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Mercedes Acebal, radióloga: «La mayoría de las mujeres se van a morir de otra cosa, pero no de cáncer de mama»

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Mercedes Acebal, radióloga: «La mayoría de las mujeres se van a morir de otra cosa, pero no de cáncer de mama»

El cáncer de mama es una de las principales enfermedades que afectan actualmente a las mujeres. La mitad de la población femenina sufre de esta lacra. Afortunadamente, la medicina ha avanzado tanto y el trabajo de concienciación que se ha hecho ha sido tan grande que, con toda la información en nuestro poder, tenemos la capacidad de prevenir, detectar y asimilar todo lo que esta enfermedad conlleva.

Este tema, tan tabú hace unos años, también afecta a hombres. Sin embargo, el porcentaje de varones afectados por el cáncer de mama es tan pequeño –de un 1%– que, en esta ocasión, la atención es para ellas.

Pero a pesar de toda la información que poseemos ahora, no siempre la población le presta toda la atención que se debería. A veces por miedo, a veces por el ritmo frenético que llevamos, que nos hace preocuparnos por todo menos por nosotros mismos, e, incluso, por desconocimiento a las pruebas en sí y los plazos.

Para tratar este tema y todo lo que lo rodea, hemos hablado con Mercedes Acebal, jefa de servicio de radiodiagnóstico del Hospital Universitario Virgen de la Victoria y radióloga especializada en el cáncer de mama.

 

Mercedes hace una labor a diario que no es sencilla, ni desde el punto de vista del trato con los pacientes ni cuando se trata de gestionar una maquinaria tan gigantesca como la que está al cargo. «No creo en la suerte ni en que las cosas te vengan rodadas», me dice. «Creo en currártelas«. Y, echando la vista atrás, sabe de lo que habla.

Su hija nació en octubre de 2006 y ella se examinó de las oposiciones en el 2007. «¿Cómo pude estudiar con una niña enganchada a mí?«, ríe. Con todo y con eso, fue la primera de su tirada de opositores. Al reincorporarse de la baja maternal, el gerente del Hospital Costa del Sol, donde trabajaba entonces, le ofertó una jefatura de sección para poner en marcha el Hospital de Alta Resolución de Benalmádena. Acababa de llegar de la baja pero se lo había ganado a pulso. Más tarde, y con una hija con 3 años, llegó al servicio en el que trabaja actualmente, con 160 personas a su cargo.

Probablemente, su historia es diferente pero el azar y su trabajo permanente le han llevado a desempeñar una ocupación que siempre ha querido, lidiando día tras día con una enfermedad –el cáncer de mamaque aun siendo el más frecuente en el sexo femenino, no es el más mortal; la supervivencia a los 5 años es casi del 83%.

¿En qué consiste tu trabajo?

Mi trabajo tiene dos vertientes: la asistencial y la gestora.

La vertiente asistencial, que es la que más me gusta, tiene un trato con pacientes por lo que es más cercana y te puede llenar más que la vertiente gestora. Tiene mucho de humanidad

Como radióloga, hago pruebas de diagnóstico a todo lo que afecte a la mama; puede ser un cáncer, pero no tiene por qué. Los radiólogos lo que hacemos es hacer diagnostico a través de la imagen o de fuentes de energía como los rayos x o las ecografías. También, hacemos biopsias guiados por esas imágenes.

Una vez que hay un diagnóstico, se discute ese caso en los comités multidisciplinares de patología mamaria, donde van profesionales de distintas áreas de conocimiento. Entre todos, se decide cual es el tratamiento mas adecuado para ese caso en particular teniendo en cuenta edad, antecedentes, tamaño de la lesión, los ganglios… Es una cosa muy importante en el cáncer de mama que tanto en el diagnostico precoz como en el tratamiento se hagan comités multidisciplinares, para solucionar problemas de cualquier aspecto que afecte a la mujer.

Por otro lado, la labor de gestión y organización del servicio de rayos es también compleja. El servicio de rayos es central por lo que estamos en un área hospitalaria constituida por este hospital, el Clínico, por el Centro de Especialidades San José Obrero, por el Hospital Marítimo de Torremolinos y por el hospital del Valle del Guadalhorce. Gestiono la actividad que se va a realizar en cada centro, priorizando pacientes, intentando que las pruebas se hagan como marca el Decreto de Garantía de Respuesta en 30 días. Somos 160 personas entre los cuatro centros solo el departamento de rayos.

«Es complicado enfrentarse a una profesión tan humana y cercana si no tienes vocación»

¿Lo tuyo fue vocacional?

Yo creo que sí. Es complicado enfrentarse a una profesión tan humana y cercana si no tienes vocación. También es cierto que vengo de familia de médicos: mis padres, mis hermanos y mi marido lo son; mis sobrinos están estudiando para serlo. La única que no tiene relación con la medicina es mi hija y porque tiene 12 años, no sé si dentro de un tiempo también se dedicará a esto.

¿Siempre has querido especializarte en radiología y cáncer de mama?

Cuando yo estudiaba, el radiodiagnóstico era una gran desconocida, ahora ya no tanto. El radiodiagnóstico va de la mano de la tecnología, y el gran desarrollo que han tenido las TICS desde hace 10 años hace que una especialidad como la nuestra, con poca posibilidad ante el usuario, ahora es muy atractiva.

Cuando tuve que elegir esta especialidad, varias personas a mi alrededor me dijeron que era interesante y no se equivocaron. Si volviera a empezar, volvería a ser radióloga… seguro. Lo tengo muy claro. Estoy muy contenta y soy muy feliz con lo que he elegido.

 

¿Existen perfiles más afectados por el cáncer de mama?

El cáncer de mama es el cáncer mas frecuente en la mujer, pero no la principal causa de muerte. Hay factores de riesgo, algunos modificables y otros no. Estos últimos son los que tienen mas peso e incrementan el riesgo, son la edad y los antecedentes familiares. Ninguno de estos se puede elegir. Entre los que sí son modificables se encuentran la obesidad, el uso de determinados tratamientos hormonales, falta de ejercicio o la lactancia, que es protectora.

Lo que es cierto es que los no modificables son los de más peso, eso hace que no exista prevención primaria, que no es más que alejar al paciente de fuentes que ayuden al cáncer a existir. Pero sí que podemos hacer prevención secundaria, que es diagnosticar la enfermedad en estadios iniciales y entonces hacemos un tratamiento que disminuye la mortalidad y la movilidad, que son secuelas, del cáncer.

En este caso, la mamografía es la única prueba de la que hay evidencia científica que confirma que disminuye la mortalidad en cáncer de mama en la mujer porque es capaz de detectar las lesiones mas pequeñas; gracias a esto se puede actuar rápido. Hay estudios que dicen que disminuyen alrededor de un 35% el cáncer de mama. Hay pruebas complementarias a esta, pero ninguna la sustituye.

Un factor de riesgo importante es la edad…

La franja en la que la probabilidad de tener cáncer de mama es mas alta es de 50 a 69 años, por eso los programas de cribado poblacional se centran en esa franja. En gente de 30 a 40 se suelen usar técnicas como ecografía, porque la mama cuanto más joven, más sensible a las radiaciones ionizantes. Se empieza por ahí o por la resonancia magnética, pero la infalible es la mamografía. Estos programas se recogen desde hace muchos años en la cartera básica de servicios del sistema nacional de salud.

¿Cuáles son los principales síntomas?

Pues una lesión palpable, alteraciones en la areola o pezón, la retracción de este y la secreción hemática por el pezón son los principales síntomas de alarma. El dolor no es un signo de alarma, aunque suelen venir muchas mujeres por eso. No quiere decir que si te duele no tengas cáncer.

La mayoría de los casos, ¿cómo acaban?

La supervivencia por cáncer de mama, tantos los pequeños como los avanzados, supera el 83%. Cuando yo empecé hace 27 años en esto, encontraba estadios muy avanzados… Ahora se detectan tumores de 2 o 3 milímetros, con lo cual, la cirugía es mínimamente invasiva y con la radio o quimioterapia se curan muchas mujeres.

En casos de cánceres que son muy pequeños e indetectables por la paciente, ¿cómo llegan las mujeres a vuestra unidad?

Pues en casos de cánceres muy pequeños vienen del cribado poblacional. Hay algunos tan pequeños que el cirujano no sabe donde está, nosotros tenemos que poner un marcador, que llamamos arpón, que es como un alambre que anclamos a la lesión. El cirujano, siguiendo ese alambrito, tiene que quemar lo que hay alrededor, de tan pequeña que es. Siguen existiendo los tumores grandes pero lo normal es que se disminuya el tamaño de la lesión con quimioterapia y después se opere, con lo que el resultado estético es mucho mejor.

«Ahora, la mujer participa mucho más en las decisiones que antes, saben lo que quieren»

Ahora este tema tiene más visibilidad, pero ¿detectas falta de información?

Yo ahora mismo creo que no. La AECC y las sociedades científicas, entre otras, han hecho una labor muy importante animando a las mujeres a participar en los programas de cribado poblacional.

Cuando hablas con las mujeres, veo que hay un cambio muy radical en lo que te demandan ahora y la capacidad de estas en la toma de decisiones. Ahora, la mujer participa mucho más en las decisiones que antes, saben lo que quieren. Incluso a veces, ofrecemos una cirugía conservadora porque el tamaño del tumor es pequeño y la mujer decide quitarse la mama entera. Las mujeres están muy informadas y formadas.

También te preguntan tu opinión como médico, claro está, pero el cambio es notable. Antes, la palabra cáncer era tabú, ahora el cáncer de mama es tan frecuente –afecta al 50% de la población femenina– que se habla de él y se trata con éxito. La mayoría de las mujeres se van a morir de otra cosa, quizás de ancianas, pero no de cáncer de mama. El cáncer más mortal en mujeres es el de pulmón.

 

¿Recuerdas algún caso que te haya marcado especialmente, por positivo o negativo?

Hay casos que te marcan. El más terrible fue una chica muy joven con gemelos. Tenía un cáncer de mama y me dijo “Mire doctora, yo sé que esto no es bueno, pero yo no me puedo morir ahora que tengo dos niños muy pequeños”. Me lo dijo hasta con cierta frialdad. Los niños tenían menos de un año. Eso me provocó un pellizco en la barriga, también por la fortaleza que demostraba. Esa mujer ahora sigue sana, pero me impresionó.

Casos más positivos son los de pacientes que han terminado siendo amigas y a las que admiro. Por ejemplo, a las voluntarias de la AECC, con las que he trabajado bastante. Tienen una generosidad increíble y algunas han sido pacientes mías; creo que hacen una labor maravillosa… Ellas sí que tienen mérito, porque haber pasado por esa enfermedad y ayudar a otras mujeres y facilitarles el pasos por ahí es fuerte. Desde que detectan el bultito hasta que se curan, pueden ser dos años duros… Es un camino difícil, pero son mujeres valientes.

En cuanto a los plazos de las pruebas… ¿Tardan mucho?

Ahora mismo, en concreto, y afortunadamente, no tenemos demoras. Además, la Consejería de Salud ha establecido con un Decreto de Garantía de Respuesta que desde que se solicita la prueba hasta que se realiza no deben pasar más de 30 días naturales. Mi parte gestora intenta que esto se cumpla. Es cierto que revisamos una a una cada solicitud de esta patología, y las citas se dan priorizando a los pacientes más graves o que corren más peligro, teniendo en cuenta los factores de riesgo que he dicho antes.

Cuando te quitas la bata, ¿cuesta no llevarse el trabajo a casa?

Cuesta, pero tengo suerte porque puedo hacer la desconexión al llegar a casa. Tengo como un interruptor on/off. Por la mañana, antes de llegar al hospital, estoy en casa haciendo cosas de mis investigaciones y estudios, después trabajo aquí. A las cinco de la tarde recojo a mi hija, y a partir de esa hora y hasta que mi hija se acuesta soy madre coraje.

Mi historia personal es probablemente diferente a la de otras muchas mujeres: me casé con 39 años y me llevo con mi hija 41. Mi hija tiene 12 años y me vuelco en ella. Cuesta no llevarse el trabajo a casa, pero tengo la capacidad de distraerme en mi burbuja.

Aunque admito que hay ciertas situaciones personales que vivo en el trabajo que después me dejan cavilando en casa: “esto lo podríamos haber hecho mejor”, “esto podría haberse solucionado más rápido…”. También, ciertos pacientes que me hacen pensar “madre mía, la vida cómo se ceba con determinadas personas”. Eso también te lo llevas a casa y das gracias por tener una familia sana y con salud. Cuando tuve mi familia, que tardé bastante, si que me cambió las prioridades.

¿Como es el momento de dar diagnósticos?

Es un momento duro y complicado. Tienes que hacerlo con tacto. No es solo dar la mala noticia, sino abrir un abanico de posibilidades para que la persona se agarre a alguna. Tienes que dar el diagnóstico y las soluciones posibles. No se pasa bien.

Tener ese tacto te lo da la experiencia, y lo que vives. Hay que ser humanos. Hay mujeres a la que les puedes explicar cosas de pie, al lado de la camilla, otras con las que tienes que sentarte y tocarlas. Hablas, dedicas más tiempo con ellas. Algunas señoras se despiden abrazándose a mi y dándome dos besos. Intento siempre que la relación no sea fría.

Supongo que habrá existido algún momento en el que supieras de antemano que el diagnóstico no era bueno, ¿cómo te enfrentas a este momento?

Muchas veces, solo con ver la mamografía o ecografía ya sabes que la probabilidad de que eso sea cáncer es mayor del 65%. No es fácil, por mucha experiencia que tengas. Es que le estás viendo la cara a la mujer, la conoces. No es un nombre ni un número. Las mujeres me dicen que están muy nerviosas, les digo que es normal, que, si yo no tuviera la bata y estuviera en esa cama tumbada, también estaría nerviosa. Lo normal es preocuparse.

Redacción y fotografías: Pablo Navarrete

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