El verano es sinónimo de vacaciones para muchos. Esto conlleva a que actos como desmaquillarnos y cuidar nuestra piel correctamente, quedan en un segundo plano: los baños de sol, el cloro, los excesos de las vacaciones, el calor, son factores que alteran drásticamente el estado de nuestra piel. Si añadimos que con la llegada de septiembre cambiamos de estación y retomamos la rutina, el cuerpo es sometido a un estrés emocional y físico que refleja estos cambios directamente en la epidermis.
Por esta razón, tras el verano, nuestro cutis tiende a lucir muy apagado, con falta de luminosidad, deshidratado, y en ocasiones, experimenta brotes de granitos y exceso de grasa.
Para paliar estos efectos y recuperar el equilibrio de nuestra piel, existen algunos cuidados específicos que harán que tu piel vuelva a lucir ese aspecto lozano perdido este verano.
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Volver a la rutina con buen «piel»
Es importante retomar nuestra estricta rutina de cuidados, o iniciarnos en esta, si aún no cuidas tu piel siguiendo los distintos pasos de un correcto cuidado facial: Limpiar, proteger, tratar e hidratar.
Limpiar la piel es el secreto de una piel sana. Protegerla del sol, tratarla con activos específicos e hidratarla a diario, darán además a ésta un aspecto radiante.
Hazte con un kit de cuidado facial compuesto por un gel limpiador, un protector solar, un serum adecuado a tus necesidades y una crema hidratante y nutritiva adecuados para tu tipo de piel y tus problemas y necesidades dermofaciales.
Borrón y cuenta nueva: ¡ A exfoliar!
Es hora de deshacernos de ese aspecto cetrino con el que luce nuestra piel tras el verano. La clave está en una buena y profunda exfoliación que eliminará las células muertas depositadas en la piel, estimulará la renovación celular, activará la microcirculación cutánea y mejorará la oxigenación y nutrición de las capas más profundas de la piel.
Esta exfoliación podemos llevarla a cabo de dos maneras: Mediante la utilización de un producto tipo scrub, es decir un producto exfoliante granulado que utilizaremos dos veces en semana. O mediante minipeeling químicos a base de AHA’S (alfahidroxiácidos como el ácido glicólico, cítrico, láctico, málico, tartárico…).
Los AHA’s, además de poseer todos los beneficios de un exfoliante tradicional, por su composición molecular, tienen además la capacidad de estimular la formación de colágeno y de elastina por la propia piel. Además, atenúan visiblemente las arrugas y las líneas de expresión con el uso continuado.
Esta clase de exfoliación puede llevarse a cabo en casa de forma suave, mediante la utilización de productos que contengan esta clase ingredientes en bajos porcentajes. O si lo que deseamos es un efecto más profundo, y un profesional respalda la idea, en un centro especializado podemos someternos a mayores porcentajes de AHA’s que tendrán un efecto más notorio en nuestra piel.
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Antioxidantes por dentro y por fuera
Los antioxidantes son los encargados de neutralizar el efecto oxidante que los radicales libres generan en nuestras células. Se encuentran presentes tanto en los alimentos como en productos cosméticos. Estos son fundamentalmente tres: la vitamina A, presente en verduras de color amarillo y naranja como zanahorias y en hojas como las espinacas. La vitamina C, presente en frutas como cítricos y kiwis. Y la vitamina E, presente en aceites de origen vegetal y en frutos secos.
Un zumo de naranja, fresa y zanahoria a diario aportará a tu organismo una buena dósis de antioxidantes que además darán mucha luz a tu piel.
A nivel tópico, busca también que tu sérum o tu crema hidratante contengan estas vitaminas entre sus ingredientes principales.
Recapitulando, una rutina facial estricta que incluya los pasos de limpieza, protección, tratamiento rico en antioxidantes e hidratación, acompañado de un tratamiento de choque a base de exfoliaciones, harán que tu piel recupere la luminosidad perdida tras el paso del verano.
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