La llegada de un bebé suele esperarse con ganas e ilusión, pero en ocasiones esto puede entrar en conflicto con otros habitantes de la casa tan mimados como lo será el pequeño en camino: las mascotas. Algunas familias deciden criar a su bebé en la cercanía con el gato o el perro, mientras que otras prefieren guardar las distancias entre ambas especies por miedo a que pueda afectar a la salud del recién nacido.
La ciencia, tiene la respuesta ante la eterna duda para los amantes de los animales que van a ser papás: ¿influye negativamente que un bebé se críe y crezca mientras convive con una mascota?
En general, los expertos aseguran que vivir con mascotas fomenta que el sistema inmunitario se fortalezca. Cuanto más pequeño sea el bebé y antes empiece a convivir con un animal doméstico, menores serán sus posibilidades de padecer alergias en el futuro, ya que el sistema inmunológico es inmaduro durante los primeros años y el trato habitual con una mascota puede ayudar a que este se vaya “curtiendo”.
Un estudio publicado hace un par de años concluye que los casos de alergia eran menores en los niños de 7 a 9 años que convivían con mascotas. Además, cuanto mayor era el número de animales en la unidad familiar, mayor era el efecto protector. Detectaron, también, que los pequeños estudiados desarrollaron sistemas de protección contra alérgenos provenientes diferentes animales y del polen.
Por otro lado, el pelaje de las mascotas contiene suciedad y algunas bacterias que no son, a priori, perjudiciales para un bebé, según este otro estudio. La investigación asegura que los bebés de familias con perros o gatos presentaban niveles más altos de dos tipos de microbios asociados con un menor riesgo de enfermedades alérgicas y de obesidad.
Todo lo anterior se asocia con una especie de efecto vacuna por el cual el sistema inmunológico se fortalece a base de entrar en contacto con los focos de gérmenes y bacterias. Este proceso permite que las células del sistema inmunológico memoricen, de alguna manera, las infecciones y luchen contra ellas en el futuro. De ahí, que los bebés se beneficien de los efectos de convivir con mascotas, ya que en los primeros años de vida es cuando las defensas “aprenden” más y desarrollan la inmunidad.
El contacto con una cantidad excesiva de bacterias, por otro lado, puede provocar una enfermedad seria. Por eso, es necesario que se mantengan unas medidas higiénicas mínimas como lavarse las manos después de tocar a los animales, mantener a las mascotas limpias y desparasitadas y evitar el contacto entre el bebé y el animal en situaciones de riesgo.