Hace ya 3 meses que debido a las medidas de prevención para evitar el contagio del coronavirus no podemos besarnos o abrazarnos. Parece mentira que llevemos 3 meses sin dar besos ni abrazos. La verdad es que siempre supimos que los besos podían ser tiernos, de película, apasionados… pero pocas veces pensamos que besarnos sería peligroso.
Los besos siempre han sido importantes, algunos incluso se han hecho famosos y ahora se comportan como símbolos. Y no es de extrañar pues son en realidad un acto poderoso. ¿Cuántas veces se han utilizado en el arte y en el cine? Hemos visto cientos, incluso de protesta. Sea como sea siempre han formado parte de nosotros. Y es quizás por eso que algunos han pasado a la historia. ¿Quieres saber cuáles?
Enfermera y Marine besándose por Alfred Eisenstaedt
Este, probablemente, sea el beso más famoso de la historia. La fotografía fue tomada el 14 de agosto de 1945, día en el que se anunció la victoria en la II Guerra Mundial, tras lanzar dos bombas atómicas sobre Japón. Ese día, en el cruce de Broadway con la séptima, Alfred Eisenstaedt y Victor Jorgensen inmortalizaban un beso apasionado entre un marinero y una enfermera. Sí, dos fotógrafos diferentes, existen dos fotografías del mismo momento. Alfred Eisenstaedt, tomó la que fue publicada en la revista Time, y Victor Jorgensen la que apareció en el New York Times, que tiene un punto de vista más lateral.
«Existen dos fotografías del mismo momento»
Como era de esperar, siendo uno de los besos más famosos de la historia, en torno a él se han creado multitud de hipótesis diferentes sobre cómo pasó, para saber si fue fruto de la euforia de la victoria o por el contrario la fotografía estaba estudiada. De momento, lo que se sabe es que la foto fue tomada a las 17:51, una hora antes de la rendición oficial de los japoneses. Los protagonistas fueron complicados de localizar pues muchos marineros y enfermeras dijeron ser los protagonistas de esta icónica foto, sin embargo, a día de hoy se cree que fueron Carl Muscarello y Greta Zimmer Friedman quien en realidad no era enfermera sino asistente dental y que en 1980 declaró para Life que el beso había sido totalmente casual y que nunca más supo de aquel marinero.
“El beso” de Klimt
Este es otro de los grandes besos de la historia, y sin duda, uno de los más bonitos. Se trata de un óleo con laminillas de oro y estaño sobre lienzo que fue realizado por el artista austriaco Gustav Klimt entre 1907 y 1908. Esta es una de las joyas de la Galería Belvedere de Viena y está a caballo entre el simbolismo y el Art Nouveau. En él los cuerpos de los amantes parecen fundirse en uno solo. Él besa a la joven en la mejilla, sujetando con ambas manos su rostro, mientras ella tiene los ojos cerrados.
«Es una de las joyas de la Galería Belvedere de Viena«
Como era de esperar, este beso también tiene su historia, pues hay quienes creen que los protagonistas del lienzo son el propio Klimt y Emilie Flöge. Emilie era la concuñada de Klimt, ya que la hermana de ésta, Helene, estaba casada con el hermano de Klimt, Ernst). Se sabe que Klimt y Emilie eran grandísimos amigos y que, incluso, veraneaban juntos, sin embargo, y a pesar de que también se sabe que ella fue musa del artista, no se tiene constancia de que fueran amantes. Puede que porque ella sabía que eran muchas las mujeres que pasaban por la vida del artista, mujeres que desnudaba y pintaba con oro y flores en todos sus cuadros.
“Los amantes” de Magritte
Esta obra del artista surrealista René Magritte es también otro de los besos más famosos, aunque es bastante menos tierno que los demás. De Magritte se han dicho muchas cosas, pero la que mejor le define, es quizás: Revelador de lo oculto o de lo olvidado por sobreentendido.
«Es una representación del concepto general de pareja»
Sus obras nunca son lo que parecen, ¿o sí? ¿Es esta una representación del amor? Hay quienes definen esta obra, en la que un hombre y una mujer con los rostros tapados por unas telas blancas se besan, como una representación del concepto general de pareja. De ahí el hecho de que ellos aparezcan con las caras tapadas ya que la importancia de los protagonistas no es su identidad, sino el concepto global que ofrecen. Y es que “Los amantes” aparecen en otras obras, también como pareja, aunque no estén besándose.
Sin embargo, hay quienes también relacionan la sabana que tapa sus caras – que aparece de forma repetida en otras de sus obras – con un episodio bastante más escabroso de la vida del artista. Al parecer, cuando tenía 14 años su madre se suicidó arrojándose al río Sambre y hallaron su cadáver con la cabeza cubierta por el camisón blanco que la mujer vestía. Se cree que la imagen obsesionó siempre a Magritte, quien la plasmó en sus lienzos.
Yoko Ono y John Lennon por Annie Leibovitz
En diciembre de 1980, la reconocida fotógrafa Annie Leibovitz, fue asignada para tomar una fotografía del famoso integrante de los Beatles, John Lennon, para la que sería la portada de la revista Rolling Stone. Pero Lennon, insistió en que su pareja, Yoko Ono, también debía aparecer en la fotografía. De modo que Annie, inspirándose en la portada del álbum “Double Fantasy”, se imaginó a la pareja besándose desnudos.
Sin embargo, Yoko Ono tenía reticencias a desnudarse así que no lo hizo, y el resultado fue esta imagen en la que Lennon se acurruca junto a su chica y la besa en la mejilla mientras ella permanece vestida e impasible. Pero sin embargo, lo más curioso de esta foto no es la foto en sí, sino que Lennon nunca llego a verla. La imagen fue tomada durante la mañana del 8 de diciembre de 1980, el mismo día en el que horas más tarde, Lennon sería asesinado frente a su apartamento, por Mark David Chapman.
«Fue tomada el mismo día que asesinaron a Lennon»
La fotografía no se publicó hasta Enero de 1981, cuando fue portada de la revista Rolling Stone como conmemoración al artista. En 2005 la “Sociedad Americana de Editores de Revistas” la calificó como la mejor portada de los últimos cuarenta años.
Marlene Dietrich dando la bienvenida a un marine por Irving Haberman
Otra histórica fotografía que nos dejó el final de la II Guerra Mundial fue esta, tomada por Irvin Haberman en 1945, en la que podemos ver a la famosa actriz Marlene Dietrich siendo aupada por otros militares y besando a un afortunado soldado al azar a su llegada a Nueva York tras la II Guerra Mundial.
«Llegó a negar a Adolf Hitler su regreso a las pantallas alemanas»
Marlene Dietrich fue una de las actrices más deslumbrantes del cine durante los años cuarenta. Dietrich nació en Alemania en 1901 en el seno de una familia de militares y para cuando comenzara la guerra, ya era una ciudadana estadounidense que incluso llegó a negar al dictador Adolf Hitler su regreso a las pantallas alemanas. De hecho, durante la guerra, siempre se mostró partidaria del bando aliado.
Irving Haberman, fue un distinguido fotorreportero del siglo XX, que llevó a cabo una colección de más de diez mil negativos en los que representó la personalidad y los momentos más representativos de su época.
“Beso fraterno socialista” de Dimitri Vrubel
Todo el que haya ido a Berlín conoce con total seguridad este beso, pues es uno de los selfies más buscados de toda la capital alemana. Un beso de tornillo entre dos hombres, que además fueron altos cargos políticos. Uno es el líder de la Unión Soviética, Leonid Brezhnev, y el otro, el presidente de la República Democrática de Alemania, Erich Honecker.
«El beso fue una muestra de confianza mutua, una costumbre rusa»
El mural es en realidad una representación de una fotografía que se hizo en 1979 durante la conmemoración del 30 aniversario de la República Democrática Alemana, y se encuentra en el East Side Gallery, una galería de arte al aire libre situada en una de las partes que quedan en pie del muro de Berlín. Aquel beso de 1979 fue en realidad un gesto de hermanamiento, una costumbre extendida en Rusia y otros países como muestra de confianza mutua entre dos personas.
El artista ruso Dimitri Vrubel pintó la escena un año después de la caída del mismo, y lo acompañó con la irónica frase escrita a grafiti: «Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal», cuenta además que siempre pensó que derribarían el muro por completo y que para él era impensable que aquello pudiese convertirse en un símbolo, tal y como es ahora.