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Viruca Yebra

Viruca Yebra

Me la encuentro en un evento antes de verano. No recuerdo con motivo de qué. Le comentó que no la veo nunca y me cuenta que en noviembre publicará su primer libro «El Fuego del Flamboyán”. Me da mucha alegría la noticia. Ella que tanto ha facilitado a otros escritores que presenten sus libros gracias a su labor durante años en el Club Internacional de Marbella… A los escritores frustrados, al menos a mí, me encanta ver cómo otros lo consiguen. Cómo se produce la magia de transformar una historia que está en la cabeza al papel y todo lo que es capaz de transmitir. Y eso es lo que ha hecho Viruca Yebra.

Ya dije en su día de ella que ríos de tinta corren por sus venas. Y así es. 

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Viruca Yebra es periodista. En su curriculum figuran entre otros haber trabajado en el ‘Ideal Gallego’y el ‘Diario Ya’. Formó parte del gabinete de Prensa de UCD, fue Jefa de prensa de Landelino Lavilla durante su candidatura a la presidencia del Gobierno, ocupó el puesto de Jefa de Prensa del entonces Presidente de la Junta de Galicia, Gerardo Fernández Albor, y ha sido durante muchos años redactora en ABC además de pasar por la tele y hacer colaboraciones en radio.

Nacida en Galicia, en Sarria, llegó a Marbella  como corresponsal de sociedad en ABC tras pasar por Madrid. Llegó, se enamoró, se casó y se quedó. Bueno, no fue tan simple pero podemos resumirlo así. Como vamos a hablar de libros, me tomo la licencia.

Mujer inquieta y profesional que llegó a una ciudad donde dejó de ser la Viruca profesional para ser «la mujer de Ricardo Bocanegra”. Así que embarazada de su hijo mayor, con la cabeza llena de  proyectos y la agenda llena de buenos contactos fundó el Club Internacional de Marbella. Cena-coloquio que durante muchos años ha sido punto de encuentro de la sociedad más selecta de Marbella que en torno a la mesa ha tenido la oportunidad de escuchar a grandes personalidades de este país. Pero su actividad no se ha quedado ahí. De ella destacaría que es una mujer generosa, lo ha demostrado también durante muchos años abanderando causas solidarias, asociaciones y eventos para recaudar fondos para los más necesitados. Y sí, Viruca podía haberse limitado a ser «la señora de Bocanegra”.



 

Para explicar cómo es alguien o lo que destacarías de esa persona, todos nos basamos en nuestra experiencia subjetiva, en cómo ha sido su trato con nosotros, su relación. Hay veces que hago entrevistas a mujeres que apenas conozco, o que no conozco de nada. Con Viruca hubo un tiempo en el que tuve bastante relación. Por eso, puedo decir y digo de ella que es generosa, honesta, directa, trabajadora y sincera. Esa sinceridad que muchos no valoran porque no quieren oír lo que no les gusta. Rodearse de personas que siempre te dan la razón me parece de gente poco inteligente. Pero ese no es el tema. 

Tiene grandes contactos en todos los ámbitos de este país, políticos, empresarios, periodistas, escritores y artistas forman parte de su círculo de amistades. Pero no es de la que se los guarda para ellos. Si tiene ocasión de presentar a dos personas que se puedan beneficiar de conocerse, no duda en buscar o crear la ocasión para presentarlos. 

Hacía mucho que no nos veíamos. Me recibe en su casa. Una villa señorial, clásica, acogedora. Pasamos a la biblioteca anexa al salón, el mismo lugar durante Viruca se ha encerrado durante tres años para dar a luz a su primer libro. Despide a un periodista de ABC que le acaba de hacer una entrevista. 

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Menos mal que en aquel momento aún no me había leído el libro. Si no le hubiese hecho un cuestionario exhaustivo sobre personajes, circunstancias y futuribles. Además, hubiese tenido bastantes más ojeras. Desde el momento que lo tuve en mis manos cada noche lo leía. Y cada noche, cuando veía que el reloj marcaba la 1 de la mañana me decía «sólo una página más”. Y así me daban las mil. Al apagar la luz mi mente seguía en aquellas páginas, en aquella historia que transcurre entre Galicia y Cuba antes, durante y después de la guerra civil española. Me he llevado a los personajes y sus historias conmigo en el coche, mientras preparaba la cena o mientras veía una película. Se te pegan a la piel. Y aún habiendo acabado de leer el libro hace unos días aún siguen apareciendo en mis pensamientos; Antonio, Tino, Arsenio, Luis el médico,  Elisa, Fernando, Nélida, o Elvira. Está última se llama como su creadora, aunque la llamemos Viruca. 

‘El Fuego del Flamboyán’ te atrapa en sus ramas y no quieres escapar. Es de esas novelas que no quieres que se acaben. Después de leerlo le pregunté si haría una segunda parte. Su respuesta fue que por el momento no, que el tiempo lo diría. 

El día que realizo esta entrevista es el Día Mundial de las Librerías. 

De padre impresor y madre librera sólo podía salir una escritora, Viruca.

Sí, por eso se lo dedico a mi padre. Porque realmente él era el que escribía en una época la que sólo lo hacían los que se dedicaban a ello. Mi padre era empresario, tenía su imprenta, pero al final terminaba escribiendo los programas de las fiestas de los pueblos de al rededor de Sarria, hasta los ‘Saludas’ de los alcaldes. Hay muchas cosas de esas en la novela, yo hago referencia a un impresor que tuvo muchos problemas en la época del franquismo, que no fue el caso de mi familia. Mi padre fue muy prudente y, pensara lo que pensara, se lo guardaba. Él tenía claro que tenía que vivir y sacar adelante a su familia.

Viruca, tu casa está llena de libros de Galicia. Eres muy gallega, yo creo que has mantenido mucho el amor por tu tierra aunque lleves tantos años fuera. Muestra de ello es que parte del libro transcurre en la Galicia rural.

Sí, aunque yo me siento un poquito andaluza, de Marbella, porque llevo más años viviendo en Marbella que en ninguna otra parte. Pero siempre manteniendo vinculación con Galicia. Además, últimamente voy más. Tengo allí una casita, con lo cual en verano, nos vamos allí y eso me ha vuelto a unir a más a mi tierra.

¿Sabes una cosa? Los padres al final son los que marcan tu vida. Aunque al principio cuando eres joven, no te das mucha cuenta, cuando vas haciéndote mayor ves que hay cosas que haces y que tienen el sello de tus padres. Mi padre era muy galleguista y todo lo que tenía que ver con su tierra lo llevaba muy a gala. Y eso me lo imprimió a mí. Por eso la primera presentación de la novela se hizo en Sarria y después en otros puntos de Galicia.

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Presentación en Sarria de «El Fuego de Flamboyán»

Viruca, suele pasar que cuando somos jóvenes queremos libertad e incluso escapar del entorno en el que hemos nacido, pero después de ver, de experimentar, uno vuelve a sus raíces. ¿Te ha pasado eso?

Yo creo que lo que valoramos es a las personas, lo que te han enseñado. Los valores que te han inculcado. Porque al final miras para atrás y dices «Si yo me he comportado así en determinado momento o en de esta manera en otro es por los valores que me han dado que han sido tan fuertes y tan buenos que realmente he podido superar algunas situaciones de no saber por donde seguir». Yo lo veo con mis propios hijos. Les digo cosas que parecen anticuadas. Y ves que la vida cambia mucho pero lo esencial se mantiene. Y yo creo que una de las cosas que a mí me han marcado más ha sido la rectitud de hacer lo que hay que hacer y, por encima de todo, la verdad. Que a lo mejor me iría mejor si hiciese otra cosa, pero hago lo que se tiene que hacer.

No te sale ser falsa.

No, además se me cuaja la cara. Cuando tengo que hacer algo que no va conmigo se me nota. Es que soy como un espejo.

¿Te has ganado enemigos por decir la verdad?

Obviamente. La verdad muchas veces molesta a la gente. Pero hasta a tu propia familia. A tus propios hijos les tienes que decir lo que hay. Aunque no les guste lo que están oyendo. Soy incapaz de callarme, aunque piense que no voy a conseguir nada y me voy a crear un conflicto. Me callo los diez primeros minutos. Al que hace el minuto once ya estoy diciendo lo que pienso, aunque no significa que lo quiera imponer. Mi conciencia me impide no expresar lo que realmente estoy pensando.

Viruca, tú podías haber sido por la época que te tocó vivir, una ama de casa acomodada pero siempre has tenido esa inquietud de hacer cosas, de moverte, has sido muy activa en muchos sentidos. Pero llega una momento en el que una intervención quirúrgica en los ojos te para en seco y eso es lo que te lleva a escribir esta novela. ¿Cómo fue ese proceso?

Pues sí. Muchas veces piensas que es un horror lo que te está pasando, que la vida se te va al garete. Y es verdad que he sido una persona muy emprendedora, siempre he estado metida en líos, no siempre reconocidos. Me paso el día creando cosas. Le tengo cariño a lo que creo, a cosas que me ha costado trabajo sacarlas adelante. Pero una vez que ya las he superado, las suelto y que las continúen otros. No las atesoro. Llega un momento que ves que estás yendo a marchas forzadas por un camino que te va llevando la vida, pero que no tiene que ver contigo, que en el fondo tú querrías hacer otra cosa. Pero lo vas dejando. Y a mí me pasó que tuve un desgarro de retina que me obligó a estar diez días en la cama, sin moverme. Total, que en esos diez días, me planteé que lo que más me ha gustado toda la vida es escribir. Y me di cuenta que no había escrito nunca un libro por culpa de los miedos. Miedo a si sería capaz de hacerlo, a si iba a gustar, miedo a que me criticasen. Todas estas dudas son las que te quitan libertad para poder lanzarte a lo que realmente quieres hacer o a lo que desearías hacer. Entonces, durante esos días postrada en la cama en los que no podía hacer nada decidí dejar los miedos de lado, dejar de pensar en los demás y nació la novela en mi cabeza. Fui dándole forma con la intención de empezar a escribirla en cuanto pudiese. Aquello me salvo de hundirme y caer una depresión. Y con una ojo tapado, en cuanto me dejaron, me encerré en esta misma sala a escribirla. Sabía que tendría que dejar mucha actividad a un lado, pero era lo que quería hacer.

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¿Tenías miedo a no terminar la novela y que fuera una pérdida de tiempo?

No. En ese momento decidí que pasase lo que pasase con la novela era algo que hacía para mí. Y me pasó una cosa muy curiosa, que creo que es el éxito de la novela, y lo que destacan las personas que la han leído, cada vez que me sentaba a escribir me metía por entero en la piel de los personajes. Cerraba los ojos y aunque parece un poco estúpido decirlo, pero es la verdad, yo dejaba de ser yo misma. Es como si dejara a Viruca Yebra sentada en la silla y yo fuese ese personaje en esa escena. Y poco a poco fui soltando y soltando. Al principio, y además se nota en la novela, todavía estoy un poco agarrotada en la presentación de los personales, pero después los sentimientos se lanzan conforme va avanzando la novela y van tomando el protagonismo. No nos olvidemos que es una novela coral pero según me dicen, he conseguido que el que la lee se vea en cada una de las escenas y sientan lo que sienten personajes tan distintos entre sí. Pretendía eso, yo estaba metida allí.



 

Viruca, ¿has hecho a través de los personajes de este libro cosas que en tu vida real a lo mejor no te has atrevido hacer, por eso, por convencionalismos o por miedo?

Absolutamente. Te cuento algunas anécdotas. Hay escenas en las que muestro la vida sexual de los personajes de una manera más detallada. Y me acuerdo una vez que tenía que relatar la escena del reencuentro de dos personajes que encuentran el amor, el amor absoluto y total, que creo que es un privilegio poder conseguirlo. Tenía que reflejar ese amor, esa pasión, atracción, esa lujuria y todo a través de un encuentro sexual. Ese es el momento culmen de la relación sentimental entre Tino y su gran amor. En aquel momento ya no daba más de mí. No sabía cómo contarlo sin caer en lo pornográfico y que resultará obsceno. Así que llamé a una amiga que siempre vive historias muy pasionales y le pedí me contase algo para que pudiera expresarlo de manera distinta a como lo había hecho hasta ese momento. Fue muy divertido, mientras ella me contaba escenas de encuentros sexuales con muchísimos detalles yo tomaba notas.

¿Con la educación y la formación católica que tienes, no te costó lanzarte a ello?

La verdad es que no. A ver, primero porque yo soy católica apostólica romana como casi todo el mundo de este país, pero no en exceso. Precisamente, una de las cosas que muestro en la novela es que hay que romper con las ataduras desde el punto de vista de ataduras religiosas, pseudo arcaicas. Me parece muy poco natural esa parte de la religión que cae en la papanatería, en el ñoñismo. Voy a ir siempre en contra. De hecho, en muchas partes la novela lo transmito.

Hablábamos antes de que eres una mujer que siempre has estado comprometida con muchísimos temas benéficos y culturales. Supongo que en el momento en el que te metes en la novela tienes que desaparecer de la vida social, ¿Cómo lo ha aceptado tu entorno? ¿Lo ha sabido entender?

Pues no lo sé, yo no creo que la gente no se plantea estas cosas, ¿no? He llegado a la conclusión de que si desapareces tampoco pasa gran cosa. Mira, yo fundé el Bazar de Navidad de Cáritas y la  gente ni se acuerda. Esas cosas hay que hacerlas con toda generosidad y dejar a tu «hijo” en manos de otros y que lo cuiden. Ya te he dicho que no me agarro a las cosas que he creado. Fundé el Club de Periodistas Gallegos de Madrid. Bueno, pues siempre han tenido la deferencia de llamarme como presidenta fundadora pero ya no es algo mío. Me ha pasado con muchas cosas en mi vida.

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¿ Te ha pasado también con la novela?

Claro, mi novela la hice yo y estoy emocionada con ella. La he vivido, la he sufrido, la he llorado, todo. La he trabajado incansablemente. Sigo trabajando en ella para la segunda edición, si Dios quiere. Pero me hace mucha gracia cuando oigo a alguna de las personas que la han leído y me cuentan lo que piensan y elucubran sobre la naturaleza de algunos de los personajes. Han cogido vida propia.

Viruca en el proceso creativo de la novela, ¿en qué momento uno dice se acabó, se cierra aquí. No voy a darle otro repaso, no voy a volver a leerla?

Eso nunca. Yo por ejemplo ahora mismo la estoy volviendo a leer y estoy corrigiendo cosas. No gran cosa, porque no se puede corregir mucho porque sería rehacerla. Y lo más curioso es que al releerla me sigo emocionando.

¿Al leerla te parece que no la has escrito tú?

Sé que la he escrito yo. Lo que me pasa es que no doy crédito de cómo me puedo emocionar con un pasaje que he escrito yo. Digo «¿Cómo puedo ponerme a llorar ahora con esto?”.

Viruca, tú durante estos años, a través del Club Internacional, has apoyado a muchísimos escritores. Has hecho muchísimas presentaciones de libros, incluso antes del boom de «El tiempo entre costuras», te trajiste a su autora a Marbella. ¿Estás encontrando respuesta por parte de toda esa gente a la que has apoyado durante estos años?

La pregunta es muy buena pero yo la ampliaría en general. A lo largo de mi vida me ha gustado hacer favores a gente concreta y a gente no concreta. Mi marido me advirtió «Te vas a encontrar con muchas satisfacciones y con alguna que otra decepción». Pero tengo una máxima en mi vida, y eso sí que es verdad que la llevo a rajatabla. Nunca te preocupes de quién te va a hacer algo bien. Te tienes que preocupar de hacer las cosas bien por los demás y a lo mejor esa persona no te devuelve lo que tú le das, pero resulta  que vas a recibir por otros sitios. Estoy convencida que mi novela tiene recorrido. Ahora estoy en la fase de hacerlo saber a la gente, de darla a conocer. Estoy trabajándolo mucho, porque me siento muy sola en este capítulo, soy una escritora novel. La editorial te deja que lo hagas tú, no va a apostar mucho más allá. Estoy convencida de que hay gente que no te falla, y hay gente que a lo mejor te falla un poco. Pero yo no le doy importancia si alguien me falla, porque como dice la famosa frase «donde Dios cierra una puerta, abre una ventana”. Yo estoy convencida de que cuando tú das, tú recibes.

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Presentación de la novela en Madrid

Como os he contado al principio, para esta entrevista me documenté preguntando a personas que habían leído el libro. Yo no quise hacerlo para no estar influenciada y hacer una entrevista sólo centrada en la historia. Doy fe de lo que me contaron y que se relata a continuación.



 

Viruca varias personas me han contado que lo compraron por compromiso hacia ti y que la historia y los personajes les atraparon. ¿Te ha pasado con mucha gente eso, que lo han comprado por compromiso y luego les ha encantado?

Muchísimo, es la tónica general. Tú eres periodista como yo, y sabes que sólo por eso muchas veces la gente te considera como un escritor de poca monta. Es decir, por muy bien que puedas escribir eres un periodista, no eres un escritor. Yo tampoco me considero una escritora. Pero en cierto modo te tienen cariño, te tienen aprecio y lo compran por si al verme les pregunto si lo han leído. Lo compran al menos para leerlo por encima. Y es entonces cuando para su sorpresa se enganchan. Me terminan llamado o mandándome un mensaje diciendo que les ha encantado. Y es gracioso porque se sorprenden de que yo haya sido capaz de escribirlo. Porque también luego hay otra cosa, yo aparento ser una persona fría, yo lo sé, pero de verdad que no lo soy. Es más una parte de mi timidez.

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Quizás proyectas esa imagen por lo que hemos hablado antes, eres «al pan, pan y al vino, vino”, directa. 

Muchas veces soy dura con las cosas, digo las cosas como las siento porque me parece que en la vida hay que ser claro. Este tipo de personas a veces creamos en el de enfrente una idea de que somos frías. No soy una persona que diga las cosas para hacer daño. Y aunque busque ser lo menos hiriente, las digo. En Andalucía muchas veces se da la persona, que por no hacer daño no te dice nada o por no ser políticamente incorrecta pasa la mano… Y así nos va.

Tampoco soy una persona achuchona por naturaleza. En el fondo soy una gran tímida. Toda mi vida he trabajado contra la timidez y por eso soy abierta aparentemente, pero luego,  al llegar al punto de la intimidad, aparece esa barrera que hace que aparezca el metro de distancia, me cuesta. No soy la típica que ve a una amiga y la abraza super simpática. Pero al momento de estar con ella me paro, y como lo siento, tengo que decirle algo agradable porque me sale del alma. Entonces, es cierto que a lo mejor soy más retraída en ese sentido. Pero luego soy una persona muy emotiva. Muchas personas me han dicho que a través del libro han descubierto a otra Viruca. Esta novela no se puede escribir si no es con el corazón, si no es poniendo el corazón encima de la mesa.

Viruca, ¿hay algo de ti en todos los personajes?

En todos. Por ejemplo, hay muchas cosas qué hacen los  personajes, o cómo se sienten en ese momento, que sí son una parte de mí. Por ejemplo, hay un personaje que me divierte mucho, que luego no sale muy bien parado, que es el hermano de Tino, uno de los protagonistas, que es Arsenio. Arsenio, por ejemplo, llega a un sitio muy pomposo, de grandes señores, de grandes fortunas. Va de chico normal, que cree que además lo han llamado para trabajar allí, cuando realmente está allí porque quieren escucharle a él. Él se ve bajando por un jardín, donde hay una ladera al fondo, está allí todo este elenco de señores importantes. Yo cuando le pongo en esta escena, en ese momento, me vi yo alguna vez, que llegas a algún sitio, que llegas tú sola, y que sabes que al fondo hay gente súper importante y tú te preguntas «¿Yo qué hago aquí?¿Por qué me habré metido en este lío?, ¿Qué se me habrá perdido a mí aquí, que no conozco a nadie o que nadie me va a saludar?». Pues en ese momento empiezas a recordar algo que te ha ocurrido, similar. A lo mejor es una tontería, pero ahí descargas todo lo que has sentido.

Al final, Viruca, ¿qué te ha podido más la fuerza de la historia o la corrección estilística?

Yo te digo una cosa, a mí me han podido los sentimientos. Esto es una novela de sentimientos, y yo siempre digo que no hay una mujer que se precie que se meta en alguna de las mujeres que hay en la novela, que no tenga algo de esa mujer. Porque yo tengo muchas amigas y te van contando cosas y de todas hay algo en mis personajes. El estilo es el mío. La he escrito disfrutando y para disfrutarla. Bien es verdad que a veces me he recreado en las narraciones, pero tampoco lo veía necesario todo el tiempo y con todos los espacios que presentaba. Yo soy una gran lectora, he leído muchísimo, aunque leo últimamente un poco menos porque me estoy dedicando mucho a esto. Y compruebo que muchas veces las descripciones son un poco plúmbeas, muy pesadas, y no quería caer en eso. Quizás la descripción más larga haya sido la escena del tren, cuando Tino vuelve después de dieciséis años a España. A una España que está saliendo de la más absoluta miseria de después de la guerra, a los años cincuenta.

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¿Por qué aquella época y Cuba?

Me salió solo. Yo empecé a contar la historia de un abuelo mío en los años treinta antes de la guerra. No quería hablar de la guerra, yo quería hablar de la historia de mi familia. Pero claro la historia de mi familia se produjo en esa época.Y entonces lo fui ajustando y fue saliendo.

Por lo que me has contado los personajes se adueñaron de ti, ¿Cómo te dejabas a los personaje en la puerta de ésta sala cuando salías de escribir?

Eso no lo dejas nunca. Te los llevas contigo, todas las noches le daba vueltas. Ha habido algún momento en el que no sabía qué futuro darle a algún personaje. Y paraba con la historia, no avanzaba, aunque seguía corrigiendo. Le preguntaba a alguna amiga y le contaba las opciones. Pero tenía que seguir avanzando. Así que me ponía a leer la historia de Cuba para ver si algo me inspiraba. Me pasó con el personaje de Tino, hasta que un día me hicieron una prueba médica en la que estuve casi una hora sin poderme mover. Me puse a pensar en él y al día siguiente, después de toda la noche dándole forma, tuve claro lo que iba a hacer y qué le iba a pasar.

¿Conoces Cuba?

Estuve en Cuba, pero no quise volver ahora. La Cuba de antes me la contaron muchas personas con sus historias, que fui cotejando. La Cuba que yo describo la he visto a través de fotos. No tiene nada que ver con la de ahora. Hasta que no describía un sitio gracias a las fotos de aquella época no quería saber cómo estaban esos edificios ahora o si seguían existiendo. Si hubiese empezado por las fotos de ahora nunca hubiese podido imaginar lo maravillosos que fueron.



 

Viruca, ¿Cómo se ha portado Ricardo (su marido) con el tema de la novela? Quiero decir que si se ha implicado de alguna forma en el proceso. 

(Se ríe) Pues mira, hay dos fases. Durante la primera fase, le leía cualquier cosa, cuando salía de estar toda la tarde escribiendo, a las once o las doce de la noche. A lo mejor le leía lo que me había salido así, sin corregir aún. Pues se lo leía y se dormía. (Se vuelve a reír) Claro, venía cansado de trabajar y encima yo le metía un rollo que no tenía ni idea de lo que era. No sabía ni qué había pasado antes ni lo que pasa después, y sólo llegaba a decirme que estaba muy bien escrito, y eso me daba un coraje… Entonces un buen día que ya tenía terminada la novela le dije: «Pues ahora o me ayudas o no te vuelvo a hablar nunca más». Y ahí sí, le di la novela entera y le pedí que me corrigiera los puntos y comas, porque yo no soy muy buena en puntuación. Y la verdad es que cuando tuvo la novela física en sus manos la ha disfrutado mucho.

¿Te ha re-descubierto él también?

No sé. Si es verdad que cuando se van los niños de casa, y ya se queda el matrimonio solo te reconstruyes un poco, porque sales de  la vorágine de la cotidianidad. Mientras están los hijos ocupan mucho tiempo, pero cuando ya no están es reconfortante encontrarte con un buen compañero, una persona cálida que te hace la vida agradable y que tú se la haces a él, y te vuelcas con él y él se vuelca contigo, y en este caso pues así es. Bueno, mi marido está leyendo la novela por segunda vez y dice que va a leerla por una tercera vez y que para la segunda edición tiene que cambiar puntos, comas y puntos y comas. Es gracioso.

¿Estás pensando ya en el segundo libro o estás madurando el momento que estás viviendo con éste?

Como te decía ahora mismo soy mi jefa de prensa, la que organizo las presentaciones y quiero hacer presentaciones en todas las partes que pueda para dar a conocer el trabajo. Han sido tres años de mi vida y lo quiero dar a conocer. Mi hija me dice que no sea una «sobrada” pero es que estoy convencida de que es una buena novela, que la gente la puede disfrutar, así que quiero que llegue al mayor número de personas.

He empezado a escribir cosas como siempre, pero no sé con cuál seguiré. No sé si el resto de lo que escriba verá la luz pero se que seguiré escribiendo. He encontrado en escribir esta novela una satisfacción que no me la va a dar nada, porque es tan para mí que creo que es lo mejor que me ha pasado en la vida. Disfruto yo y las personas que la leen.

Me han dicho que tiene todos los ingredientes para convertirse en una serie de televisión. ( En aquel momento me lo habían contado, ahora lo digo yo también. Creo que sería un gran éxito de pantalla)

Esto me lo dice mucha gente, porque está hecha que parece que lo estás viviendo en vivo y en directo. Ya se verá.

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Fotografía: Javier Nuñez

Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.

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