Lo de la Inteligencia Emocional lo habrás oído miles de veces. Incluso a lo mejor has llegado a buscar información sobre el tema por internet, te ha saltado algún taller que anunciaban en Facebook o se habla sobre ello en algún libro que has leído. Pero realmente aún hoy no todo el mundo sabe de qué va eso de la inteligencia emocional.
Éste es el momento de enterarte. No te voy a hacer una tesis doctoral sobre el tema porque además de tedioso para ti, no es el objetivo de estas líneas. Pero sí quiero que al menos tengas unas nociones básicas. A partir de ahí, si quieres, tienes mil herramientas para profundizar y aplicarlo en tu día a día.
¿Eres de esas personas que te dejas llevar por tus emociones? Por ejemplo, ¿eres de los que expresa la rabia para no quedarse nada guardado? ¿Lloras a menudo ante algo que duele?¿Crees que así es como se gestiona una emoción?
Las emociones son el resultado de cómo se manifiesta en nuestro cuerpo algo que ocurre externamente. Si estás contento sonríes y te sientes ligero. Si estás triste te sientes con pocas ganas de nada y la garganta se entrecorta, apenas puedes hablar. Si estás pasando por un momento de angustia, sientes presión sobre el pecho. Ésa es la forma de detectar tus emociones, conectar con tu cuerpo que siempre vive en presente. Y este contacto íntimo contigo es en realidad una fuente de conocimiento y sabiduría ancestral , de modo que las emociones se convierten en aliadas.
En la sociedad en la que vivimos necesitamos volver la mirada hacia nosotros mismos y en este camino, las emociones son una de las protagonistas.
Pero, ¿qué es esto de la Inteligencia Emocional?
Este término vio la luz de la mano de Daniel Goleman en 1995. Él lo definió como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”. Como puedes deducir de la definición, no es más que tener la capacidad de mirar en nuestro interior, identificar nuestras emociones y regularlas de una forma apropiada.
Cuando Goleman empezó a hablar de este término me encontraba estudiando Psicología. Cuando aterricé en el mundo de la empresa, en concreto en el área de los Recursos Humanos, este término aún se escuchaba de oídas y quedaba mucho trabajo por hacer en el ámbito de la educación emocional.
Sin embargo, fueron mis propias experiencias vitales, encontrarme con mi vida personal y profesional “patas arribas”, y estar en el fondo del pozo, lo que me llevó a hacerme cargo de mí misma y mis emociones.
Cuando oigo hablar de Inteligencia Emocional, oigo términos como gestión de emociones, identificar la emoción, conciencia emocional, etc… y claro que todo esto es importante, pero a estas alturas, me huelen a rancio. Esta afirmación que puede chocar a muchos no es una afirmación gratuita, ni que se me acaba de ocurrir. Es lo que he experimentado en más de 20 años trabajando para mí misma y acompañando a personas en el reto de conocer más sobre sus emociones.
«Las emociones son el resultado de cómo se manifiesta en nuestro cuerpo algo que ocurre externamente»
Seguimos hablando desde la lógica racional, el hemisferio izquierdo, lo que debe ser primero, lo que es importante que hagamos después. Y si bien es verdad que necesitamos nuestra parte más racional en el cuidado de nuestras emociones, no es ni por asomo lo vital para ser inteligente emocionalmente.
Las emociones nacen en el interior de nuestro cuerpo; son una respuesta fisiológica interna a algo que ocurre en el exterior. De este modo el trabajo de las emociones se hace desde nuestro interior.
Ser inteligente emocionalmente, tiene que ver con entrar en contacto contigo, sostener la incomodidad de la emoción: de la rabia, la tristeza, el miedo, etc… La Inteligencia Emocional es vivir en coherencia: escuchar “eso” que surge en las tripas, sentirlo, respirarlo y recibir el mensaje que viene a darte, sino volverá de nuevo, escondido con diferentes disfraces. ¿Habéis oído alguna vez que a lo que te resistes, persiste? Pues por ahí va la cosa. Hasta que no te conectas a “eso” y lo acoges, lo respiras, lo sostienes, lo aceptas y lo amas, esa emoción volverá a dañarte una y otra vez.
Las emociones no son ni buenas ni malas, esa es la interpretación de nuestra mente, la que nos ha guiado demasiados años de nuestra vida.
«La inteligencia emocional es abrir las puertas de mi corazón de par en par, y estar dispuesta a habitarme, a amarme, venga lo que venga»
Las emociones son energía, movimientos internos. Emoción viene de emotion, que se deriva del verbo emovere. Y son esos mismos movimientos internos (respirar básicamente) los que nos ayudan a acogernos, abrazarnos, sostenernos, en nuestra más absoluta vulnerabilidad. Porque si están dentro de nosotros, es que porque también somos “eso” que sentimos. Si lo rechazo, estoy rechazando una parte de mí. Y como dijo Carl Jung: “Todo lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”.
Tú eliges. O aprendes a usar las emociones en tu beneficio, o te usarán ellas a ti.
4 Claves para desarrollar tu Inteligencia Emocional
- Siente la emoción en tu cuerpo, conecta contigo
- Acepta el reto de sostener esa incomodidad
- Mantén tu atención en “eso” que surge en tu cuerpo, respíralo
- Ama esa parte de ti
Belén Ceballos será la encargada de impartir Profesionalmente el 8 de marzo. El tema: ‘La Culpa. Cómo deshacerse de esa mala compañera de viaje’. Entradas-> Aquí
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