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Yolanda Moreno

Yolanda Moreno

Está demostrado que a base de ideas convertidas en acciones –que a muchos les parecían una locura– ha ido avanzando la civilización. De todos es conocido el “quien no arriesga no gana” o el “lo hicieron porque no sabían que era imposible”. Pues esas frases le pasan constantemente por la cabeza a Yolanda Moreno desde que se le ocurrió, tras llegar a la presidencia de la Asociación de Mujeres Empresarias, Emprendedoras y Profesionales de Ronda y Comarca, organizar una Convención Nacional dirigida a mujeres. 

Su ilusión y sus ganas han podido con las veces que le han dicho en estos meses “Tú estás loca”, “¿Quién crees que va a ir a Ronda a una convención?”. De cada una de esas afirmaciones ha tomado fuerza para impulsarse y seguir adelante, para tocar en una puerta más buscando personas, empresas e instituciones que se involucren en un proyecto donde cada uno puede aportar su granito de arena. Incluso a la Reina Letizia le ha mandado un mail pidiéndole respaldo de la manera que considere. Y es que aunque Yolanda ve los muros con los que se está encontrando, también sabe ver más allá de ellos. 

Hace unas semanas tocó a mi puerta a través de un mail en el que a corazón abierto y con las dos manos extendidas me decía básicamente: Esta soy, esta es mi idea, aquí estoy y me gustaría que colaborases. Lo hizo desde la humildad y la sinceridad más absoluta. Hablamos por teléfono y me di cuenta que no había opción para el no. Tenía que echarle una mano con lo que fuese. 

 

Y así llegó el día en el que quedamos en Málaga para hacer esta entrevista coincidiendo con que había asistido por la mañana a unas jornadas profesionales de arquitectura. (Las fotos las haríamos posteriormente en Ronda) Yolanda Moreno es Arquitecta técnica, pero además muy artista. Igual hace de jefa de obra que diseña muebles a medida o te hace un tocado para una boda. Todo lo que tenga que ver con la creatividad le encanta.

Me cuenta a todas las ponentes que ha conseguido ya y lo difícil que está siendo recaudar fondos para sacar la convención adelante, la de horas que le está echando. Pero por encima de eso, de nuevo la ilusión. Yolanda sabe lo que es reponerse de los palos que te da la vida y sabe lo que es caer en el más hondo de los precipicios y levantarse.

Su niñez transcurrió entre Arriate y Ronda. Se considera de pueblo, y además con mucho orgullo de serlo. No le importa coger el coche e ir donde haga falta, pero se ha propuesto un objetivo, y es que las mujeres que quieran desarrollarse profesionalmente en la Serranía de Ronda puedan hacerlo y evitar con ello una fuga de talento femenino de la zona hacia las grandes ciudades. 

Es una mujer que ha sufrido, mucho, pero sin embargo, a pesar de todas las desgracias que me cuenta en este entrevista, prevalecen su sonrisa y su empuje. 

¿Por qué estudiaste arquitectura técnica?

Desde pequeña sabía que no quería depender de nadie, que quería ser yo misma. Mi hermano es arquitecto técnico también y me gustó ese mundo, aunque me metí pensando más en el tema de la decoración. Era lo que verdaderamente me gustaba y lo que quería hacer, pero pensé que así estaría más formada.

Con 17 o 18 años somos muy jóvenes para decidir nuestro futuro, no estamos preparados. Podía haber odiado la carrera porque no lo tenía muy claro, pero fue algo que me gustó. Mis hermanos estaban en Granada y me fui allí a estudiar.

¿Cómo fue ese cambio del pueblo a Granada?

Estupendo. Lo estaba deseando. Mi hermano llevaba allí 7 años y mi hermana, que después falleció, era sólo diez meses mayor que yo y ya llevaba allí un curso. Así que cuando me fui a vivir ya había hecho bastantes escapadas a Granada. Estaba deseando vivir la experiencia.

¿Vivíais los tres juntos?

El primer año, no. El primer año vivíamos mi hermana y yo con tres niñas más y mi hermano en el piso de arriba con otros chicos. Eran pisos de cinco. Total, que éramos una familia de diez. 

Y fue muy bien. El primer año es de adaptación. La facultad no tiene nada que ver con el colegio o el instituto, hay una ciudad por descubrir… Pero yo ya iba de la mano de mis hermanos y no me pillaba sola. Ese respaldo sí lo tenía.

La carrera me gustaba. En primero de 7 asignaturas aprobé 5. Fue muy difícil porque tenía que echarle muchas horas y a mi hermana le gustaba mucho salir por ahí y tiraba de mí. Con su carrera era más factible, pero yo tenia que estudiar más así que a muchos de los planes que me proponía le decía que no. Siempre me decía que era una antipática. (Se ríe) Pero es que sabía que si no me ponía a estudiar muchas horas, no la sacaba y yo necesitaba mi beca. Mi padre tenía su empresa, pero éramos tres estudiando una carrera.

 

¿Cómo vio tu entorno que estudiases una carrera que siempre ha sido muy de hombres?

Mi madre, hoy por hoy, todavía no lo entiende. Todavía me dice que tenía que haber estudiado para maestra. Y mi padre estaba súper orgulloso. Mi padre ha trabajado en la obra toda su vida y lo que han predominado han sido hombres. Que hubiera una jefa de obra era impensable, que su hija fuera jefa de obra para él era su mayor orgullo.

Nosotras somos un grupo de amigas que la que no es enfermera, es psicóloga o es informática, esta última tiene el doctorado con Cum Laude. Me movía en ese ambiente de mujeres que estudiaban.

¿Tus padres a qué se dedicaban?

Mi madre le ayudaba a mi padre, pero mi padre era un emprendedor nato. El ejemplo de todo emprendedor era mi padre, y para mí lo es. Empezó su negocio de piedra artificial y escayola. Le diseñaba cosas de piedra a muchos arquitectos, y era casi el único que muchas veces podía darles la solución.

Era peón de albañil y empezó en el campo donde nosotros vivíamos en una nave pequeña. Cuando venía de la obra se enseñaba a trompicones, a tortazos y lo que escuchaba era: «Estás perdiendo el tiempo. Déjalo. No vas a saber hacerlo». Y él decía que sus tres hijos tenían potencial para estudiar una carrera, que les tenía que dar esa oportunidad. Él sabía que como peón de albañil no nos iba a poder dar esa oportunidad porque nos íbamos a juntar los tres en la Universidad.

Se esforzó, montó su negocio en dos ocasiones, porque la primera se asoció con otra persona y le salió mal, pero la segunda vez triunfó. Vamos, mi madre tiene su casa en el centro del pueblo hecha a su gusto y bastante amplia. Nos dio carrera a los tres. En mi casa no se ha derrochado pero si necesitábamos algo, lo teníamos. Nosotros también éramos los tres muy responsables. Sabíamos que el dinero no venía del cielo, que era a costa de que mis padres le echaban muchas horas. Todo iba muy bien, hasta que cuando tenía 21 años la vida me mostró la realidad.

¿Qué pasó?

A mi hermana con 22 años le detectaron un cáncer. Duró quince meses, y se murió. Fue cuando me enfrenté a lo que era la realidad de la vida.

¿Estabais en Granada en ese momento?

No, ella ya había terminado. Era óptica clínica, y se fue a Madrid a la Clínica Boston a hacer un master de especialización. Después se fue a Sevilla, se puso a trabajar, se compró su coche, y al mes le detectaron el cáncer. A los quince meses, en marzo de 2008 no aguanto más. Pronto hará diez años de aquello.

Mi padre casi tres años después también se murió de cáncer. O sea que la vida me sacó de mi burbuja y de que mi mayor preocupación fuese suspender un examen, y me dijo: ”Esto es un problema de verdad”. Y tú te crees que no lo vas a soportar, pero yo lo soporté. Yo y todo el mundo, vaya.

¿Qué pasa en tu familia en ese momento?

Se rompió del todo. Mi familia ya estaba rota desde lo de mi hermana. Mi madre no concebía que el mundo siguiera sin su hija, tan joven… Me veía a mí y decía: «Tú estás, ella no.” Inconscientemente me sentía mal por seguir viva.

Pero es tan grande el dolor de ver como una hija se consume poco a poco, que por mucho que hagas no la puedes salvar…Porque no estaba en manos ni de los médicos. Los médicos hicieron todo por ella. A mi hermana hace diez años se le aplicaron los últimos tratamientos que venían de Houston. La sanidad pública, aunque nos quejemos mucho, está muy avanzada, al menos el Departamento de Oncología del Clínico de Málaga. Mi hermana era una niña con veintidós años; salvarla era un reto para el médico. No pudo, pero bueno, él lo intentó todo.

Yo me rompí también, desde entonces no soy la misma, porque con ella se murió una parte de mí que nunca ha vuelto, éramos muy iguales en edad. Desde que tengo uso de razón la recuerdo a mi lado. Nuestras amigas eran las mismas, todo igual. Este año en el aniversario nos reunimos en mi casa todas las amigas a merendar y recordarla. Porque para todas fue un palo muy gordo y para nosotras sigue siendo “nuestra rubita”, como le decíamos.

 

Por lo que me has contado sobre vuestra etapa de Granada debía ser una niña muy vitalista, muy de salir y pasarlo bien….

Sí, ella parecía que sabía que tenía poco tiempo. Recuerdo que íbamos en un autobús urbano hacia la feria de Granada, y ese era su último año allí. Ella estaba con la cosa de que aquella etapa se le acababa. Y le dije: «Chiquilla, cálmate, que se te acaba la facultad, pero ahora viene lo mejor, te vas a ir a Madrid, después te vas a Sevilla…” A veces creo que ella sabía que tenía que vivir rápido e intenso, pero yo en ese momento, no lo veía. Pensaba que teníamos la vida por delante;  que ella iba a venir de Madrid, yo iba a acabar mi carrera y nos íbamos a ir a vivir juntas a Sevilla. Yo no entendía esas ganas suyas de que se parara el tiempo.

Cuando le pasó eso pensé que a ella algo en su interior le estaba diciendo: «Vive intensamente porque son pocos años los que tienes por delante”. Y eso lo reflexionamos mucho después .Yo no fui la misma desde entonces y de hecho me perdí. Empecé a dejar de luchar por lo que yo quería, que era crecer profesionalmente, proponerme grandes retos y luchar por ellos.

 

O sea, ¿tú no querías volver al pueblo?

No, pero volví porque ella estaba mala, para estar cerca de ella. En 2007 terminé la carrera pero me quedaban dos asignaturas. Empecé a trabajar en 2008 y ella se murió cuatro meses después, pero yo ya estaba trabajando en Ronda. Pensé que se iba a salvar. En ese caso te agarras a un clavo ardiendo. Tenía 22 años, todavía era una ilusa y creía que las cosas buenas y los milagros pasaban. Pero después te das cuenta de que no.

Yolanda, ¿en qué situación os quedáis en tu casa cuando fallece tu padre?

Muy mal. Era el año 2010 y yo me casaba ese año. Empecé con mi pareja al volver a Ronda en 2007. Mi marido es otro gran luchador, le falta una pierna. Lo conocí siete meses después de que él tuviera un accidente y le amputaran una pierna. Estaba readaptándose a su nueva vida. Mucha gente me decía que estaba loca por apostar por él. Pero yo me enamoré de la persona no de lo que le faltaba. Y él tiene mucha vida por delante; ojalá a mi hermana le hubiesen amputado una pierna… A lo mejor es que yo comparaba y a mí eso no me parecía nada.

Decías que te casabas ese año…

Yo entendía que el dolor de la pérdida de mi hermana era muy grande, pero tenía 25 años, estaba enamorada y quería vivir la vida junto a él. Me casaba el 22 de julio, y el 1 de junio nos dicen que mi padre tiene un cáncer de pulmón. Pues, imagínate la que entró en mi familia, entró un torbellino.

Adelanté mi boda, me casé un 26 de junio. Los médicos no sabían cómo le iba a sentar el tratamiento y yo quería que él disfrutara de ese día.

Ya sabíamos donde nos metíamos, y en Ronda las cosas iban más lentas. Así que como mi padre seguía teniendo el teléfono del oncólogo de mi hermana, lo llamó. Al día siguiente estábamos en su consulta y directamente empezó a tratarlo. Fue el médico el que me dijo que si podía, adelantase la boda, y eso me dio impulso para no cancelarla. Y mi padre la disfrutó, la verdad. Eso es con lo que me quedo.

 

¿Y cómo moviste una boda a un mes antes?

Pues imagínate, llamando, mandando mensajes… Hubo gente que iba a venir y que después no pudo por el cambio. Pero hubo muchas personas, las que quisieron estar de verdad, que vinieron. Amigos con oposiciones al día siguiente se vinieron a mi boda, estuvieron un ratito, me acompañaron y después se fueron. Toda la organización de mi boda la recuerdo como un infierno, era todo a contrarreloj, pero ese día lo recuerdo especial. Así que esto de ir a contracorriente y a contrarreloj no me asusta, ya lo he hecho muchas veces.

Luego llegó el mejor regalo que me ha hecho la vida; mi niño. Viene con sus pequeños problemillas, que son muy pequeños para lo que puede haber por ahí pero que te complica la vida. Tiene una alergia a la proteína de la leche de vaca. Si come algo que la lleve, directamente se cierra, se ahoga y se muere.

Tengo un niño enormemente generoso, enormemente noble, tiene sus cosas como cualquier niño de cuatro años, pero con tan poca edad comprende tanto las cosas… Digo yo que es me lo tenían que mandar así…

Supongo que eso afecta a vuestro día a día…

A los cuatro meses y medio le empecé a meter biberones de ayuda porque comía mucho. Le salían ronchas y yo notaba que al niño le pasaba algo. Como era primeriza pensaban que exageraba y decían que tenía piel atópica. Así que volví a darle solo el pecho, dejé de tomar lácteos y al niño se le quitó todo. Después de eso, oficialmente en una analítica se lo vieron.

Cuando te pasa esto tienes dos opciones;  o metes al niño en una burbujita de cristal o lo enseñas a alimentarse. Nosotros hemos decidido enseñarlo, en mi casa mi marido y yo comemos de todo. Mi hijo tiene que ver desde muy pequeño todo lo que no puede comer, para que aprenda a diferenciarlo porque es su día a día. Mi hijo es muy noble e intentamos que lleve una vida normal, que no se sienta diferente.

En la primera guardería en la que estuvo me comunicaron que lo iban a aislar, que lo meterían en los momentos de comida en el despacho de la directora, con los bebes o que a ver donde lo colocaban. Antes de decírmelo oficialmente ya llevaban unos días dejándolo en un aula solo. Aquello fue muy duro. Lo que pasa es que también hay gente profesional y buena. En la guardería San Rafael se pusieron las manos en la cabeza cuando les conté lo que había pasado y me lo admitieron. Desde entonces ha sido igual que cualquier alumno, jamás hicieron ninguna distinción con él, es más, si tenían que hacer una actividad de comida, la adaptaban a él. Ahora está en la Inmaculada, un colegio en el que estoy súper contenta. Mi hijo sabe perfectamente lo que puede comer y lo que no.

Yolanda, vamos a volver para atrás ¿vale? Tú empiezas a trabajar en Ronda y empiezas en una promotora constructora…¿Qué te pasó ahí? Porque eso también lo tienes marcado. 

En julio de 2012 me quedé embarazada. Necesitaba algo más en mi vida, había perdido mucho y quería algo mío. Lo necesitaba. Decían que era muy joven pero ya tenía 27 años. Ya sé que es verdad que ahora nos quedamos por primera vez embarazadas con 35 o 40 años…

Pues me quedé embarazada y me echaron de la empresa. De hecho yo ya estaba a media jornada por hacerle un favor a la empresa y sacarla hacia adelante. Supuestamente iba a ser la última en salir y fui la primera. Y no sólo eso, sino que las puertas que se me cerraron porque mi jefe se dedicó a decirle a todo el mundo que como estaba embarazada me iba porque me quería dedicar a mi hijo. De eso me enteré después cuando quise reincorporarme.

 

¿Cómo era ser una niña con veinte y pocos años trabajando en una obra?

Tuve suerte. Tenía un encargado con el que aún mantengo la amistad, Andrés, que fue el que me enseñó todo y siempre desde el respeto mutuo. Porque por mucho título que yo tuviera no tenía ni idea de lo que realmente era una obra, porque no lo aprendes hasta que estás ahí.

Creo que se debe trabajar en equipo, no creo en la ley del más fuerte o en esa gente que va a pisar a la gente, que eso también lo he vivido. Considero que todos podemos aprender de todos. Si nuestro objetivo es hacernos la puñeta los unos a los otros, quien pierde nivel y calidad es el resultado de nuestro trabajo.

Aprendí mucho con mis compañeros. Sí que es verdad que yo allí era “la niña”.  Y a lo mejor pedía un presupuesto o lo que sea y me decían: «¿Tú eres la nueva secretraria? Y yo les decía: «No, yo ahora soy la nueva jefa de obras”. Alucinaban, claro.

Ser jefa de obra fue un gran reto. Además, por una serie de circunstancias me quedé al frente de todo con 23 años.

¿Cómo recuerdas aquel día en el que se supone que todo va bien, vas a ser madre, tienes tu trabajo y te despiden?

Me dijeron que no tenían dinero para pagarme. ¿Qué me iban a decir? Yo tenía además un contrato de servicio y obra y había familia de por medio y amistades.

Me costó tiempo asumirlo, porque te llevas tal palo que crees que no vas a servir para nada. Luego pensé que el sol sale para todo el mundo y que cuando una puerta se cierra se abre una ventana.

Mi embarazo lo recuerdo como un infierno por muchos motivos; el dolor que tenía dentro, no me sentía bien porque tuve hiperémesis aguda, como la futura Reina de Inglaterra, y estuve veintitantas semanas vomitando hasta el agua.

Pero lo peor fue la incertidumbre de si volvería a trabajar. Yo respeto mucho a las amas de casa, pero yo no servía para eso. Yo había estudiado una carrera para trabajar. Se me caían las paredes de mi casa encima.

¿Y qué tal la experiencia de ser madre?

(Se ríe) No me quería ir del hospital. Lo veía tan pequeño y me veía tan inexperta…Pero al final como todas las mujeres sales para adelante y conforme pasan los meses sólo con mirarlo sabes lo que le quiere y lo que le pasa.

¿En qué momento te planteas volver a trabajar?

En 2014, mi hijo ya tenía un año. Tenía el sistema inmunológico afectado, a él cualquier virus le cogía el triple de fuerte que a cualquier otro niño.

Pero cuando cumplió el año empecé a tantear el terreno, a anunciarme como freelance, y empezaron a salir cositas. Comencé a tener clientes, a hacer colaboraciones, y me salió una obra en Ronda, con una empresa de Sevilla, que fue de mis primeros clientes. Todavía sigue siendo cliente mío y ahora, además, amigo. Es arquitecto técnico y yo aprendo de él y él aprende de mí, como me dice. Es una de las personas que me impulsan a seguir mis sueños.

Luego estuve también trabajando en otra empresa, pero aquello no cuajó y me hizo plantearme hasta tirar la toalla. Por suerte, mi hermano, mi amiga Tudela –que es arquitecta– y esta persona de la que te acabo de hablar, me apoyaron mucho.

Llevaba diez años de mucha intensidad, de mucho sufrimiento y después de esa mala experiencia profesional me vine abajo. Según mi psicólogo fue una bolsa de piedras que se llenó y se rompió. Caí en el fondo. Pero cuando tocas fondo ya lo único que queda es subir. Me hacía falta tocar ese fondo porque tocando ese fondo volví a ser yo; la Yolanda que tenía 22 años y se iba a comer el mundo.

No he perdido estos diez años porque he tenido otras experiencias y otros aprendizajes, pero sí es verdad que han sido años en los que no he sido yo misma y en los que he estado en un camino diferente. Así que en el momento en el que me recuperé creé mi marca: CYM, Creaciones Yolanda Moreno. Como verás no me he complicado mucho..

 

¿Te ayudó un psicólogo?

Sí, yo llevo desde que se murió mi hermana con mi psicólogo.

¿Qué estás haciendo ahora exactamente?

Mis colaboraciones como arquitecta técnica, y esperando que me den alguna oportunidad para hacer proyectos grandes en el mundo del diseño de interiores. Hago mis propios diseños de mobiliario y elementos decorativos. Quiero irrumpir en el mercado con muebles diferentes, mezclando diferentes materiales, pero que se complementan y queda algo exclusivo. O sea, diseños exclusivos a precios económicos.

Y luego tengo una rama de tocados. En los últimos años he tenido muchísimas bodas y decidí una de las veces hacerme mi propio tocado. Empecé a experimentar con lanas y con materiales diferentes. Mi madre me decía: «¿Y eso te vas a poner en la cabeza?» Ay, qué vergüenza niña; cuando te vean”. Pero a la gente le gustaban. Hago diseños únicos y muy diferentes.

¿Los muebles los diseñas para clientes finales?

Para mi tienda online y también por encargo. Los he presentado a concursos. Por ejemplo, el año pasado me presenté con mi joyero de bolsos a la primera edición de Loewe Craft Prize, que es un concurso que la Fundación Loewe hace para diseñadores y artesanos de todo el mundo. No quedó finalista, pero ahí está y se vendió muy bien. Este año quiero presentar dos piezas: Un tocado y una alfombra.

¿Cómo es que no te ha dado en esta etapa por dedicarte exclusivamente al Diseño de Interiores, que era lo que te gustaba a ti desde un principio?

Porque el camino emprendedor te va llevando, y vas descubriendo unas facetas tuyas que ni conocías. Nunca creí que iba a estar diseñando piezas únicas, y las hago.

¿Por qué decides presentarte a la presidencia de la Asociación de Mujeres Empresarias, Emprendedoras y Profesionales de Ronda?

Lo tenía en la cabeza desde hacía tiempo. Yo era miembro de la asociación desde 2014 y veía que aquello no funcionaba, la actividad estaba muy parada. Era necesario que la asociación estuviese fuerte para que las empresarias y emprendedoras nos sintiéramos apoyadas. Sólo con poder compartir nuestras experiencias ya era una forma de no sentirnos solas en este camino.

Paqui es una técnico de la Casa de la Cultura de Ronda y fue una de las que empezaron con la asociación hace 20 años. Un día hablando con ella le comenté todas las ideas que tenía para la asociación, pero era consciente de que era una de las últimas que había llegado. Paqui me animó a que me presentara y y me apoyó. En marzo me dieron la presidencia y desde entonces no he parado. 

 

Supongo que te acompaña un equipo con las mismas ganas que tú…

Tengo a Jenny, que es la creadora de la cerveza Puente Nuevo. La única cerveza 100% ecológica de la provincia de Málaga. Tengo a Cristina García, que hace eventos, es una persona bastante preparada. Tengo a Paqui, que también se esfuerza y quiere superarse. Mari Montes, que es la empresaria que hace la nocturna de Montejaque, que tiene eventos Mari Montes. Tengo a Bely Casilla que ha sido finalista en Gira Mujeres.

Sabía que tenía un reto muy duro por delante, porque era hacer creer a la gente en algo que ya no creía. Pero ahora están todas muy involucradas.

¿Cómo surge el hacer la convención?

Porque teníamos que hacer algo que llamase la atención y que hiciese ver a las mujeres de la Serranía de Ronda que se tienen que hacer socias. Nos quedamos en veintitantas solamente. Ahora ya somos 30.

Propuse una convención a nivel Andalucía por no pecar de ambiciosa. Pero hablando con María José Zarzavilla, que es la delegada de igualdad del Ayuntamiento, me dijo que ya que me ponía que la hiciese nacional, que ella me apoyaba.

Ha sido un camino complicado porque escuchas muchos comentarios, muchas opiniones baratas como: «No vas a poder” o “te viene grande»… «No te va a venir nadie»… Pero ante eso tenía y tengo un pensamiento: ¡Hay que intentarlo! Tan descabellado no es reunir a 200 mujeres de toda España que quieran crear sinergias, ampliar contactos que pueden llevarlas a hacer negocios, formarse…

Es Ronda, un sitio al que viene gente de medio mundo a hacer negocios y congresos, pues nosotras que vivimos aquí también podemos hacerlo.

En la primera etapa estaba más sola pero sabía que tenía que ser así, tenía que ilusionarlas.

Yolanda con parte de la Junta Directiva de la asociación

Yolanda, el ritmo que has llevado en esta nueva etapa te ha pasado factura. ¿Qué te pasó este verano?

Cuando finalmente había decidido cogerme tres días con mi marido para celebrar que hacíamos diez años de estar juntos, se me paralizó medio cuerpo y los pasé en el hospital. Dijeron que lo provocó el estrés.

Este verano ha sido muy duro en muchos sentidos. Por un lado, mi negocio que no iba todo lo bien que me gustaría. Por otro la convención, que me he sentido presionada para que la suspendiera. Y luego que el despacho lo tengo en casa, y evidentemente un niño de cuatro años no entiende que su madre trabaje porque él está de vacaciones. Fue un cúmulo de cosas que se juntaron ante las que yo quería ser fuerte pero mi cuerpo se resintió. Así que aunque no quieras parar la vida te da avisos como este y te para. Tardé más de 5 días en recuperar la movilidad en la zona izquierda del cuerpo.

 ¿Qué diferencias hay entre una mujer que emprende en el ámbito rural o en una ciudad?

En los pueblos de interior la mentalidad es más machista, las propias mujeres son más machistas, son las que menos te entienden. Es más, a mí me han dicho muchas veces que me deje de tonterías y me dedique a cuidar a mi hijo.

Evidentemente, toda la que emprende, toda empresaria, esté donde esté, lo tiene más difícil que un hombre. De ahí la importancia de que mostremos la capacidad que pueden tener unas mujeres de una zona rural como nosotras organizando este encuentro. Porque si nosotras hemos podido, o vamos a poder, el resto de mujeres de toda España, que hay muchas empresarias rurales, verán que ellas también pueden. Que piensen en grande, es que hay que pensar en grande, que no tengan miedo.

En las zonas rurales hay muchas empresarias, emprendedoras y diplomadas formadas. Si nos tenemos que ir a ciudades más grandes para desarrollarnos profesionalmente, ¿qué pasará con los pueblos en el futuro? Si las mujeres somos las que tenemos los niños y nos vamos, la población estará envejecida y los pueblos más pequeños acabarán desapareciendo. Apoyemos a esas empresarias y emprendedoras rurales, arropémoslas. Pero nosotras somos las que tenemos que luchar, porque nadie va a venir a luchar por nosotras.

 

Yolanda, igual que decías que hay gente que ha intentado frenaros, también hay mucha gente que cuando le habéis pedido ayuda os ha abierto puertas…

Estoy súper contenta porque hemos ido con la verdad por delante y nos están apoyando ponentes de peso de manera desinteresada.

Soy de las que piensa que el «no» ya lo tienes y si la puerta está cerrada, pues ábrela. Este verano llamé a la Zarzuela para mandarle un mail a la Reina para pedirle su apoyo, porque en la web solo venía una dirección postal. Y me atendieron fabulosamente, me dieron un email y estuve tres horas escribiendo ese correo. El email más largo de mi historia, porque no sabía qué poner, qué protocolo seguir. De hecho, la última frase es: «Perdóneme usted si no he seguido el protocolo porque es la primera vez que me veo en esta tesitura.»

Eso fue un miércoles y ese mismo fin de semana estábamos en mi pueblo, en Arriate, tomando algo con mi hermano, su mujer y unos amigos y les conté lo que había hecho. Me dijeron que estaba loca, que no me iba a contestar y no paraban de reírse.

Pues me contestó antes del mes, y con una contestación muy buena porque ponía que iban a estudiar la posibilidad de materializar el apoyo de la Reina. Yo me quedé perpleja. Lo primero que hice es hacer una foto a la contestación  y mandárselo a todos los que se rieron de mí. (Se ríe)

Yolanda a pesar de lo que cuentas se te ve muy feliz, muy contenta, muy llena de vida…

Es que me siento más viva que nunca. Está siendo un año muy duro pero también uno de lo mejores años de mi vida. Estoy viviendo experiencias que jamás creí que iba a vivir y las que me quedan… Y retos, sobre todo retos, porque hay que vivir de retos.

 

Ronda acogerá entre el 10 y el 12 de noviembre la I Convención Nacional de Empresarias, Emprendedoras y Profesionales. Organizada por la Asociación de Mujeres Empresarias de la Serranía de Ronda tiene, entre otros objetivos, poner en valor el trabajo femenino en el ámbito rural. 

Redacción: Ana Porras   Fotografía: Javier Nuñez

Yolanda Moreno, CYM, Creaciones Yolanda Moreno

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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.

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