La adolescencia es una de las etapas seguramente más apasionantes y complejas de la vida. Tal y como explica el profesor David Serrato, «estamos frente a una época donde debemos empezar a definir ya con cierta consciencia quiénes somos y qué queremos. Una época de inseguridad con una intensidad emocional muy alta, un tiempo donde todo lo que sentimos nos llega amplificado, así las alegrías nos vuelven locos y lo que no sale como esperamos, se puede convertir en un auténtico drama”.
La orientación de padres y educadores en esta época «donde nos sentimos profundamente vulnerables y expuestos, donde no confiamos demasiado en lo que somos, es fundamental para el futuro éxito de la persona en la sociedad que nos toca vivir, donde será básico para poder triunfar y tener una vida realizada, el poner nuestros talentos al servicio de los demás», sostiene Serrato.
«El problema del que hablo –continúa- es que el talento de una persona es algo que se desarrolla desde la conexión con el interior, y para eso hace falta saber ir hacia uno mismo», advierte el profesor.
«Aprendemos lengua para hablar con los de fuera, mates para contar lo que hay fuera, historia para saber que pasó fuera, conocimiento del medio para ver como crece y funciona lo de fuera…Todo hacia afuera, y muy poco de qué hacer con nuestra gestión emocional o encontrar aquellos talentos dentro de nosotros que deseamos poner al servicio de la comunidad para sentir realización y que nos comemos el mundo», explica el experto en educación.
Los sentimientos al fracasar en un examen, al no tener un grupo de amigos, al ser dejado por el primer amor, al estar en un deporte y perder, al dar un concierto del conservatorio y sentir que no se cumplen las expectativas de los padres no se resuelven con las matemáticas o la historia, necesitan de otro tipo de conocimiento y educación.
«Lo único que nos permite quizá ir un poco hacia adentro, son las llamadas asignaturas marías donde los chicos se pueden expresar a través de la educación física, la música, las artes plásticas, el dibujo….Materias donde he observado que podrían conectar con su esencia, sus emociones y expresarlas de una manera auténtica», reflexiona.
«Entiendo que las ciencias son necesarias, sin duda, pero lo siento, yo nunca he expresado gran emoción resolviendo una ecuación o haciendo una raíz cuadrada. Pero incluso aunque sean talentosos en estas materias marías no se lo valoraremos demasiado, ya que las importantes son las otras, que para ello se le dedican muchas más horas», asevera.
“Tenemos que darnos cuenta de la enorme responsabilidad que tenemos como padres y educadores de ayudar a las próximas generaciones a entrar en su mundo interior, para guiarlos al éxito, al saber gestionar y entender sus talentos», advierte.
El papel imprescindible del adulto de referencia
«El siguiente problema que he observado tanto en grupos como en sesiones individuales de trabajo, es que a un adulto le cuesta mucho ayudar a los adolescentes en este campo, porque no sabe hacerlo con él o ella misma y es muy complicado dar lo que no se tiene. Así que espero que la motivación de ayudar sea suficiente para que los padres crezcan en este ámbito de mirar hacia adentro para ser coherentes en la forma de actuar entre nuestros talentos, lo que sentimos y lo que hacemos», desea el profesor. A los adolescentes –recuerda- «hay que ganárselos, y eso se puede hacer dándoles tiempo de calidad y atención para que puedan ser ellos mismos”.
Antes de concluir, el experto recuerda la importancia de hablar: «Háblale de tus cosas en contextos donde estén tranquilos y a ser posible ociosos (no hace falta profundizar demasiado en tus temas, pero sí sobre cómo te hace sentir eso). Recuerda que tú eres su ejemplo a seguir, si tú no manifiestas lo que sientes, ¿Por qué van a hacerlo ellos?«.