Carlos Díez de la Lastra es CEO de Les Roches, la escuela internacional de Dirección Hotelera y Turismo con sede en Marbella. Nuestro ponente de la noche estuvo al frente de la sede malagueña desde 2014 hasta 2022, cuando pasó a liderar la compañía a nivel global. Además de esta experiencia, Carlos ha desarrollado su carrera en diversas universidades y desde distintos cargos, lo que le proporciona una visión global sobre cómo formar líderes y el desafío que supone integrarlos en un mercado laboral que, en muchos casos, va rezagado con respecto a las nuevas generaciones.
Su actual puesto le obliga a viajar por todo el mundo en representación de Les Roches, por lo que agradecemos doblemente que nos haya hecho un hueco en su agenda para participar en Cenas con Chispitas. Uppery Club se convirtió en el escenario perfecto para recibirlo y abordar el tema.
Uppery Club, espacio anfitrión
Este club de empresarios, en su corta vida, se ha convertido en un referente en la provincia y ya cuenta con más de 200 asociados. Además, ofrecen sus instalaciones a empresas que compartan su filosofía y deseen organizar un evento en Málaga. Por primera vez, Cenas con Chispitas se desarrolló en su exclusivo restaurante, Ambar.
El equipo de Virginia González se encargó, una vez más, de decorar la mesa, dispuesta en esta ocasión para que todos los asistentes pudiéramos vernos las caras.
Virginia González asistió a este encuentro, acompañada de Lourdes Muñoz; dos personas que están implicadas desde el inicio de Cenas con Chispitas. Virginia ha decorado gran parte de los encuentros que hemos celebrado, y Lourdes Muñoz fue la primera en apostar por este formato cuando lideraba el equipo de eventos de Dani García. Por parte de Uppery Club, actuaron de anfitriones Ana Paneque, gerente, y Manuel Márquez, director.
Carlos Díez de la Lastra: El reto de formar líderes
Hace ya muchos años que se comenzó a hablar de las diferencias entre ser jefe de un equipo y liderar, pero en muchos ámbitos esto aún no se ha integrado. Las empresas actuales que quieran incorporar jóvenes talentos se enfrentan al desafío de atraerlos y, sobre todo, de retenerlos. Las aspiraciones y motivaciones han cambiado mucho con respecto a generaciones anteriores. Carlos Díez de la Lastra conoce bien el reto que supone formar líderes en un mundo globalizado, impregnado por las nuevas tecnologías y en el que los jóvenes priorizan otras cosas a las que priorizábamos nosotros y exigen otras formas de hacer. Mantener su compromiso requiere mucha motivación y nuevas formas de trabajar en las empresas.
En el dinámico y cambiante paisaje empresarial del siglo XXI, el liderazgo efectivo es más crucial que nunca. Sin embargo, uno de los mayores desafíos que enfrentan los líderes modernos es la integración exitosa de las nuevas generaciones en el mundo empresarial. Con la llegada de la Generación Z y los Millennials al mercado laboral, se requiere un enfoque innovador y colaborativo para aprovechar todo su potencial y asegurar el éxito a largo plazo de las organizaciones.
El liderazgo no se trata simplemente de dirigir desde arriba, desde la postura del jefe que impone, sino de inspirar, capacitar y colaborar con un equipo diverso y multifacético. Los líderes deben adoptar un enfoque inclusivo que valore las contribuciones únicas de cada persona.
Integrar a las nuevas generaciones en el mundo empresarial implica tener en cuenta que “se ha demostrado que su cerebro es distinto al nuestro”, abrazar sus valores, motivaciones y formas de trabajo. Tanto es así, que Carlos apuntó a que los Consejos de Administración de importantes empresas mundiales los están integrando para entenderlos mejor y poder llegar así a ellos como potenciales clientes. Es situar a los jóvenes como maestros.
La tecnología desempeña un papel fundamental. Los líderes del futuro han crecido con ellas, algo que a menudo obvia el sistema educativo. La información está al alcance de todos en cualquier momento. Quizá es más importante enseñarles a discernir entre información relevante o inútil y fomentar valores y actitudes personales que intentar que memoricen más y más conocimientos. Se sigue midiendo a las personas por sus calificaciones y no por su actitud o cualidades, estos son muchos más importantes que determinados conocimientos memorizados para incorporarse al mundo laboral. Se enfrentan a un mundo muy cambiante en el que deben aprender a vivir en la incertidumbre.
Carlos Díez de la Lastra hizo mucho hincapié para ser buen líder hay que ser buena persona, no tener miedo a mostrar nuestra vulnerabilidad y mantener una comunicación desde la verdad con el equipo, lejos de imponer o manipular. Un líder es una persona a la que se sigue, no a la que se teme, aunque eso no quiere decir que no haya que ser exigente. “A más exigencia, más amor”, recomendó a los asistentes.
Mostrarse “humano” ante el equipo, ser auténtico, requiere también de mucho autoconocimiento. Ese es un camino que cada uno debemos emprender para liderar nuestra propia vida y liderar desde el ejemplo.
Los asistentes intercambiaron experiencias y opiniones durante una cena preparada con esmero por el chef Juan Muñoz y que resultó nutritiva en todos los sentidos.
Integrar a las nuevas generaciones en el mundo empresarial no solo es un desafío, sino también una oportunidad para impulsar la innovación, la creatividad y el crecimiento sostenible en la era digital. Los líderes que abrazan esta oportunidad con mente abierta y corazón compasivo están preparados para liderar con éxito en el mundo empresarial del mañana.
Una noche preciosa en la disfrutamos y aprendimos mucho. Reitero mi agradecimiento a Carlos por todo y por hacernos un hueco en la agenda. Gracias a todo el equipo de Uppery Club, que fueron unos perfectos anfitriones. Gracias a Juan Muñoz por su elaborado menú. Y gracias a cada una de las personas que participasteis en este encuentro.
Fotografía: Fernando Arjona