Si hay algo que ha conseguido el confinamiento es unirnos como si fuéramos uno en la lucha contra este virus. Los ciudadanos nos quedamos responsablemente en casa, mientras que los sanitarios y Cuerpos de Seguridad del Estado están cada día en primera línea para vencer a la pandemia. Sin embargo, este grupo de profesionales no cuenta en muchos casos con el equipamiento de protección necesario. Afortunadamente, la solidaridad de los vecinos ha hecho posible que esta falta de material sea menor gracias a las iniciativas que están surgiendo para comprarlas o fabricarlas.
Es el caso de la iniciativa de José Prieto, conserje del CEIP Los Prados, en Málaga capital. Comenzó aprovechando los materiales que tenía en casa y tras sumarse más personas a seguir sus pasos, ya ha conseguido entregar más de 11.000 pantallas faciales a los hospitales públicos y privados de Málaga, residencias de mayores, servicios de ayuda a domicilio, cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, seguridad privada de hospitales y Protección Civil. Hemos hablado con él para que nos cuente como surgió esta bonita iniciativa y en qué punto se encuentran.
Casi a la vez que surgió la crisis del coronavirus, José tuvo que darse de baja laboral tras romperse una costilla. Esta mala experiencia hizo que tuviera que permanecer en casa sin moverse, algo que se convertiría poco después en una situación compartida con todos. Este parón laboral le despertó la inquietud de ayudar y comenzó a investigar por las redes hasta que encontró vídeos de impresoras 3D con las que se estaban imprimiendo pantallas faciales. “Yo tengo una de estas máquinas y me interesaba saber cómo se fabrican, porque sé los tiempos que tienen de producción”, dice José.
«La necesidad era mayor de lo que era posible fabricar con impresoras 3D»
Estas modernas máquinas necesitan entre dos y cuatro horas de media para fabricar una pantalla de protección y además, los costes en materiales son algo elevados. “La necesidad era mayor de lo que era posible fabricar con estas impresoras”, dice José. “Más tarde, salió un diseño mucho más rápido, que se fabrica en 2 minutos y a mano. Yo tenía los materiales en casa para hacerlo, y cualquiera que los tuviera también podría ayudar, son materiales fáciles de encontrar”. José se puso manos a la obra y entregó veinte pantallas faciales a sus compañeros conserjes que se dedican ahora a la tarea del reparto de comida a los niños de familias en riesgo de exclusión social.
«Este modelo solo necesita una grapa, esponja, plástico de encuadernar y un elástico”, nos dice. La facilidad para encontrar los materiales, su bajo coste y la rapidez de elaboración, convirtieron a estas pantallas en las idóneas para una producción y distribución rápida. “Si comparas entre hacer esta o construirla con una impresora 3D, es más rápido a mano y hace la misma función. Ahora, se ha organizado la producción para hacer cien unidades por persona entre los dieciséis compañeros que hay en la sede”. La sede es un local que les ha decidido el Distrito de la Cruz de Humilladero para tal fin.
Este pequeño gesto desencadenó una auténtica oleada de solidaridad que se fue difundiendo por el boca a boca y en las redes sociales. WhatsApp se convirtió en el canal perfecto para poner en contacto a grupos de personas que querían colaborar. “Los compañeros conserjes fueron los primeros en empezar a mover esto. Sabían los materiales que hacían falta para la fabricación de las pantallas y conocían que los colegios los tenían. Hablaron con los directores de los colegios, que donaron todo el material que hizo falta, se llevó a nuestra sede y a partir de ahí empezamos a producir”.
«Nos vamos ayudando los unos a otros»
Cada persona que se sumaba a la iniciativa también sumaba una red de contactos que han ido añadiéndose al proyecto: “También trabajamos con un grupo de empresas externas que están colaborando, que a su vez trabajan con asociaciones de voluntarios que hacen pantallas y mascarillas y nos vamos ayudando los unos a otros. Si a alguien le faltan pantallas que repartir, pues les damos de las nuestras y al revés. Igual pasa con los materiales”.
«Nuestro modo de trabajo nos da mucha capacidad de producción»
En paralelo a todo esto, la continua búsqueda de José por facilitar este equipamiento al mayor número de personas posible hizo que se topara en Facebook con un aliado clave en toda esta historia: “Encontré una página de un muchacho, Eusebio, que compró una nave en Alhaurín el Grande que era de lencería y tenía todo el material dentro todavía. En vez de venderlo, decidió poner los elásticos y todo el material que tenía de costura a disposición de los que los necesitáramos. Eusebio no ha parado de donar desde que esto empezó y lo sigue haciendo mientras le queda material. Él también nos ha puesto en contacto con otras empresas y asociaciones. Gracias a él, en parte, el material no nos está faltando”.
La confección de estas pantallas se realiza de manera autónoma
La confección de estas pantallas se realiza de manera autónoma, lo que facilita la producción y también mantiene a los voluntarios más seguros contra el contagio. “Tenemos un pequeño almacén en El Duende, que es donde se recibe el material. Los compañeros que hacen pantallas recogen las cajas preparadas, con cien unidades, y se las llevan a casa. Una vez que las tienen listas, las devuelven al mismo sitio para su distribución. Este modo de trabajo nos da mucha capacidad de producción”.
Otro aspecto importante que estos vecinos del distrito de Cruz del Humilladero implicados en el proyecto han querido tener muy presente es el de la rapidez y eficacia en la entrega de este material. “Nosotros hemos estado contactando con trabajadores directamente para que nos pusieran en contacto con los grupos de profesionales sanitarios que necesitaran pantallas. La distribución ha sido dada por el boca a boca. A veces, hemos ido a llevárselas nosotros a los profesionales. Otras veces, venían a recogerlas ellos. Ha sido todo un poco sobre la marcha. Intentando ser lo más ágiles posibles y ha funcionado a las mil maravillas”. José está sorprendido y no para de repetir frases como: “Ha sido tremendo, la verdad… ¡Es alucinante!”
«Ha sido una cadena de favores. La predisposición y la voluntad de la gente ha sido increíble»
Ahora, José estima que con el material que tienen actualmente pueden hacer alrededor de unas 40.000 pantallas faciales para los colectivos más expuestos y vulnerables al coronavirus. Una labor que han podido desarrollar gracias a la solidaridad de todos los malagueños, incluidos los concejales y responsables del Distrito. “Cada uno de los implicados ha ido coordinando por WhatsApp los grupos con los que tenían contacto. Ha sido una cadena de favores. La predisposición y la voluntad de la gente ha sido increíble. Cuando llamo a alguien para pedirle ayuda, no termino de hablar y ya me dice que sí y que adónde envía lo que sea”.
“Hoy día, todos somos uno y nos estamos ayudando entre nosotros. Se ve en la calle”, comenta José, que concluye con un mensaje esperanzador: “Yo creo que esto nos va a cambiar a todos. Las cosas se irán olvidando y volveremos a nuestro camino habitual, pero esta situación es lo suficientemente grave como para que a nos cambie a muchos la forma de pensar y de actuar con los demás”.
Fotografías: Lorenzo Carnero | Redacción: Pablo Navarrete