Reconforta leer listas, recetas y decálogos que supuestamente emiten un dictamen definitivo sobre cómo ser felices, conseguir los propios objetivos o quererse aún más…
Poner un número y reducir del infinito de posibilidades a una serie finita que podemos leer en menos de cinco minutos nos embriaga para ilusionarnos con que existe un orden y una realidad en un mundo en el que predomina el caos. Somos hijos del caos y por eso siempre debemos ser quienes realmente somos, hasta en el caos… Porque así es cuando más nos creamos…
De igual manera nos suele gustar que alguien nos diga cuáles son los secretos de la felicidad, como si hubiera un mapa para conseguir esa supuesta meta de la existencia, y pudiéramos vivir en una eterna y rígida estabilidad sostenida.
«Vivimos como si nunca fuéramos a morir y morimos como si nunca hubiéramos vivido…»
Estas listas, aunque, la mayoría de las veces son arbitrarias y absurdas nos reconfortan al comprobar que aún hay esperanza para nuestra fantasías de invulnerabilidad. Obviando que lo primero es aceptar nuestra vulnerabilidad. Porque vivir es ser vulnerable. Pero vivimos como si nunca fuéramos a morir y morimos como si nunca hubiéramos vivido… Hasta que morimos dejando todo lo que tenemos y llevándonos solamente aquello que dimos.
Y mientras son los otros los que se mueren, nosotros seguimos sobreviviendo la vida e indagando maneras de vivir que nos sacien la insatisfacción de nuestros estilos de vida actúales que tanto nos empujan hacia la mediocre existencia.
Porque entre gente que se aburre pronto de todo y gente que no acaba nunca nada, cada cuál va decidiendo cambiar para repetir de nuevo la misma versión… ya que hasta los cambios se acometen desde la enraizada rigidez narcisista del ser humano, que desde muy pronto deja de recordar que estamos sobre un planeta que danza con otros planetas alrededor de una estrella danzando con otras galaxias.
«La rigidez mental es lo que más nos mata la pasión de estar vivos»
Y ciertamente sí, la rigidez mental es lo que más nos mata la pasión de estar vivos. Siendo rígidos con cuestiones que en su mayoría son circunstanciales; ya que lo esencial fluye con cada oleada de vida que nos dice al morir en la arena que detrás de ella viene otra oleada a la playa que cada cual construye. La rigidez mental es la única responsable de tanta ansiedad, depresión e insatisfacción vital que nos embarga la inmensidad de la vida que fluye mecida con cada segundo…
De ahí, que hoy día más que nunca deba ser necesario saber oscurecerse para llegar a conocer la totalidad de nuestras sombras, de nuestra absurda y perniciosa rigidez mental para fluir con la misma vida… ¿Por qué conformarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?
Y algo que nos ayuda mucho: a veces para tenerlo todo, hay que aprender a vivir sin nada…
Dicho esto, se hace necesario entonces describir una lista que nos oriente sobre los resortes que faciliten la felicidad. Pero, cuidádo, porque los factores que generalmente se asumen que pueden contribuir a la felicidad pueden, bajo ciertas circunstancias, producir lo contrario. Y por otro lado, no importa qué tan ideal sea tu situación, porque la situación no necesariamente garantiza la felicidad. Y para rematar no hay que olvidar que cuanto más se busca deliberadamente la felicidad, más probabilidades hay de no encontrarla. En otras palabras, buscar la felicidad es estúpido, es una abstracción y una fantasía equivalente a buscar una dotación infinita de sensaciones que acallen nuestros instintos. Por eso, no hay nada más inteligente que dejarse fluir, no atarse a nada, ni siquiera al tiempo y al espacio que son parte de la rigidez con las que nos tomamos la vida… Vivir, eso es todo. Esparcirse, ese es el modo.
No obstante, con prudencia se pueden buscar algunas de las cosas que se enmarcan como causas de la felicidad. Probablemente sea recomendable que esta búsqueda se haga de manera tranquila y continuada sin tener que hipotecar nada a cambio.
He aquí cinco sencillos puntos que resumen décadas del más agudo trabajo psicológico. Una lista cuidadosamente ordenada y consecutiva para nuestras necesidades y anhelos:
1. Buena salud física y mental. Sin salud global, integral y holística es difícil disfrutar de los siguientes otros puntos. Y esto en su justo medio, ya que la obsesión y la priorización de este punto nos lleva directamente a la patología de lo sano y la vaciedad del cuerpo anabolizado sin sustancia. Tenemos que volver a recuperar ese concepto clásico de mens sana in corpore sano en su total equilibrio recíproco.
2. Buenas relaciones personales y de intimidad, tales como las de la pareja, la familia y las amistades. Este segundo punto es sustento del primero, ya que una vida sin intimidad, sin una sexualidad plena y con relaciones afectivas hace que sea prácticamente imposible no sólo tener salud mental, también salud física (hoy se sabe que la soledad desgasta notablemente la salud física). Es importante señalar aquí, que las rigideces familiares nos restan tanta libertad existencial como capacidad de esparcirnos con la vida en mundos diferentes. De ahí, esas tan manoseadas invitaciones al desaprendizaje y el desapego de lo que otros construyeron por nosotros. Es curioso observar como en situaciones críticas nos arrepentimos de haber vivido en la vida que inventaron los otros… Por ello, es importante saber hacer una buena gestión de nuestra vida afectiva y una sana autodependencia relacional (quizás esto se lo que más nos aproxime a la madurez personal).
«En situaciones críticas nos arrepentimos de haber vivido en la vida que inventaron los otros»
3. La facultad para percibir la belleza en el arte y en la naturaleza. El tercero es el placer, el regocijo que se acentúa cuando se tienen los dos primeros factores. Se puede tener un entrenamiento artístico pero también es posible solamente tener una disposición para apreciar la belleza de la naturaleza. El arte y la contemplación estética pueden servir también como una conexión similar a la que provee la religión, una comunión con el resto de naturaleza, el cosmos y el universo reflejado en nuestro entorno cotidiano. La capacidad de asombrarse por lo bello y lo sublime de cada instantánea que nos ofrece la vida.
4. Razonables estándares de vida y trabajo satisfactorio. El cuarto punto sustenta en cierta forma los dos primeros pero no es una condición sine qua non para que se pueda conseguir salud y amor. Recuperar la interacción de la vida con el trabajo: trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Es más, no trabajar ni un solo día de la vida sino que la pasión sea el guión de nuestra vida laboral.
5. Una visión filosófica o religiosa que permita lidiar de manera satisfactoria con las vicisitudes de la vida. El quinto punto es el comodín en el ensamble, ya que a falta de otros factores en la lista, una visión filosófica o religiosa permiten, al menos hipotéticamente, trascender el sufrimiento que causa la enfermedad o la soledad. Especialmente cuando la filosofía va acompañada de una ética o de una congruencia que brinda una estructura justamente para ver más allá de la vicisitudes de la existencia. Mientras que es imposible controlar lo que nos sucede, sí podemos controlar en mayor o menor medida la forma en la que asimilamos aquello que nos sucede. La felicidad del filósofo o la del místico, quizás no sean las más exultantes, pero posiblemente sí las más estables. Aunque bordean siempre con el límite del autoengaño, la delusión y el fanatismo.
«Sí podemos controlar en mayor o menor medida la forma en la que asimilamos aquello que nos sucede»
A todo esto, no permitas que tu vida se convierta solamente en un ritual cuerdo. Permite que haya momentos, inexplicables. Permite que haya algunas cosas que sean misteriosas, para las cuales no puedes dar ninguna razón. Permite que haya algunas actividades con las cuales la gente piense que estás un poco loco. Un hombre que está ciento por ciento cuerdo está muerto. Un poquito de locura para el exceso de cordura. Un poco de locura de lado es siempre una gran alegría. Padece la excesiva felicidad.Porque la locura bien entendida puede ser la forma más cuerda de vivir, la forma más sana y sensata de disfrutar de este paseo que es la vida.
«Un hombre que está ciento por ciento cuerdo está muerto»
Debes amar la nada, debes huir al yo, debes saber estar solo y no debes ocuparte de mucho sino que debes liberarte de todas las cosas. Debes soltarte de las ataduras y vencer a lo que te esclaviza. Debes deleitar a los enfermos y tú mismo saberte enfermo para no tener nada. Debes beber el agua del dolor y entender que por alcanzar el amor tres mundos has de recorrer: el mundo de los niños, el del loco y el que acaba por venir. Y si alguna vez dudas de ser un ganador, piensa que en el amar jamás serás un perdedor.
Tan solo perseguir la humildad que tan sólo quiera que la ola que surge del último suspiro de un segundo te transporte mecido hasta el siguiente…
¡Emprender el vuelo cada día! Al menos durante un momento, por breve que sea, mientras resulte intenso. Cada día debe practicarse este “ejercicio espiritual”: Escapar del tiempo. Esforzarse por despojarse de sus ataduras, de su rigidez en el pasado y futuro, de sus vanidades, del prurito ruidoso que nos rodea. Huir de la maledicencia. Liberarse de toda pena u odio. Amar a todas las personas libres. Eternizarnos al tiempo que nos dejamos atrás. Existir cambiando, cambiar es madurar, madurar es ir en la creación de uno mismo sin cesar. Lo que crees, creas.
Descubrirse y redescubrirse para así poder potenciarse no por encontrar la felicidad, si no por habitar en la flexibilidad. Porque quizás la felicidad no sea más que la flexibilización con nosotros mismos, los demás y la vida…
Sal ahí afuera y fluye. Dispones de una sola vida para hacerlo. Un solo intento. Así que fluye. Sal sin miedo. Mañana es tarde, mañana vete tú a saber. Mañana lo único fluido será nuestra cuenta atrás. Y algunos ni eso. El día es hoy. A qué esperar. Ilumina, irradia, esparce, comparte ahora lo que tengas de energía, de calor, de vida. Lo están esperando los demás, la vida misma te lo pide a gritos. Que les den a los que prefieran las rigideces. Y claro que habrá situaciones que te quieran parar; pero tú fluye, pasa de ellas porque tan solo son circunstanciales. Porque si no fluyes ahora, puede que pases toda tu vida arrepintiéndote. Porque si no fluyes ahora, puede que nunca la vivas…
Te diré mi secreto: no importa lo que pueda suceder.
Incipit vita nova
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