El rápido contagio del coronavirus ha hecho que cambien muchas de nuestras rutinas habituales. Aunque no es un virus que se transmita por el aire, sino por las pequeñas gotas de saliva que se expulsan al hablar o toser, la situación actual demuestra que el continuo contacto de nuestro rostro con el resto de las superficies y personas está provocando que la pandemia no desaparezca.
Entre una de las medidas de prevención propuestas por la Organización Mundial de la Salud destaca una que, aunque a priori pueda parecer algo tonta, tiene muchísimo sentido: dejar de pagar en efectivo y usar tarjeta.
«Aconsejamos a la gente que se lave las manos después de manipular los billetes y que evite tocarse la cara«, dice el representante de la OMS. «Cuando sea posible, también sería aconsejable utilizar tarjetas de crédito contactless para reducir el riesgo de transmisión».
La verdad es que el dinero en efectivo cambia muchísimo de manos y las monedas y billetes, por este mismo motivo, acumulan infinidad de bacterias y virus. Si extrapolamos este hecho a todo el dinero en efectivo que se mueve en el mundo, el contagio podría ser imparable. De hecho, en países como China o Corea se han estado desinfectando billetes usados para, después de 14 días de cuarentena, volver a ponerlos en circulación.
Sin embargo, no está de más recordar que el virus no se contagia a través de la piel, por lo que tocar una moneda o billete con el virus no te contagiará de inmediato. El problema real es que esa mano con la que has tocado el dinero afectado toque la boca o los ojos. Por eso, lo importante, en cualquier caso, es lavarse las manos a menudo y concienzudamente.
De momento, el pago con tarjeta es una opción que puede funcionar por ahora. Sin embargo, si hubiera un apagón o se suspendieran del todo las entregas a domicilio, el dinero en efectivo sería el único modo de pago servible. Igualmente, a nivel psicológico, tener efectivo da una sensación de control en situaciones de estrés que pueden favorecer el bienestar de la población.
Sea como sea y como en todo en la vida, en el término medio está la virtud: si se puede, es preferible pagar con tarjeta, a ser posible contactless. De no poder, es importante mantener los niveles de higiene tras manipular dinero en efectivo.