Pasan los años y cada año nos regala la misma evidencia: que la felicidad no se encuentra en lo que tenemos sino en lo que somos capaces de soltar.
Soltar no es abandonar ni olvidar; es simplemente dejar en libertad, ser y dejar ser, sin presionar, ni ahogar, ni obligar, ni imponer; y mucho menos apegarse a algo que se dice tener o se cree poseer. Soltar no implica tampoco ignorar, ni dejar que la rutina y el olvido se apoderen de aquello que es de mucho valor: el amor a la vida y a los demás. Si no hay amor, ¿para qué todo lo demás?
«Soltar no es abandonar ni olvidar; es simplemente dejar en libertad, ser y dejar»
La vida es, en realidad, sencilla y está diseñada para que los seres humanos seamos felices. El destino natural del ser humano es ser muy feliz. Pero, ¿y cómo que no lo es? Porque no vive de manera natural, nos buscamos mundos antinaturales de autoexigencias, necesidades inventadas y quejas continuas. Una clave de la felicidad humana es quitarse presión y vivir de manera natural. Cualquier bien si lo transformamos en una exigencia ya lo estamos pervirtiendo, lo convertimos en algo frustrante y desagradable. Incluso la felicidad, que es el objetivo natural de ser humano, si la perseguimos como una necesidad ya la estamos transformando en otra cosa, nos alejamos de ella al pervertirla.
Si lo pensamos bien, cada cosa que nos falta para ser felices nunca la hemos necesitado; es mentira, nunca ha sido una necesidad. Lo único que necesitamos es no quejarnos, saber soltar y saber soltarnos, despreciar todas esas cosas que nos hemos creado como necesidades y disfrutar de la vida amando la propia vida y a los demás. Los valores positivos desde el punto de vista psicológico y que es el camino más directo a la felicidad son los que derivan de “amar la vida y a los demás”. Cuando amas lo que tienes, tienes todo lo que quieres. Amar la vida y a los demás es la verdadera fuente de la felicidad.
«Cada cosa que nos falta para ser felices nunca la hemos necesitado»
El problema de la felicidad es que nosotros no nos permitimos ser felices. Nosotros nos decimos a nosotros mismos que sin… no podemos ser felices. Nos metemos en cabeza que la felicidad reside en logros y éxitos: pareja, salud, trabajo, etc. son las creencias en las que habitamos como panaceas de la felicidad…
«El problema de la felicidad es que nosotros no nos permitimos ser felices»
Cuando todo consiste en no tener exigencias, sino en tener preferencias. La única manera de disfrutar de los bienes de la vida es estar dispuestos a perderlos. Preferir no nos condiciona la felicidad, exigirlo como necesidad sí. Porque solo podemos disfrutar de aquello que podemos prescindir. La verdadera felicidad implica disfrutar de los deseos sin apegarse a ellos; puesto que el peligro para encontrarla es transformar los deseos en necesidades. Y cada necesidad inventada se convierte en una fuente de debilidad para saber vivir feliz. Ya que lo mejor de la vida es gratis, no cuesta, no ata, no nos hace depender y no limita nuestra mejor versión.
Hay gente que dice: No puedo ser feliz porque estoy enfermo, porque no tengo dinero, porque hace mucho calor, porque me insultaron, porque alguien ha dejado de amarme, porque alguien no me valoró. Pero se está autoengañando, se está atando a lo que no da la felicidad. Pues, se puede ser feliz, aunque se esté enfermo, aunque haga calor, tenga o no dinero, aunque alguien haya insultado, o alguien no nos amó o no nos haya valorado.
Todo lo que existe en esta vida cambia continuamente: el ser humano, las riquezas, el cuerpo, el clima, los placeres, etc. Y así se podría decir una lista interminable… A través de toda la vida, hay que aprender algo esencial: Yo decido ser feliz y lo demás son experiencias o circunstancias. No es responsabilidad de nadie ni de nada hacerme feliz…
«Yo decido ser feliz y lo demás son experiencias o circunstancias»
¡Ser feliz es una actitud ante la vida y cada uno decide! ¡Ser feliz, depende de ti!
Porque la felicidad nunca está en el exterior de ti…
Quien busca la felicidad en el amor, se equivoca, la felicidad se ama.
Quien busca la felicidad en el trabajo, se equivoca, la felicidad se trabaja.
Quien busca la felicidad en los hijos, se equivoca, la felicidad se engendra.
La felicidad está en cada uno de nosotros…
En el fondo, la felicidad no es un sentimiento, es una decisión. Nadie puede hacer feliz a nadie, la felicidad es una actitud que se provoca o se consigue. Pero, la felicidad hay que buscarla tranquilamente y si no se consigue tampoco te preocupes porque no durará mucho este viaje, más temprano que tarde morirás. Intenta hacer algo valioso y ya está. Quién la persiga desde la superexigencia anda muy despistado para encontrarla en lo cotidiano.
Y cuidado, el tiempo no se detiene, la felicidad no se puede archivar en nuestra agenda de tareas pendientes. Cuando te das cuenta ya son las ocho de la tarde, es viernes, final de mes, cuando menos te lo esperas ya ha terminado el año y de repente han pasado las promesas de los años prometidos. Después pierdes los momentos, pierdes las experiencias, pierdes los amigos, pierdes los amores, pierdes los trabajos, pierdes la salud… pierdes la vida y se te hiela el alma. Suelta, disfruta ahora, vive ya, deja de sobrevivir, dejar de desear, este año toca soltar para ser feliz.
«Suelta, disfruta ahora, vive ya, deja de sobrevivir, dejar de desear, este año toca soltar para ser feliz»
Ahora, ya no hay excusas, ya sabemos que la felicidad no radica en lo que tenemos sino en lo que soltamos. Por eso, el mayor propósito para este 2018 que sea el soltar.
Soltar las rutinas.
Soltar las quejas.
Soltar las manías.
Soltar las exigencias.
Soltar las necesidades.
Soltar las apariencias.
Soltar las complacencias.
Soltar las propiedades.
Soltar las seriedades.
Soltar las prisas.
Soltar las televisiones.
Soltar las nimiedades.
Soltar las pretensiones.
Soltar las oportunidades.
Soltar las profesiones.
Soltar las ansiedades.
Soltar las depresiones.
Soltar las monedas.
Soltar las tristezas.
Soltar las creencias.
Soltar las modas.
Soltar las hipotecas.
Soltar las familias.
Soltar las presiones.
Soltar los deseos.
Soltar los egos.
Soltar los cuerpos.
Soltar los apegos.
Soltar los compromisos.
Soltar los propósitos.
Soltar los despropósitos.
Soltar los rencores.
Soltar los miedos.
Soltar los relojes.
Soltar la vida.
Soltar para avanzar.
Soltar para pasar.
Soltar para encontrar(se).
Soltar para aceptar(se).
Soltar para querer(se).
Dejar de desear para comenzar a soltar. O tan solo desear soltar. Porque mientras sigamos deseando nos seguiremos enganchando. Dejemos ya de tanto desear y comencemos a soltar.
¡Soltar la felicidad para este 2018!
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