Málaga de Moda, la marca de la Diputación de Málaga, junto a La Caixa, han promovido una iniciativa para confeccionar mascarillas para la población en la que cuentan con la labor de 25 personas en riesgo de exclusión social. Tania Taboada es la responsable técnica del Proyecto Hilandera, uno de los talleres implicados en este proyecto. Ella nos ha contado cómo funciona esta red de talleres de confección que ha repartido hasta el momento más de 20.000 mascarillas a los sectores más desfavorecidos de Málaga.
El Proyecto Hilandera se inició hace algo más de un año con la apertura de un taller de costura destinado a la contratación de mujeres en una situación vulnerable. “Algunas de estas mujeres contaban con experiencia previa en textil, pero otras no; por eso, antes de iniciar el trabajo, se les impartía un curso para formarlas en el oficio”, comenta Tania. Este proyecto trabajaba con empresas que querían vender estas prendas de moda de “confección ética”.
Cuando el coronavirus llegó, las empresas pararon su actividad y, por lo tanto, el taller también detuvo la producción. “Cuando se inició el confinamiento y las empresas dejaron de producir, se nos dio la oportunidad de seguir trabajando con grupos de voluntarias y con mujeres de nuestro taller para apoyar el proyecto de las mascarillas”, dice Tania. Fue el 20 de marzo cuando Hilandera comenzó la confección, con el apoyo de la Diputación de Málaga, que aporta el material, y de La Caixa, que apoya económicamente a la mano de obra con becas de inserción laboral.
En este taller en concreto son cinco las mujeres que están poniendo todo de su parte para que los sectores más desfavorecidos de Málaga tengan equipos de protección frente a la amenaza de contagio del COVID-19. Sin embargo, este proyecto de Málaga de Moda cuenta con un total de 20 personas más, hombres y mujeres, en las mismas circunstancias que las trabajadoras de Hilandera repartidas en otros talleres de la provincia.
Los organizadores de la iniciativa quisieron que estos talleres que dan trabajo a personas en riesgo de exclusión social no parasen en seco su actividad, por eso pusieron en marcha esta red de confección a la que se le aportó lo necesario para la fabricación de estos EPIS además de un empujón económico que sirviera de ayuda en el pago de los salarios de los trabajadores. El proyecto, además de contar con estas personas cuya labor es remunerada, cuenta también con una plantilla de voluntarios que ayudan en la confección, elaboración y distribución de estos equipos de protección de manera desinteresada.
El taller de Hilandera es la sede donde se inició el proyecto y se repartió el trabajo a los otros centros. “Desde este taller hemos repartido, con la ayuda de nuestro compañero Alejandro Matías, y entregado mascarillas –dice Tania– y es aquí donde recortamos las mascarillas para la posterior confección en los otros talleres de la iniciativa”. El resto de centros de confección implicados son el Taller Mangas verdes, el Taller Hilo Doble y el Taller La Palmilla.
En este taller, las trabajadoras fabrican alrededor de unas 1.000 mascarillas al día. Estas mujeres, que se encuentran en una situación complicada, cuentan con el apoyo de una educadora social del propio Proyecto Hilandera, Laura Guillén, que las acompaña durante el proceso y certifica que estas mujeres necesitan ayuda.
Esta red de talleres quiere cumplir el objetivo de confeccionar y repartir unas 120.000 mascarillas. Esta iniciativa se complementa con otras muchas que la Diputación está llevando a cabo por toda la provincia para asegurarse que los EPIS llegan incluso a los pueblos más pequeños.
Lo positivo de todo esto es que estas personas en riesgo de exclusión social pueden desarrollar una labor que se verá recompensada economicamente a la par que se consiguen que muchos malagueños obtengan equipos de protección para esta desescalada, durante la que se prevén más que necesarios.
Fotografías: Lorenzo Carnero | Redacción: Pablo Navarrete