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¿Qué relación de pareja tienes?

¿Qué relación de pareja tienes?

Sobre el amor de pareja siempre se hace una construcción cultural de una realidad psicobiológica. En cada período histórico ha primado una concepción diferente en torno a él y a los vínculos entre matrimonio, amor y sexo, y, desde principios del siglo XIX y hasta nuestros días se establece una conexión entre  amor romántico, matrimonio y sexualidad.

En nuestro entorno de tradición cultural judeo-cristiana esta relación se ha ido estrechando cada vez más, llegando a considerarse que el amor romántico es la razón fundamental para mantener relaciones matrimoniales y que «estar enamorado/a» es la base fundamental para formar una pareja y para permanecer en ella. No obstante, este tipo de amor emocional, pueril y primitivo que seduce tanto en nuestros días, hace que se desconozca la profundidad y trascendencia del amor y el sexo en la relación de pareja. Y por otro lado, este modelo de amor romántico heredado de antaño en nuestra sociedad y los mitos asociados a él han sido considerados como uno de los posibles factores favorecedores y/o mantenedores de la violencia en la pareja.

 

En el ámbito de la Psicología, el amor puede entenderse como una actitud, como una emoción o como una conducta y ha sido analizado a partir de diferentes tipologías. Tomaremos para sintetizarlas una de las muchas tipologías formuladas, donde se describen los estilos de amor siguientes:

Eros o amor pasional o romántico

Caracterizado por una pasión irresistible, con sentimientos intensos, intimidad, fuerte atracción física y actividad sexual.

Ludus o amor lúdico

Caracterizado por interacciones casuales, con poca implicación emocional, ausencia de expectativas futuras y evitación de la intimidad y la intensidad.

Storge o amor amistoso

Caracterizado por un compromiso duradero que se desarrolla lenta y prudentemente y por compartir actitudes y valores; se basa en intimidad, amistad, compañerismo y cariño y busca más un compromiso a largo plazo que un apasionamiento a corto plazo.

Pragma o amor pragmático

Compuesto de Ludus y Storge, se basa en la búsqueda racional de la pareja ideal.

Manía o amor obsesivo o posesivo

Compuesto de Eros y Ludus, se caracteriza por la intensidad y la intimidad, pero también por los celos, la incomunicación, y los «síntomas» físicos y psicológicos.

Ágape o amor altruista

Compuesto de Eros y Storge, se caracteriza por dar antes que recibir y por el autosacrificio por el bienestar de la pareja.

» La madurez influye sobre los estilos de amor»

Los resultados de los estudios realizados al respecto en los últimos años, muestran que los estilos de amor que despertaron más aceptación en nuestro entorno son, por este orden, Eros, Ágape, Pragma y Storge. En cambio, el estilo Ludus genera desacuerdo y el estilo Manía indiferencia. Por lo que se refiere a la edad, los estudios sugieren que la aceptación de estilos de amor como Pragma o Ágape aumentaría con la edad, mientras que la del estilo Ludus disminuiría. Esto apoyaría la hipótesis de que la madurez influye sobre los estilos de amor, de modo que Eros sería el estilo preferente entre los jóvenes, mientras que con la edad se incrementaría la preferencia por estilos como Storge o Pragma. En definitiva, los estudios indican que el estilo es el que genera mayores niveles de aceptación (por encima del 80%) tanto entre varones como entre mujeres de todas las edades, mostrando claramente la vigencia del modelo de amor romántico entre la población española en su conjunto.

 

Junto al avance tecnológico que marcó el inicio de este milenio, como impulsor de grandes cambios sociales y familiares, las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto del amor. Por eso, lo que se debería buscar hoy en el siglo XXI es una relación compatible con los tiempos modernos, en la cual exista, individualidad, respeto, alegría y placer de estar juntos, y no más una relación de dependencia, en que uno responsabiliza al otro por su bienestar.

La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo, está dando sus últimos coletazos (o por lo menos eso esperamos). Esta trasnochada idea de amor romántico parte de la premisa de que somos una fracción y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos; incluso puede ocurrir un proceso de despersonalización en alguno de los miembros de la pareja en pos de esa complementariedad. La teoría de unión entre opuestos también viene de esa raíz: el otro tiene que saber hacer lo que yo no sé. Si soy tranquilo, él debe ser agresivo, y así en un sinfín de características para la convivencia. Una idea práctica de supervivencia, y poco romántica, por cierto.

«La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo, está dando sus últimos coletazos»

 

El amor de dos personas enteras es mucho más sano. En ese tipo de relación, hay el amparo, el placer de la compañía y el respeto por el ser amado. Ya que nuestra manera de pensar y actuar no sirve de referencia para evaluar a nadie. Muchas veces, pensamos que el otro es nuestra alma gemela y, la verdad, lo que hicimos fue inventarlo a nuestro gusto.

Para renovar nuestra forma de amar debemos dejar atrás cualquier construcción que nos hayan hecho sobre el amor. Aceptar el riesgo de abrazar al amor sin dependencias, sin miedos, sin necesidad. Si tienes claridad sobre lo que verdaderamente eres y hasta dónde puedes llegar, no habrá temores irracionales que dinamiten la relación de pareja. Solamente los roces normales y algunos desacoples. La convivencia no es una panacea, pero tampoco es la causante del desamor. Es la operación por la cual nos debemos de adaptar al otro, sin dejar de ser uno. Podemos encajar sin violentarnos, sujetarnos despacio y tiernamente, como quien no quiere lastimar ni lastimarse. Y esa unión maravillosa de ser dos que parecen uno, sólo es posible hacerla desde un amor que intenta entender, aportar, vivificar. Por este motivo, el que ama se transforma constantemente y moviliza hacia la transformación. Capta más, observa más, es más productivo, es más él mismo y hace que la pareja sea también más ella misma.

«Las heridas de una relación más antigua pueden crear bloqueos que harán difícil la anuencia de un nuevo amor»

También hay que saber superar cualquier daño o dolor acaecido por una relación previa. Las heridas de una relación más antigua pueden crear bloqueos que harán difícil la anuencia de un nuevo amor. Tienes que permitirte experimentar todos esos dolorosos sentimientos de ira, enfado, miedo, decepción y tristeza para sacarlos de tu cuerpo y de tu mente. Déjate ir y abre tu corazón y tu ser entero a un nuevo comienzo impulsado por el desaprendizaje de lo que te dijeron era el amor.

Incluso debes agradecer que se te haya roto el corazón, pues al romperlo se abrió y, así, te hizo sentir. Estar en contacto contigo y ser sensible hacia tus propios sentimientos es un aspecto importante de amar: tanto de amarte a ti mismo, como de amar a alguien más. Sólo cuando puedas amar y valorar a la persona que eres, podrás atraer a otras personas. Y entre éstas se encontrará ese alguien tan especial que podrá ayudarte en tu desarrollo y crecimiento en la dirección que necesitáis para la plenitud. Cuando quieras encontrar un amante, lo primero que debes hacer es ser consciente de que mereces que te amen. Ámate a ti mismo, ama el dar amor y recibirlo, y entonces tendrás mejores posibilidades de atraer a tu amante perfecto. Si adoptas un aire de necesidad o de desesperación puede ser que atraigas a un amante, pero no será alguien que desee una relación amorosa duradera y en términos de igualdad.

«Sólo cuando puedas amar y valorar a la persona que eres, podrás atraer a otras personas»

Por eso, todas las personas deberían quedarse solas alguna vez, para establecer un diálogo interno y descubrir su fuerza personal. En la soledad, el individuo entiende que la armonía y la paz de espíritu solo pueden ser encontradas dentro de él mismo y no a partir del otro. Al percibir esto, él se hace menos crítico y más comprehensivo en cuanto a las diferencias, respetando la manera de ser de cada uno. Las relaciones afectivas óptimas se manifiestan en que nadie exige nada de nadie y ambos crecen. Relaciones de dominaciones y de concesiones exageradas son cosas del siglo pasado.

 

No hay que olvidar que el ser humano es un animal que va cambiando el mundo, y después tiene que ir resignificándose, para adaptarse al mundo que fabricó. Por eso no podemos pretender mantener relaciones de pareja con esquemas de otros tiempos que ya no se ajustan a la realidad social de nuestra época de cambios en todas las esferas de la vida.

«Cambiar progresivamente el amor de necesidad, por amor de un deseo cómplice»

Y como el lenguaje construye la realidad en la que habitamos, la palabra de amor de este siglo debería ser complicidad. Cambiar progresivamente el amor de necesidad, por amor de un deseo cómplice. Me gusta y deseo su compañía, pero no la necesito, lo que es muy distinto. Una complicidad que se nutra compartiéndonos la vida y transformándonos la vida.

img_4144 Juande Serrano

Psicoterapeuta Transpersonal en Experto en Parejas y duelo

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