¿Quién te dijo que un amor es para siempre?, ¿cómo has podido comprar, sin cuestionártelo, la idea de que un amor es para toda la vida? ¿por qué permites que tu relato de amor te lo hayan dado escrito?, ¿cuántas veces vas a vivir la misma historia?, ¿para qué toda tu libertad si te atas a un amor?, ¿qué carencia te hace pensar que lo necesitas?, ¿cómo que “sin ti soy nada”? Que no te resulte extraño que con tantas preguntas por responderte te hayan dejado…
Pero no, no te deprimas, no te autobajes tu manoseada autoestima. Es una suerte que te hayan dejado. No es un fracaso, es un éxito que hayáis roto. Quizás el fracaso hubiera sido continuar con ese abanico de pantomimas, de risas y de rimas. Realmente has tenido suerte: ahora comprobarás que hay vida después de la ruptura. Tanta vida como muerte había en tu relación. Se te abre una nueva oportunidad que te da la vida para reconstruirte las preguntas y desaprender tantas respuestas enlatadas.
Es más, debes agradecer que te hayan dejado, que te duela el corazón, pues solo así se ha podido abrir y, así, hacerte sentir. Estar en contacto con y ser sensible hacia tus propios sentimientos es un aspecto importante de amar: tanto de amarte a ti mismo, como de amar a alguien más.
«El amor no duele, duele el ego, la frustración del ego, esos pedazos rotos del espejo interior»
Por fin empezarás a comprender que cuando hay un motivo para amar existen también motivos para desamar. Que el amor no duele, duele el ego, la frustración del ego, esos pedazos rotos del espejo interior. Que el amor no hace sufrir, lo hace no saber amar. Que sólo cuando experimentamos que todo lo que nace morirá, es posible el amor. Que el que ama, arriesga y el que arriesga, ama. Y que mientras haya vida debe haber amor, sino para qué todo lo demás.
Ahora bien, si tras la ruptura adoptas un aire de necesidad, de desconfianza o de desesperación puede ser que atraigas a un amante u otro corazón roto pero no será alguien que desee una relación amorosa duradera y en términos de igualdad. Estar dispuesto a amar implica dejar atrás cualquier daño o dolor infligido por una relación previa. Las heridas sin cicatrizar de la relación pasada te crearán bloqueos que harán difícil la anuencia de un nuevo amor. Por eso, cógete el tiempo, tienes que permitirte experimentar todos esos dolorosos sentimientos de ira, enfado, miedo y tristeza para sacarlos de tu cuerpo y de tu mente. No puedes acudir de nuevo a la vida sin antes deconstruirte y reconstruirte. Para así continuar una vida de amor. Abrir tu corazón y tu ser entero a un nuevo comienzo.
«Las heridas sin cicatrizar de la relación pasada te crearán bloqueos que harán difícil la anuencia de un nuevo amor»
Y como hemos señalado, el tiempo no lo cura todo, cura lo que hacemos durante ese tiempo. Con el objetivo de que en las cicatrices nazcan alas que nos hagan volar. Hay que aprovechar la oscuridad, donde la luz no deja de brillar, para escuchar la canción de tu interior, lamerse los arañazos de tu corazón, conjugar el pasado de tu verbo-estupidez y tener el coraje para seguir creyendo en el verdadero amor.
Por eso se hace necesario, tras la ruptura, un trabajo personal de crecimiento y desarrollo que haga posible salir refortalecidos de la suerte de que te hayan dejado. Y aunque cada historia es diferente, se dan comúnmente una serie de fases o etapas a tener en cuenta sobre las cuales podemos hacer muy mucho por reconstruirse para la vida y la plenitud en el amor. Las etapas no se tienen por que dar de manera consecutiva, ni si quiera se dan todas en todos los casos e incluso pueden darse simultáneamente. Lo importante de la cuestión será conocerlas y ser conscientes de ellas para movilizar el proceso de ajuste más óptimo posible. Dichas etapas son:
1.- Impacto. Se trata de una paralización más emocional que racional; ya que probablemente no hemos querido ser conscientes de la realidad en la que estaba la relación e incluso nos hemos podido autoengañar (tan sólo hay que mirar para afuera y ver la cantidad de parejas felizmente muertas que habitan en las apariencias). Los primeros meses es lógico y normal que exista un bloqueo emocional, una desorientación en los comportamientos desatados que se dan e incluso pensamientos irracionales o fabulados sobre la realidad. Hay que saber que el impacto surge como mecanismo de defensa por el temor a la pérdida. La cual en este caso siempre es irracional, porque realmente no perdemos nada cuando el que nos deja nos quiere dejar; aunque nos exponga absurdas excusas variopintas para esconder su desamor. Aquí sería bueno tatuarnos en el cuerpo la palabra “éxito”, porque es un éxito que se vaya quien no quiere estar. Es importante que ante la inquietud de esta fase se busque la quietud de la soledad y ganar tiempo para administrar el impacto que supone la ruptura para la vida cotidiana. Dar un espacio para las lágrimas será muy importante para combatir el bloqueo emocional y así permitirse llorar, suspirar y gritar. El victimismo nunca será una buena opción porque seguiremos perdiendo aún más la valoración ante alguien que nos deja; e incluso si esa persona nos vuelve a acariciar será por pena y nunca por compasión. Pensad, ¿cómo se nos puede ocurrir rogar por amor?
«No perdemos nada cuando el que nos deja nos quiere dejar»
2.- Negación. Ante la incapacidad para reconocer la realidad nos agarramos a cualquier gesto distorsionado de la realidad. Dicha negación de la realidad se disfraza de una pueril esperanza por una posible vuelta tras una crisis pasajera. Muchas personas precisan negar la realidad de una ruptura para así poder sobrevivir en la idea dependiente de la pareja en la que vivían. En otros casos no es tanto que se niegue la ausencia como tal, si no lo que se niega a los afectos es la ruptura del vínculo que existía. Se niega la caducidad de las emociones, la presencia de incompatibilidades y la falta de actitudes. La negación en la ruptura de la pareja como proceso psicológico es necesario, pero no debe ser alentado porque la persona se hace más vulnerable y con menor capacidad resiliente. A partir de esta etapa es cuando más importante se hace el acudir a un psicólogo que pueda confrontar la realidad y las ideas irracionales que están deteriorando los afectos y emociones. Aquí sería recomendable cambiarse el color del pelo, para que así al mirarnos al espejo se refleje la realidad negada. Junto al cambio son momentos para rescatar recursos propios de afrontamiento y estrategias que nos puedan ayudar ver luz en la oscuridad. Negar la libertad ajena para dejarnos nos genera un concepto equivocado del amor. Pensad, ¿cómo se nos puede ocurrir mendigar por amor?
«A partir de esta etapa es cuando más importante se hace el acudir a un psicólogo que pueda confrontar la realidad y las ideas irracionales que están deteriorando los afectos y emociones»
3.- Depresión: Ante una idea derrotista de vacío y la sensación de fracaso se produce un estancamiento emocional y afectivo que produce a su vez un estado de ánimo depresivo que afecta al resto de áreas de la vida (familiar, social, laboral, etc,). Pensamientos de que se nos acaba la vida, que la soledad será nuestra única compañera o que ya no somos nada atractivos hacen su agosto durante esta etapa. Pero es necesaria esta etapa, es necesaria esta infelicidad reactiva, ya que todo aquello que nos dio tanta identidad (para algunos, utilidad) desapareció sin más. Son momentos para escribir nuestra historia, para encontrar palabras a los sentimientos vividos y padecidos. Y es muy difícil reconstruirse lloriqueando por las esquinas. Pero tenemos que llorar y por eso acudimos al psicólogo también. Y es importante buscarse apoyo profesional para evitar así engancharse a drogas de farmacias o drogas de barras. En estos momentos de ánimo bajo es importante apoyarse en los demás, no refugiarse en canciones lacrimógenas y hacer deporte como si la vida nos fuera en ello. Aprovechar esta etapa para meditar sobre la vida y el amor que nos eviten caer en la propia desvaloración. Saber entre las lágrimas que sólo cuando puedas amar y valorar a la persona que eres, podrás atraer un amor que podrá ayudarte en tu desarrollo y crecimiento en la dirección que necesitas para tu propia plenitud. Por eso, es la etapa en la cual hay que realizar todas aquellas actividades placenteras que nos ayuden a llenar de endorfinas nuestro cuerpo. Aquí aconsejamos que cambies tu manera de vestir para así recuperar el entusiasmo en tu armario. No obviar que la depresión es una mala consejera, porque siempre nos desubica de nuestro lugar en el mundo por asuntos que pertenecen a las circunstancias de la vida, confundiéndonos lo esencial para vivir. Que es jodido ya lo sé, pero no es dramático, esto no es tan trágico, esto no es un drama, no, te diría mil cosas por las que llorar… Pensad, ¿cómo se nos puede ocurrir destruirnos por amor?
4.- Culpa: La culpa es madre de la depresión e hija de los remordimientos, siendo el padre de tal engendro la idea de fracaso. En la culpa se condensan todos los errores que podemos tener para invalidar nuestra responsabilidad. Y de eso se trata en la vida, de sentirnos responsables y nunca culpables. La culpabilidad es muy tóxica para nuestra psique, en cambio la responsabilidad nos ayuda a responder y a hacernos cargo de la vida y sus adversidades. Las consecuencias del sentimiento de culpa para la persona que lo padece es devastador pues dicho autoconcepto limitará su capacidad de amar y recibir amor, pues no se creerá merecedora de nada; tan sólo se siente culpable. Durante esta fase sería bueno conseguir hacer cualquier reto demorado por sentirnos incapaces para el mismo. A la culpa no hay que dejarla respirar asumiendo cada cual la responsabilidad correspondiente a nuestros actos. Solo allí llegaremos al sentido etimológico de responsabilidad que significa la habilidad para responder, para ser capaz y para hacerlo posible; actitud básica para remontar una dejada. Sentirse culpable tras la ruptura o porque nos han dejado es tan irracional como pensar que el amor es una cuestión de una persona nada más. De la culpa hay que salir inmediatamente y recuperar el norte de la propia responsabilidad en los acontecimientos. Pensad ¿cómo se nos puede ocurrir culpar al amor?
» De eso se trata en la vida, de sentirnos responsables y nunca culpables»
5.- Rabia: La energía ni se crea ni se destruye y cuando tu energía no la conviertes en amor te la dejas convertir en rabia, venganza y odio. No habrá nada más improductivo para tu vida que lo que te genere la ira. Todos tenemos derecho a la rabieta, las rabietas que devienen de la frustración. No podemos perder nuestra libertad, tan necesaria para que se dé la responsabilidad, por sentimientos de la frustración que deviene de la omnipotencia. Y aquí hay que poner mucha inteligencia emocional para evitar ese absurdo emocional hacia aquello que se eligió en otro momento de la vida. La ira será muy destructiva para todos si la utilizamos como argumento de despido a quien fue nuestro ex o padre/madre de nuestros hijos; porque con él hay una historia en nuestra biografía que debe quedar leíble. Por ello, si hay que firmar un divorcio no hacerlo durante esta etapa. Si nos surge la natural rabia después de que nos hayan dejado mejor apuntarse a CrossFit. Y en tal caso, reconvertir esa rabia en coraje para seguir el camino de la vida, quizás esa ira bien reconducida sea el mejor motor para superar todas las posibles dificultades que nos trae la ruptura. Luchar para no convertirnos en algo que nunca fuimos y seguir creyendo en el amor. Pensad, ¿cómo se nos puede ocurrir maldecir al amor?
«No habrá nada más improductivo para tu vida que lo que te genere la ira»
6.- Resignación: Se trata de una aceptación obligada, ya que no nos queda otra. Cuando nos resignamos ante la realidad de que nos han dejado y de que he perdido a la pareja, sufrimos por ello, nos sentimos enfadados, no lo admitimos y quisiéramos cambiar la realidad. Esta etapa puede convertirse en un proceso duradero y presente en la vida de aquella persona que realmente no llegue a aceptarlo nunca.
La resignación nos hará sufrir, ya que en el fondo seguimos esperando que la situación sea de otra forma y no como es en la actualidad. Sin embargo, cuando aceptamos, asumimos la realidad, sin pretender cambiarla, sin sufrir por ella, y eso nos permite seguir proyectando en la vida, buscando mejores opciones en otro camino. Aceptar la realidad de la ruptura, supone dejar de sufrir, no sentir enfado y poner rumbo a una vida nueva, que sigue y que tiene mucho más que ofrecernos. Aquí sería bueno tatuarse en el cuerpo la frase latina “Incipit vita nova”. En muchas ocasiones se cree aceptar una situación cuando se consigue “sobrevivir” a ella, cuando se olvida en la cotidianidad; sin embargo, se está resignado a ella. Y la señal clara de que vivimos resignados es cuando no nos movemos en la dirección que deseamos, sino que quedamos atrapados en la ruptura, compadeciéndonos, victimizándonos y no haciendo nada al respecto, ya que nos resignamos a que no hemos tenido suerte o dejamos de creer en el amor. De esta forma, nos esclavizamos a la ruptura, nos atamos a ella, nos bloqueamos la vida ya que creemos que es lo que nos ha tocado vivir y no buscamos más opciones. Perdiendo toda libertad y responsabilidad para construirnos la vida y el amor; aliviándonos en la resignación para no enfrentar la pura realidad de que cada uno tiene lo que se busca. Por el contrario, cuando aceptamos la ruptura conscientemente, a pesar de que no sea plato de buen gusto, significa que nos valoramos y nos respetamos, descubrimos que la historia no daba para más, que los caminos para ser felices son incompatibles, que incluso es un gesto de amor dejar ir a la pareja. No por que me dejen me bloqueo, no por ello pienso que siempre será así, sino que aprendo a desaprender para redirigir la vida y crecer en el arte de amar. Pensad, ¿cómo se nos puede ocurrir conformarnos por amor?
7.- Reconstrucción: Si al final de proceso aparece la aceptación, seremos dueños de nuestras elecciones, superando los obstáculos y encontrando el desaprendizaje en el camino de lo aprendido. Lo cual hace posible la reconstrucción tras una sana y terapéutica deconstrucción de ideas, valores, opiniones, actitudes y experiencias de la vida. Al fin y al cabo, en esto del amor también tenemos que aprender y mucho para que sea un arte de amar. Sobre todo, desaprender tantos relatos que nos han alejado tanto del verdadero amor. Importante será también durante esta etapa saber recolocar afectivamente a la persona que nos dejó; y eso supone un esfuerzo afectivo por ubicarlo en nuestro corazón biográfico tamizado por la historia vivida con él y no sólo por los acontecimientos finales. La reconstrucción de lo que eres te va a ayudar a ver tu vida de una manera totalmente distinta, a sentirte mejor y poder tomar decisiones que van a repercutir de una manera muy positiva en tu vida amorosa. Pensad, ¿cómo se nos puede ocurrir no desaprender por amor?
Algo que nos puede ayudar a nivel general cuando todo se acaba, es saber que en estos tiempos que corren de amores líquidos las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto del amor. Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos modernos, en la cual exista, individualidad, respeto, alegría y placer de estar juntos, y no más una relación de dependencia, en que uno responsabiliza al otro por su bienestar.
La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo, está por desaparecer durante este siglo (o por lo menos eso espero). El amor romántico parte de la premisa de que somos una fracción y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos. La teoría de unión entre opuestos también viene de esa raíz: el otro tiene que saber hacer lo que yo no sé. Si soy tranquilo, él debe ser agresivo, y así en un sinfín de características para la convivencia. Una idea práctica de supervivencia, y poco romántica, por cierto.
«La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo, está por desaparecer durante este siglo»
La palabra de amor de este siglo es complicidad. Estamos cambiando el amor de necesidad, por amor de deseo. Me gusta y deseo su compañía, pero no la necesito, lo que es muy distinto. La nueva forma de amor, o amor verdadero, tiene nueva cara y significado. Entiende la proximidad de dos enteros, y no la unión de dos mitades. El amor de dos personas enteras es mucho más sano. En ese tipo de relación, hay el amparo, el placer de la compañía y el respeto por el ser amado.
Y sobre todo, no podemos caer en la estúpida forma que tiene la sociedad actual de valorar el éxito o el fracaso y la pérdida o la ganancia, ya que lo único que verdaderamente se puede perder en la vida no es una pareja, un partido, un sueldo, etc., lo único que verdaderamente se pierde en la vida son oportunidades para amar.
Sobre este tema nos hablará Juande Serrano en nuestra próxima ‘Cenas con Chispitas’ el 25 de enero. Inscripciones pinchando aquí.
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