En épocas como las que nos está tocando vivir, de dolor e incertidumbre, son muchas las personas que han encontrado consuelo en su fe para sobrellevar el momento. Sin embargo, los templos religiosos no han tenido la ocasión de abrir sus puertas durante todo el confinamiento. Ahora, con la desescalada en marcha, se contempla que puedan abrir de nuevo para las celebraciones religiosas en la Fase 1, aunque algunas parroquias han empezado a abrir sus puertas solo para las visitas, como es el caso de la Parroquia Santiago Apóstol, en Málaga. Hemos hablado con el Padre Miguel Ángel, responsable de este centro de culto, para que nos cuente cómo ha sido la reapertura y este periodo de confinamiento.
Según el Padre Miguel Ángel, no está considerado romper el confinamiento que un párroco que reside en un centro religioso acuda a este. Por eso, él ha abierto los portones del templo, manteniendo, eso sí, ciertas medidas de seguridad, como respetar un aforo mínimo –en este caso, de 45 personas–, recomendar el uso de mascarillas y solicitar a los visitantes que mantengan la distancia de seguridad.
Este párroco no ha detenido su actividad ni durante la época más dura del confinamiento: ha continuado atendiendo a sus fieles por teléfono o por videollamada y se ha encargado, incluso, de que algunos enfermos reciban su unción. Así nos cuenta el Padre Miguel Ángel el trabajo que ha realizado durante estos dos meses de confinamiento y los deseos que tiene para los días venideros.
Padre, la parroquia está abierta, pero ¿en qué circunstancias?
La abrimos en horario reducido, sin poder celebrar sacramentos ni la eucaristía. Por supuesto, tomamos las medidas de seguridad que nos exigen las autoridades. Además, solo estamos disponibles para que vengan a orar; y con poca gente dentro a la vez.
¿Está permitido que una parroquia abra en esta fase?
El tema es que si el párroco reside en la parroquia no se considera que está rompiendo el confinamiento y puede abrir unas horas para que la gente haga una oración breve. Eso sí está permitido.
Con la apertura también se habrán extremado las precauciones sanitarias…
Las medidas de higiene consisten en desinfectar el templo todos los días y al entrar hay botes de gel hidroalcohólico. Se obliga a mantener las distancias de separación y se recomienda el uso de mascarilla. Lo importante es que hemos reducido muchísimo el aforo y el tiempo que se permite para la oración es mínimo.
¿Cómo reaccionaron los fieles a la reapertura?
La mayoría con muchísima alegría por poder estar de nuevo en un templo religioso. Hemos estado mucho tiempo cerrados, hasta el lunes 11 de mayo. Hay parroquias que han abierto también, pero esta se sitúa en un sitio de paso y llama mas la atención que esté abierta. En general, las personas han mostrado mucha alegría; he visto mucha gente emocionada. Aquí hay muchas personas de cofradías que nos visitan y, también, mucha gente de la propia parroquia. Todos ellos se han emocionado porque volvían otra vez a estar un ratito dentro del templo.
Supongo que ver a tanta gente emocionada por la apertura de la parroquia también es un motivo de alegría para usted…
Para mí y los que conformamos esta parroquia ha sido muy duro estar todo este tiempo sin poder celebrar la eucaristía con la comunidad, sin contacto más allá que el telefónico o por videollamada con las personas. Incluso las reuniones han sido todas telemáticas… Es una alegría ver a la gente que llega al templo de nuevo, la verdad.
¿Ha celebrado usted misas durante el confinamiento?
Sí. Aquí los domingos viene un canal de televisión que retransmite las misas y lo ha seguido haciendo en esta época. Por Zoom –la aplicación de videollamadas– también hemos hecho muchas formaciones y alguna que otra eucaristía.
A través del teléfono y de las videollamadas ha hecho una labor de acompañamiento a los fieles, ¿en qué ha consistido?
He estado todo el confinamiento enganchado al teléfono para hacer este acompañamiento. Cáritas también ha ayudado mucho en esta labor; hablaban con los acogidos en el centro Cáritas de la parroquia y por esa vía se les ha ido atendiendo, no había otra solución.
A los fieles que teníamos su contacto íbamos llamándolos y preguntando cómo estaban. También ha habido casos algo más extremos, como ir a llevar alguna unción de enfermo o realizar un servicio de confesión a alguien que tenía mucha necesidad. Tomando todas las medidas de precaución, hemos seguido trabajando.
¿La gente se ha refugiado en Dios durante esta época?
Muchísimo. Estoy sorprendido de cómo la gente ha ido buscando lo esencial en la vida. Todas nuestras actividades y proyectos iban cayéndose y no se podían celebrar, pero esto ha hecho que la gente necesite estar más en la presencia de Dios. Y lo sigue necesitando. Comprobar como las personas han ido buscando, quizás con mas intensidad en esta época, todo lo que significa su fe ha sido muy bonito pastoralmente. Esta crisis, de alguna manera, ha removido interiormente esta búsqueda.
¿Cuáles son sus deseos para el futuro próximo?
Tenemos muchas ganas de volver a celebrar la eucarística con el pueblo y que esperemos que dentro de poco pasemos de fase. Ojalá podamos celebrar pronto la eucaristía con todas las medidas que nos pidan. Ese es nuestro deseo.
Fotografías: Lorenzo Carnero | Redacción: Pablo Navarrete