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María Paz Hurtado

María Paz Hurtado

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María Paz Hurtado nació en Sevilla. La que hoy representa a una de las empresas malagueñas más exitosas en el panorama internacional, Hutesa, sabe lo que es el trabajo, el esfuerzo y el hacerse a sí misma. Nadie le ha regalado nada, más que su madre, valores, educación y formación, además de enseñarle a ver todo lo maravilloso que tenemos en esta vida y que no cuesta dinero. Algo que se nos olvida muchas veces valorar. 

Perdió a su padre cuando sólo tenía 7 años, pero se crió al lado de una mujer fuerte, con ideas muy avanzadas, que sabía que lo único que le podía dejar a su hija era una buena educación. Para dársela renunció a todo lo material, pero María Paz supo responderle, y desde muy niña compaginó sus estudios con clases particulares que impartía a otros críos más pequeños. Con sólo 16 años empezó a trabajar en una fábrica de aceitunas como oficial administrativa. La vida la situó en el departamento de exportación de la empresa, y ella que no se conforma, quiso aprender más. Trabajaba y estudiaba, y por encima de sacrificio, veía la oportunidad que tenía por delante, porque como le había inculcado su madre, el saber no ocupa lugar. 

 

El amor la trajo a Málaga, donde enseguida encontró trabajo en el mismo sector. Pero aquello no duró mucho, porque la empresa quebró. María Paz no es mujer de estarse quieta, parada, viendo pasar la vida, le gusta ser la actriz principal, la protagonista, y tomó las riendas y con una máquina de escribir, un teléfono, un teletipo y un fax, mientras le daba el biberón a su hijo, empezó a prosperar. 

En muy pocos años el crecimiento del negocio que había creado fue exponencial, lo que la llevó a montar Hutesa, cuyas instalaciones están en Fuente de Piedra. Desde allí se envasa y exporta aceituna de mesa a muchos lugares del mundo. Actualmente genera 50 empleos directos y otros tantos indirectos. 

María Paz se siente malagueña, y no sólo de adopción, sino como dice ella de “absoluta creencia”. Hasta el punto de que no se preocupa sólo de sentirse de la tierra, sino de aportar con su conocimiento y experiencia, además de con su empresa, a quien pueda ayudar. 

Confiesa que desde que recibió la Medalla de Andalucía, se siente además en deuda con la región. Aunque no le de dinero, le aporta felicidad darse a los otros. Por ello desde hace 14 años lleva la presidencia de la Comisión de Comercio Exterior en la Cámara de Comercio, desde hace 3 años es la presidenta del Consejo de la Empresa Familiar a nivel de Andalucía en la CEA y es la presidenta de la Fundación Esesa.

María Paz está convencida de que se llega donde se quiera llegar, huye del mensaje victimista y de las excusas. Le apasiona su trabajo y está profundamente agradecida a la vida.

No nos habíamos visto nunca hasta el día de la entrevista. La primera impresión que me llevo es la de una mujer fuerte, con las ideas muy claras, sabe muy bien lo que quiere y lo que no quiere, y no está dispuesta a dar a torcer su brazo si algo no la convence. En un primer momento incluso me resulta un tanto «altiva». Tremendos prejuicios los que hacemos con tan pocos datos. 

Nos sentamos a charlar, y esa imagen, esa armadura del principio se va derritiendo poco a poco y deja lugar a una mujer, a una persona, con un fondo espectacular y una historia de superación que merece la pena escuchar, o en este caso leer. 

Nunca ha sentido que no tenía nada, porque siendo niña, teniendo a su madre y el futuro por delante lo tenía todo. Ha tenido más presente lo que tenía que lo que le faltaba, sin dejar de poner el foco en lo que quería conseguir. Y lo ha conseguido. Lo ha hecho. 

Si nos concedéis un momento, os invito a sentaos con nosotras. Málaga a mediodía, y no, no vamos a comer.

¿Cómo recuerdas tu infancia?

Mi madre era maestra y recuerdo una infancia dura, pero llena de enseñanzas positivas, nunca me ha frenado la negatividad. Hay una frase que repito cada vez que puedo y es “que tu origen no marque tu destino». Uno nace donde nace, vive como vive, las circunstancias familiares son las que son o las que sean en cada momento, pero con la madurez nadie tiene derecho a reprochar a los padres que le regalen nada. Uno es dueño de su destino si quiere serlo, pero con su esfuerzo, con dedicación, con trabajo y con persistencia evidentemente. Cada uno llega donde se pone el objetivo.

¿Cuáles eran tus inquietudes cuándo eras jovencita?¿Tenías todo tan claro como ahora?

No, yo creo que nadie tiene claro nada cuando es joven. Cuando eres niña o adolescente lo que tienes claro es que tienes que comer cada día, que te tienes que formar, que tienes que aprobar, y yo tenía claro que tenía que contribuir a la economía familiar, a pagar los gastos, la luz y llenar la nevera. No hay más, yo no sé si alguien tiene el prodigio, la brillantez y el don de la iluminación como para con 12 o 14 años saber claramente a lo que se quiere dedicar.

Yo, en el día a día, a trabajar mucho, a ser hoy mejor que ayer y a terminar un poquito antes. Toda mi vida he estado trabajando y luchando.

 

¿Con qué edad empezaste a trabajar?

Con 16 años en una empresa del sector de la aceituna en Villamarín, lo que hoy pertenece al Grupo Dcoop.

Tuve la gran suerte de estar en una empresa pionera, líder a nivel mundial. Es como el que tiene la suerte de jugar en el Real Madrid. Ahí me formé con magníficos profesionales, nunca agradeceré bastante a todos los que me formaron, como mi jefe. Creo que fue una magnífica escuela que supe aprovechar.

Eras una cría, ¿cuántos años estuviste allí?

Empecé con 16, ya casi con 17 años terminé bachillerato, lo compaginaba. Empecé a trabajar como aspirante a auxiliar administrativo y estuve allí diez años aproximadamente.

Pedí a mis jefes que como no me podían pagar más en el salario, me lo dieran en formación y así lo hicieron. Me matriculé en Dirección y Administración de Empresas en Marketing y Dirección Comercial. Iba todos los días durante tres años a Sevilla desde Dos Hermanas. El curso era de 6 de la tarde a las 10 de la noche que me volvía a Dos Hermanas, y al día siguiente había que trabajar. Y estamos hablando de una edad temprana. Todo es fruto del esfuerzo, pero además sin pararte a pensar si está lejos o cerca, si hace calor o frío, sencillamente en lo único que piensas es en que tener la formación es esencial para poder aspirar a algo más.

Entonces en aquel momento, ya sí tendrías un objetivo, porque cuando decides hacer esa formación y además estás trabajando, renuncias a otra serie de cosas…

Es que yo creo que se puede compatibilizar todo. No es dejar esto por aquello. A mí me encantaba estudiar, era buena estudiante, estaba becada, por lo que tenía qué pagarme los estudios con buenas notas. Y mientras estudiaba en el Instituto, con 14 o 15 años, daba clases particulares por la tardes. Ganaba 3mil pesetas entonces. Con eso me pagaba los bocadillos, los libros y lo que hacía falta. Llevo trabajando toda mi vida y me encantaba poder hacerlo, poder contribuir algo en casa.

Estoy muy agradecida de que mis jefes de aquel momento me apoyasen con la formación.

Cuándo saliste de aquella empresa, ¿qué puesto tenías?

Llegué al techo máximo en aquella empresa, que era ser oficial de administración y responsable de una serie de mercado, de la tramitación y toda la gestión burocrática en exportación, pero siempre supervisada evidentemente por el director comercial. En una empresa como esa, y en aquellos años, para llegar a un puesto así tenías que ser hombre para poder viajar y poder decidir… Estamos hablando del año 76 al 85.

Era una época donde el hecho de ser considerada, respetada y que te diesen la oportunidad de formarte, de trabajar y de formar parte de un equipo de primera, ya era mucho, no había más que pedir. Nunca he pedido mucho, solo he querido que me diesen la oportunidad de poder ganármelo, que no me pongan palos en las ruedas. Sencillamente que me dejen en mi camino.

Supongo que trabajabas también porque la situación económica era limitada en casa…

Mi madre estaba viuda, teníamos una vida humilde pero estudiaba en el colegio La Sagrada Familia, un colegio de pago. Y ahí estaba yo con los mejores, con la crème de la crème de Dos Hermanas. Mi madre priorizó mi educación y fomentar en mí el espíritu de superación, el modelar y potenciar mis capacidades y la autoestima.

Mi madre me enseñó a disfrutar de un bonito amanecer que es gratis, de un bonito atardecer que es gratis, de las noches de verano en un colchón en el suelo mirando las estrellas, y diciendo: «Gracias, estamos las dos juntas y tenemos un magnífico mañana». Y crecí con eso. Y eso te da una fuerza que creo que muere con una, eso es difícil de perder, de transmitir no lo sé, pero son momentos irrepetibles, sin grandes lujos pero con el mayor lujo de la compañía, del afecto, del cariño; el cielo por montera y toda una vida por delante para hacer con ella lo que seas capaz de hacer.  Con talento, con dos ojos, con dos piernas, con dos brazos, un poquito de educación y un poquito de suerte, pues aquí estamos.

 

¿Crees en la suerte?

Yo creo en que la suerte, como decía Picasso, te tiene que coger trabajando. Pero a pesar de que se trabaje mucho, de que seas muy perseverante, que seas muy hábil, que tengas todos los ingredientes para que se den esas circunstancias especiales, sí creo que tiene que ver con una parte de suerte. Estoy convencida.

Creo que hay mucha gente que hace una misma cosa, y a lo mejor por un minuto no cogiste el tren y lo perdiste, porque se te rompió un tacón o te doblaste un tobillo. Las capacidades son las mismas. Y cuando a pesar de haberte torcido el tobillo y haber perdido el tacón el tren tiene una pequeña avería y se espera hasta que tú llegues, yo a eso le llamo suerte. Tú estás corriendo y poniendo los medios, pero hay veces que hay algo o alguien, que sin lugar a duda, parece que favorece que las cosas te vayan mejor o peor.

¿Qué te motivó a empezar con tu empresa?

No soy empresaria de vocación. Me encanta que alguien diga con 20 años que quiere ser empresario, pero no es mi caso.

Tuve la gran suerte de conocer a mi Maríado en Torremolinos en el año 81, con él llevo 38 años. Es una persona excelente, el mejor compañero que se pueda tener, que me anima, me acompaña, me sustenta, con un nivel de generosidad altísimo. Uno de los dos tenía que renunciar a su puesto de trabajo, y yo ganaba menos que él y había tocado techo, así que me vine a Málaga.

Me casé en enero del 85 y en abril ya estaba trabajando en la única empresa de aceitunas que había en Málaga, que es la que hoy es nuestra, lo que entonces era ‘Olivas de Málaga’.

Cerró sus puertas en el 87 y yo me quedé con la cartera de clientes que había aportado y empecé a comprar y a vender aceitunas por mi cuenta. Le compré a ‘Olivas de Málaga’ el teletipo, que todavía está en mi oficina en la entrada como monumento a los comienzos. Empecé como autónomo, me acogí al pago único de las cotizaciones previas, pagué el teletipo, pagué la máquina de escribir, me traje el fax también y empecé. No había ordenadores ni había tantas modernidades como ahora, que ahora da gusto poder trabajar con las nuevas tecnologías de la era digital.

Me llamaba entonces «Comercial Aceitunera y Malagueña”. Y así llegué hasta el año 91, donde llegué a facturar, comprando y vendiendo, 3 millones de euros.

Tenía un despacho en una habitación de un piso, donde trabajaba mientras criaba a mi hijo, que nació en el 86. Mi hijo fue al colegio con cuatro años, estaba en casa conmigo. Afortunadamente lo pude disfrutar.

Veía una partida de aceitunas, la compraba, la envasaba y la vendía. Y esto llegó a un nivel suficientemente importante como para tener que tener estructura. Entonces decidimos comprar la fábrica que estaba cerrada desde el año 87.

¿Tu Maríado ya trabajaba contigo?

Mi Maríado entonces estaba trabajando en Melia Costa del Sol, hasta que empezó ya con nuestro negocio. Me apoyó totalmente. Él lleva todo el peso de la administración y la gestión, es el Consejero Delegado. La empresa se basó en mi experiencia comercial y de conocimiento del producto, y en su experiencia de gestión empresarial.

Teníamos un adosado y cuatro hipotecas en el año 92. En una época de crisis y con intereses al 18%. Había que comprar maquinaria y montar toda la fábrica, porque allí no había nada. Y había que generar confianza y empezar.

En el año 94 empezamos ya a envasar y a comercializar con nuestra marca y con marcas blancas.Y así pues hemos ido creciendo hasta la fecha.

¿Por qué siempre has exportado y nunca habéis comercializado aquí?

Fueron las circunstancias. Uno tiene que tener una estrategia profesional y personal, hay que tener un plan a corto, medio y largo plazo, el plan que sea, pero un plan A y un plan B, por si te falla. Y en este caso, necesitaba vender. Necesitaba garantía de cobro. Me abrían las cartas de crédito, las negociaba con el banco, anticipaba el dinero, que me permitía comprar y poder venderle al cliente. Y esto solamente se hace en exportación con carta de crédito o con prepago.

No tenía ningún espacio para entrar en el mercado nacional vendiendo aceitunas, que es un producto archiconocido y donde empresas de mi sector son líderes y muy conocidas. Era eso o vendía a bajo coste una marca desconocida y en ese caso tenía que afrontar los pagos a 90 o 180 días.

La inviabilidad de mi capacidad económica no daba para el desembarco en el mercado nacional, a pesar de que España es el primer consumidor de aceitunas del mundo. Así nació mi vocación exportadora, porque era lo que mejor conocía.

En Sevilla trabajaba en el departamento de exportación, a pesar de que era una empresa que estaba firmemente posicionada en el mercado nacional. Es lo que tocó. Nunca me he planteado si esto me tenía que gustar o no. 

Yo creo que hay que apasionarse con lo que a uno le toca vivir, con cada momento que te ofrece la vida y en cada circunstancia tienes que hacer lo que te toque lo mejor que sepas, estés donde estés. Lo importante es que hagas lo que hagas lo hagas bien y destaques, lo que no puedes es ser del montón. Tienes que poner pasión, tienes que poner alma, tienes que poner vida y tienes que hacer las cosas mejor que nadie, ser creativo y superarte. Con eso se llega donde uno quiera llegar. Indiscutiblemente.

 

En aquel momento, cuando empiezas, ¿te encuentras con dificultades por ser mujer?

Siempre he hablado de este tema bajo mi perspectiva personal y, tengo que decir, que lo que a mí me ha ocurrido a lo mejor no es lo normal. Estoy hablando de hace treinta años y que especialmente nos movemos mucho en el mundo árabe, y jamás he tenido ningún incidente de nada. Tampoco lo he provocado. He viajado por el mundo árabe y no he tenido ningún inconveniente, respeto sus normas y me han respetado a mí. A nivel sectorial pues tampoco hay muchas mujeres en el sector agroalimentario, en un ambiente rural, con una materia prima muy enraizada a nuestra región y a nuestra cultura y que después tienes que llevar a los paladares más exquisitos a nivel mundial.

Estamos en más de cuarenta países. Somos una empresa potente, con un crecimiento sostenido anual de dos dígitos, se dice pronto, respetado por nuestros clientes, por nuestros proveedores, y por nuestra competencia. Y como mujer, ni mi competencia me ha puesto nunca inconvenientes, todo lo contrario; creo que me respetan y yo las respeto mucho más porque tengo mucho que aprender de los que empezaron mucho antes que yo, lo hacen muy bien.

Mi Maríado es una persona con una mentalidad abierta y de apoyo incondicional a la mujer. No tiene ninguna reticencia, él tampoco tiene ningún inconveniente, ni lo ha tenido nunca, en colaborar en las tareas domésticas, en trabajar, en hacer lo que haya tenido que hacer.

En aquella época muchas mujeres que llegaron a puestos altos en el mundo de la empresa en cierto modo se masculinizaron, hasta en la forma de vestir…

Bueno, yo creo que soy absolutamente femenina, lo he sido siempre, bastante atrevida, me gustan los colores fuertes, y la feminidad. Nunca he tenido que cambiar mi atuendo por ajustarme al perfil masculino. Yo creo que una tiene una impronta y te vas adaptando rápidamente al medio. Sencillamente tienes un rol empresarial positivo, de creación y de crecimiento, por encima de otras cosas.

Tengo un equipo que empezó con nosotros en el año que abrimos las puertas y muchas de esas personas, que tienen posibilidad de jubilarse, porque tienen más de 65 años, deciden seguir con nosotros, por algo será.

Siempre hemos reinvertido los beneficios en la empresa. Yo sólo sé ir muy tempranito a Fuente de Piedra y dedicarme a mi familia de Hutesa.

¿Tu madre vivió tu éxito a nivel empresarial?

Mi madre falleció en 2004 y con demencia senil, con lo cual estábamos casi en los principios de la empresa. Le hubiera encantado vivirlo, porque era una mujer potente de fondo y de forma, y que ha luchado siempre por la independencia de la mujer, y para ser independiente. Tenía claro que había que tener formación y capacidad intelectual para llevar a cabo esa formación.

La única manera de ser libre es, repito, tener formación, educación, generar recursos, y poder ser la protagonista de tu vida, no depender de nadie, al menos económicamente, emocionalmente no mandamos en el corazón y los sentimientos. Pero cuando una depende económicamente de pagar la factura de la luz, pocas libertades podemos ejercer y estamos hablando de la mentalidad de una mujer nacida en 1904.

María Paz muchas personas que como tú han llegado donde están por méritos propios, corren el riesgo de educar a sus hijos dándoselo todo y convirtiéndolos en niños sin aspiraciones. ¿Cómo te planteaste la educación de tu hijo?

Mi hijo el primer móvil lo tuvo a los 18 años cuando se fue a Madrid a estudiar. Moto, no ha tenido nunca. Tiene 31 años y el primer coche lo compro hace tres años.

Ha aprendido a montar en bicicleta en la fábrica, ha cargado y descargado camiones en pleno verano, con el calor que hace en Fuente de Piedra. Hemos querido que sepa lo que cuesta poner las cajas en un palé y pasar calor y ver cómo viven los demás para que él se pudiera permitir estar estudiando en Madrid. Creo que los valores hay que transmitirlos y eso lo conoce mi hijo sobradamente.

No he sido una madre sobreprotectora. Ha tenido la mejor formación, la mejor Universidad a su alcance, y tiene más posibilidades de las que tuvimos nosotros cuando empezamos. Si los hijos no son capaces de mantener los proyectos familiares, de potenciarlos, y de hacerlos crecer, pues habrá que hacer una fundación.

¿Cómo lleva él trabajar con vosotros?

Eso te lo debería contar él, pero supongo que cuando se tienen dos referencias tan potentes, y hablo desde la perspectiva que me toca de madre, no debe ser fácil. Es muy respetuoso con nosotros, nos queremos mucho, discrepamos muchísimo, lo cual es muy bueno, muy creativo para todas las partes y lo lleva bien.

Nosotros éramos dos, él está solo, así que necesitará también que en la empresa empecemos a pensar en crear unas estructuras fuertes, estamos en ello. La parte más vulnerable que tiene Hutesa es que está todavía en manos de los fundadores y esa parte la tenemos que resolver cuanto antes. Yo no estuve sola, yo estuve con mi pareja, él de momento tiene treinta años, está soltero y sin compromiso. Pues habrá que hacerle el desembarco lo más fácil posible, porque además es nuestra obligación como empresa. Yo no me voy a ir voluntariamente, pero te puedes ir de repente y eso hay que dejarlo previsto.

¿Nunca te han tentado para entrar en política?

Creo que no. Yo creo que mi perfil no da para eso, soy políticamente incorrecta. Yo me conformo con potenciar la creatividad, la creación de empleo, de riqueza, innovar y con que no nos pongan tantas pegas en todas las administraciones e instituciones.

Ser empresario es complicado, porque hay muchas trabas, hay mucha normativa, hay mucha exigencia a todos los niveles.

 

¿Que objetivos tienes ahora María Paz?

Hoy sí tengo objetivos y hace cinco años tenía objetivos y hace diez años tenía objetivos, claro. Mi objetivo es doblar la facturación en los próximos cinco años. Tengo más ganas que antes, tengo más motivación que antes, tengo más deseos de crear que antes y más ilusión que antes.

Hay gente que me dice que ya podría retirarme o tener menos carga de trabajo. Para retirarme no tengo edad, podría estar más tranquila, pero en cambio no me lo permito. El poco tiempo que me queda fuera de la empresa, y  me apasiona, es para poder dedicarme a mi provincia, a mi entorno, a mi región…

Cuando en 2014 tuve el honor de recibir la Medalla de Andalucía, me lo creí. Yo no sabía muy bien por qué estaba allí, porque hay mucha gente con mucho mérito, pero la verdad, es que ser mujer empresaria, en el sector agroalimentario, con una empresa internacionalizada… Cuando te entregan la medalla y estás en el Teatro Maestranza, viendo allí a 1500 personas sentadas en aquel teatro maravilloso, reflexionas un poco y te planteas qué puedes hacer por tu región más haya de lo que hayas podido hacer hasta ese momento… Me planteé el futuro como agradecimiento a ese reconocimiento social.

Y es lo que hago, crecer y demostrarme a mí misma y a los que pensaron en mi nombre como merecedora del reconocimiento y la distinción, que no se equivocaron, que no soy empresaria temporal, sino que moriré con los tacones puestos si puedo y sino con un zapatito bajo, pero dedicándome a dar lo mejor de mí. Me motiva mucho.

En la Cámara de Comercio llevo la presidencia de la Comisión de Comercio Exterior, desde hace catorce años estoy saliendo y entrando con pequeños y medianos empresarios, enseñándoles lo que sé, diciéndoles donde no se pueden equivocar y donde sí, apostando por mercados, acompañándolos, mimándolos, dándoles mí experiencia y poniéndola al servicio de éste empresariado de mi provincia…

Ahora estoy en la CEA, llevo ya 3 años como presidenta del Consejo de la Empresa Familiar a nivel de Andalucía. Hay mucho pequeño y mediano empresario y otros grandes que están en tercera y cuarta generación, lamentablemente son los menos, para que nos digan a los que estamos todavía en primera generación dónde fallaron, qué es lo que no debemos hacer, dónde tenemos que apostar, y cómo se manejan las emociones. Ya no solamente la parte de los impuestos de patrimoniales y de sucesiones, sino cosas mucho más intangibles que dentro de la familia no sabemos cómo manejar. A todo eso le dedico tiempo y le dedico tiempo a la Fundación ESESA.

¿Son todos trabajos sin contraprestación económica?

Sin ánimo de lucro, ya me lucro con mi propio negocio, esto es una forma de devolverle a la sociedad. Ceo que tengo mucho que hacer, y todo el que me demanda o considera que mi experiencia, mi presencia o mis viajes por el mundo, pueden aportarle o puedo transmitir algo que sirva a alguien en un momento puntual, ahí estoy. En estos años he acompañado a muchas empresas en su internacionalización. Eso es riqueza para todos. Estas empresas a las que hemos acompañado estos años se han salvado de la crisis, están fuera, han creado empleo. A mí esto me da una satisfacción que no me lo paga la aceituna ni nadie.

¿La felicidad está en el dar y darse a los demás?

Desde mi perspectiva no hay manera posible de sentirte bien contigo como no sea dando a los demás y además tiene un retorno exponencial bestial. No hay nada mejor para mí y además, que no me paguen, porque me quiero sentir libre para poder decir lo que quiera y que me echen cuando quieran, o irme cuando quiera. Esa libertad mía a esta edad, no tiene precio.

¿Eres más religiosa o más espiritual? ¿O ninguna de las dos?

Yo creo que espiritual, religiosa no soy. Soy respetuosa con las religiones, con todas. Yo creo en el espíritu y en el alma y en que las emociones dominan al mundo. Por muchas nuevas tecnologías que haya, no superará nunca lo que es una mirada, lo que es un respirar, lo que es un olor, un sabor y lo que es un abrazo, eso no lo sustituye ningún ordenador y ningún robot que yo sepa. Están en ello, pero va a costar trabajo.

 

¿Qué le dirías a una chica que esté leyendo esta entrevista, que acabe de ser madre o pensando en serlo y quiera montar una empresa?

Lo he dicho muchas veces, no voy a decir nada nuevo. Uno no puede dar recomendaciones a nadie, lo único que me gustaría es que no tuvieran la necesidad de posponer su maternidad a la creación de ninguna empresa. La empresa más rica que tenemos es la posibilidad de ser madres, y la empresa si es la tuya, la puedes compatibilizar, porque no eres empleada de nadie, no dependes de nadie, más que de un apoyo familiar y se puede resolver, no es un gran problema. La proyección personal no espera, la familia tiene su momento y no creo que debamos renunciar; yo creo que es lo más importante que podamos tener, las dificultades se vencen y el negocio puede esperar.

Cuando trabajas por cuenta ajena y aspiras a un cargo ejecutivo a nosotras nos pasa que se nos presenta la proyección profesional, entre los 30 y los 40, eso es distinto. Ahí no puedes hacer mucho más que pactar y buscar soluciones o dedicarle todo el tiempo que puedas y no perder ese impulso o promoción profesional si es que tienes la posibilidad de conseguirla. Pero renunciar a la familia no.

Soy mujer, estoy casada, llevo casi cuarenta años con el mismo compañero de viaje y tengo un hijo, y se puede hacer todo, se puede tener una empresa, se puede viajar, se puede participar en muchos eventos… Pero tienes que tener, evidentemente, una cierta economía saneada que te permita buscar ayuda, nadie es Superwoman.

¿Qué le dirías si pudieses a esa niña de 13, 14 o 15 años que fuiste?¿Le darías algún consejo?

Le daría la enhorabuena, porque supo hacer en cada momento lo que tenía que hacer sin mirar atrás, y sigo sin hacerlo. Me felicito, porque no me perdí a mí misma. Sigo hablando contigo de aquella María Paz y sigue presente en mi vida. Mi madre y los que me acompañaron en esta travesía también. Ser agradecido es de ser bien nacido. Dice un amigo mío que el que no honra a quien le precede no puede esperar que le honre quien le sucede.

Soy una persona feliz, satisfecha profesional y familiarmente y estoy satisfecha conmigo misma. Y he hecho un gran énfasis: Soy una persona feliz, llena de ilusiones y de motivación y con muchas ganas de hacer muchas más cosas de las que hago, más y mejor.

Muchas de las cosas que me dice María Paz Hurtado en esta entrevista me hacen reflexionar sobre cosas de mi propia vida y de la sociedad actual. Determinación, tener claro el camino, el objetivo, y no perderse por el camino, mirar al frente agradeciendo el pasado, porque lo que vivimos y como lo afrontamos marca claramente quienes somos, sin echarle la culpa a nadie, ni siquiera a las circunstancias, haciéndonos totalmente responsables, protagonistas de nuestras vidas. 

Redacción: Ana Porras Fotografía: Agencia Puntopress

María Paz Hurtado

Fundadora y CEO en Hutesa

 

Audio transcripto por Atexto

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