antequera y Setareh Mohregui

No tenían que hacer nada, yo no esperaba nada, gracias a esas entrevistas he ganado amigas maravillosas en muchos casos, pero ese reconocimiento, ese cariño era un impulso para recuperar la ilusión y seguir caminando por este sendero que a veces es tan complicado. Mujeres que son líderes en su profesión me recordaban que tenía alas y que podía seguir volando.

No sé dónde conducirá este camino, y si alguna vez todo esto adquirirá otro sentido mucho mayor, pero ahora mismo ya no es tan importante ese destino, porque creo que la emoción está en recorrerlo, disfrutarlo y vivirlo a cada instante. Todo en la vida pasa por algo y es como es porque así tiene que ser, aunque en ese momento no terminemos de entender el “para qué”. Al menos, eso es lo que he comprobado en mis 44 años de existencia.

Me quedan muchas cosas que decir. Pero aún se me hace un nudo en la garganta y me quedo sin palabras al recordarlo. Gracias Manoli por hacerlo posible. Gracias Aitor porque lo que la vida no te devuelve por un lado te lo devuelve por todo, y sin ti todo esto no existiría. Gracias a todas por vuestro cariño y por vuestro tiempo. Gracias a las que no pudisteis estar. Gracias por darme una lección y recordarme que debo creer en mí y que la honestidad sí está valorada. Gracias al Universo por el mensaje. ¿Hay algo más maravilloso que dar las gracias? Pues eso, mil millones de gracias.

El jueves en Cenas con Chispitas me puse esta chaqueta en vuestro honor 😉
Ver comentarios (2)
  • Has recorrido un camino difícil, te has reinventado, por el medio incluso enamorado y casado… Cómo no quieres que mujeres competentes, solidarias, inteligentes y generosas quieran agradecerte tu colaboración para explicarle al mundo su vocación? Lógico. Sigue adelante, aunque esté de acuerdo en que ser visible 24/7 es bastante coñazo. Hasta Isabel Preysler necesitó de unos meses de asueto público… Felicidades por tu trabajo y que sigas cosechando éxitos.

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