Veníamos de la cena con Javier Calleja y recibíamos en Cenas con Chispitas a otro Javier, Javier Herrera, presidente de PETALES España. Si Calleja nos habló de arte, Herrera también, pero del arte a veces surrealista y abstracto de criar, educar y formar a nuestros hijos. Una de las misiones más complicadas a las que nos enfrentamos los padres cuando lo abordamos desde la responsabilidad. “Los hijos no son un juego”, era el tema. Y tanto que no lo son, aunque a veces hagamos experimentos y terminemos recurriendo a la prueba-error.
Atelier de Dani García volvía a recibirnos para celebrar este encuentro. Su salón nos sorprendía con una decoración floral alegre, llena de colorido y con motivos que nos recordaban que era la víspera de San Valentín. Roberto Silvosa decoró la mesa con motivos de estrellas, tartas y corazones y además quiso tener un detalle con todos los asistentes y dispuso tulipanes amarillos para cada uno de los comensales.
El tema no era para tratarlo con ligereza y era, en cierto modo, complicado de enfocar, así que venía muy bien ese toque de alegría. La mayoría de los que nos acompañarían aquella noche eran padres y madres a los que preocupa y les ocupa la educación de sus hijos más allá de la formación académica. Algún matrimonio, pero sobre todo mayoría de mujeres, se sentarían aquella noche a la mesa.
Los tiempos han cambiado y nos encontramos ante nuevos retos en la educación de nuestros hijos. Hemos creado nuevas estructuras sociales, nuevos modelos de familia, nos separamos, hay custodia compartida, parejas de un mismo sexo, familias con solo padre o madre, trabajamos hombres y mujeres, los dejamos desde casi recién nacidos en guarderías o en manos de extraños… Todo va muy rápido, los cambios que se producen van a una velocidad que a veces produce vértigo.
Javier Herrera, presidente de PETALES iba a ser esa noche nuestro guía a través de su experiencia personal y de la que ha compartido con otros padres y madres. En la asociación están especializados en el apoyo a familias en las que se presentan trastornos del vínculo afectivo o apego. Quizás una situación más extrema de la que muchos vivimos en casa, pero a través de la cual se puede aprender.
El patio de Atelier volvía a ser el lugar elegido para recibirlos en una noche especialmente fría.
13 de febrero de 2019. Cenas con Chispitas
Lugar: Atelier de Dani García
Ponente: Javier Herrera
El tema: “Los Hijos no son un juego”
Hijos, hablar de ellos y el reto que nos suponen en la actualidad era en sí mismo un reto. El tema da para mucho, para muchísimo. Hablar de hijos que actualmente están en la infancia y la pubertad es abordar el tema, por ejemplo, desde la perspectiva de que ellos son nativos digitales y los interrogantes que nos planteamos los padres sobre cómo actuar.
El tiempo que les dedicamos padres y madres ante nuestra realidad laboral, dónde están los límites entre mi deber de controlar y donde empieza su libertad, hasta qué punto podemos confiar en ellos, o cómo abordar los conflictos que surgen y que en ocasiones hacen temblar los cimientos de la pareja… Había millones de maneras de abordar el tema, tantas como casos concretos, porque cada persona encierra dentro de sí un mundo. Evidentemente, no hubo tiempo de afrontarlos todos, pero sí tocamos algunos de ellos. En el resumen de este encuentro me ceñiré a lo que se habló durante la entrevista que le hice a Javier Herrera antes de comenzar la cena. Después se dijo mucho y muy interesante, ya con Javier en la mesa.
La cena
Tema complicado de afrontar, tratar y digerir. No así la fantástica cena que el equipo de Eventos Dani García preparó para la ocasión.
Gazpacho de cereza con nieve de queso fresco, pistachos y anchoas.
Bacalao negro marinado con miso, espinacas trufadas, puré cremoso de coliflor ahumado ligeramente y emulsión de champagne.
Pintada rellena de foie, con puré de apio bola y verduras estilo DG.
El postre se sirvió en formato cóctel para que pudiésemos interactuar todos con todos tras la cena.
Los asistentes
Contábamos esa noche con un invitado de excepción en la mesa. Manuel Hernández, psicólogo experto en apego y que nos acompañó como ponente en Cenas con Chispitas en una edición anterior. Manuel colabora con PETALES, la asociación de la que es presidente Javier.
Es autor del libro ‘Apego y psicopatología: la ansiedad y su origen’. Es de los pocos en nuestro país que aplica correctamente la técnica EMDR para trabajar el trauma. Quiso pasar desapercibido y dejar todo el protagonismo a Javier, aunque fue inevitable que aprovechamos que estaba con nosotros para que nos resolviese algunas dudas. Un lujo contar con su presencia.
Manuel vino acompañado por su mujer, Esther Uros. Aunque es docente de formación y cuenta con una amplia experiencia en el sistema educativo y desde diferentes puestos, actualmente trabaja con Manuel en el gabinete que éste tiene en Fuengirola.
Susana Barriga es neuroeducadora y tiene un gabinete que se llama “Educa tu mundo”. Recientemente ha abierto dos centros de eliminación de piojos ‘Kids Poux’ en San Pedro de Alcántara y Estepona. Algo que es de vital importancia para la estabilidad emocional de las familias. ¿Quién no se ha puesto de los nervios al recibir el mensaje de que hay pediculosis en el centro o al encontrar liendres en la cabeza de sus hijos?
Vino acompañada por su marido, Henry Lehr. Él se animó a última hora a acompañarla.
Me sorprendió que nos acompañase en esta ocasión Kristina Szekely, que aunque no tiene hijos es una mujer a la que le encanta saber, relacionarse y experimentar. No necesitaba más excusas para acompañarnos en esta cena. Kristina tiene inmobiliaria desde hace muchos años y está en continuo crecimiento.
Encarnación Cano se dedica a la sombrerería y está introduciendo en España su firma, Bchatslondon. Curiosamente se sentó al lado de Kristina que cada año en abril organiza en Marbella “la fiesta de las pamelas”. A Encarnación le apasiona la psicología, y de hecho nos acompañó en la cena de la que fue protagonista Manuel Hernández.
Esta vez vino acompañada por su marido Justo Ruíz, tiene una startup y se dedica al análisis de datos y big data especializada en el área financiera y de energía.
Irene López es Personal Assistant- Responsable de Calidad en el hotel Don Carlos, y asistió a este encuentro porque según dijo como madre le interesa mucho todo aquello que contribuya a que realice mejor ese papel.
María José Pérez Dorao nos había acompañado en Atelier en la primera cita de Cenas con Chispitas en la que la protagonista fue su hermana Marta. Aquella vez participó como acompañante, esta vez el tema le tocaba muy de cerca. Ella y su marido, Idamor Fernández, tienen dos hijos adoptados y forman parte de Petales.
Además comparten profesión y tienen la agencia de Publicidad Cientoochentagrados.
Beatriz del Campo y Carmen Oliva vinieron juntas. Beatriz es fotógrafa y tiene un estudio en Fuengirola. Está especializada en maternidad y niños recién nacidos. Carmen tiene un centro en Marbella que se llama Estímulos maternales donde aúna tienda y talleres para embarazadas, niños y familias.
Laura Carandini es directora de marketing y comunicación de GHD España y es madre de tres hijos. Por motivos de trabajo tiene que viajar a menudo, por lo que le gusta aprovechar todos los momentos que tiene para estar con ellos al 100%.
Begoña Castillo es la gerente de CIT Marbella, pero aquella noche nos acompañaba porque es madre de tres hijas que además se encuentran en la etapa de adolescencia. Vino con Begoña Arbeloa que también es mamá de tres hijos, es farmacéutica y es directora de proyectos de Seguridad y Calidad alimentaria en la Consultoría Testa Calidad y Medioambiente.
Begoña Castillo y Begoña Arbeloa
Marta Cuadra es habitual en nuestras cenas, y aunque vive actualmente entre Málaga y Madrid, si hay alguna cena que le interesa suele aprovechar para cogerse el Ave y participar. Es directora comercial en España de la empresa de flores biorrealistas Floral Image. Es madre de un hijo de 33 años pero su marido tiene una hija de 9. Asegura que entiende que no es su madre, pero sí quiere desempeñar su papel de la mejor manera posible.
Desde Álora recibíamos en esta cena a Susanna San Verboom y Laura Suffield. Susanna tiene una plataforma sostenible de turismo y organiza tours gastronómicos. Es madre de tres hijos y además de enfrentarse al reto de su educación lo hace en un entorno y en un país que es diferente al suyo, Holanda. Laura es inglesa y es traductora especializada en Museos y Fundaciones culturales. Según aseguró no tiene hijos, aunque sí una sobrina. Las dos hablan perfectamente el español, así que el idioma no les supuso un impedimento para integrarse. Gracias por venir desde tan lejos.
El ponente
Javier Herrera se dedica en su vida profesional a ser abogado. Pero esa noche estaba con nosotros no por ese motivo, sino por ser padre, lo que le ha llevado a estudiar, relacionarse con grandes expertos, y a fundar en España la delegación de la asociación PETALES Internacional. Una entidad que nació entre padres de niños adoptados para enfrentar unidos una problemática común y darse apoyo. En Petales se ha impuesto la realidad y han tenido que ampliar su misión para llegar a familias con hijos biológicos que manifiestan síntomas exactos o muy similares.
Tiene un auténtico máster en paternidad y en resolución de conflictos con niños a los que la mayoría denominaríamos como “difíciles”. Y que en realidad son auténticas víctimas del contexto en el que han nacido. El trastorno del vínculo afectivo o apego sigue siendo un gran desconocido para los profesionales de la Educación y la Sanidad. Ese desconocimiento, la ignorancia para un correcto diagnóstico y tratamiento han dado al traste con muchas personas que se podrían haber salvado. Personas que acaban en centros de menores o cárceles inmersos en una vida de sufrimiento.
Precisamente ese sufrimiento, esa búsqueda de soluciones para mejorar la vida de su hijo, ha llevado a Javier Herrera a convertirse en una mejor persona. Cuando lo digo en mi introducción se ruboriza y se quita mérito. Pero es cierto que al mandar por mail y WhatsApp la convocatoria de esta cita fueron muchas las personas que me respondieron elogiando la capacidad de dar y de darse de Javier.
Quizás a eso deberíamos reducir nuestros objetivos en la formación de nuestros hijos; algo tan simple y tan complicado como que se conviertan en buenas personas y sean felices. Seguro que nos iría mejor a todos como sociedad.
Javier Herrera, desde su ámbito de actuación, trabaja cada día porque estos chicos y chicas con trastorno del vínculo afectivo o apego tengan un nueva oportunidad. Que se entienda a lo que nos enfrentamos y que se puede solucionar. Son niños que requieren de mucho amor, que cuando más lo necesitaban no lo han recibido, y sin embargo la sociedad les trata con castigos y reprimendas. Son niños que no saben explicar lo que les pasa, pero que se rompen en mil pedazos al dejar atrás la infancia y sumergirse en la ya de por sí complicada etapa de adolescencia. No, no son niños malos, son niños llenos de miedo que viven en continua alerta. Y si hacemos caso a lo que dicen psicólogos, psiquiatras y líderes espirituales, lo contrario al miedo es el amor. Y eso es lo que necesitan.
Para dar a conocer su mensaje no duda en responder a una llamada cuando lo solicitan en un medio de comunicación para hablar sobre el tema y por amor, se enfrentó al miedo y al frío y se sumergió en las frías aguas del Estrecho para llamar la atención de toda la sociedad pero sobre todo de las instituciones educativas y sanitarias que son las que realmente tienen la llave para afrontar este problema de manera correcta.
En su intervención esa noche ofreció algún dato que es realmente preocupante. Uno de cada tres niños es “conflictivo” en la actualidad. La forma de actuar, lamentablemente, es expulsarlos de los centros educativos, y por parte de los sanitarios, psiquiatras en la mayoría de los casos, directamente medicarlos. Lo que deja fuera el ir a la raíz, al origen, a los motivos que están detrás y en la base de esas conductas que resultan incómodas al entorno. Se les trata como verdugos, cuando son las grandes y verdaderas víctimas. Se les descarta de la sociedad, cuando con las herramientas adecuadas se les puede ayudar a recuperarse de las heridas que tienen en el alma.
La ponencia
Javier me había sugerido hablar de hijos más allá de adoptados. En los años de experiencia de PETALES han detectado que el trastorno de apego o afectivo no es algo que exclusivamente estén manifestando estos niños y se ha extendido a familias con hijos biológicos.
Partíamos de la experiencia vivida por Javier Herrera y cómo cambia su vida al tomar la decisión junto a su mujer de adoptar hace ya unos años. Aquel paso transformó para siempre la realidad de Javier y dio comienzo a una nueva misión vital, la de visibilizar este trastorno y ofrecer a estos chicos y sus familias el apoyo y ayuda necesarias en algo muy desconocido hasta hace poco.
Javier y su mujer, después de intentar ser padres durante un tiempo decidieron adoptar. Algo a lo que hace unos años recurrieron muchas parejas, la adopción internacional. Aquella época situó a nuestro país en el segundo del mundo con mayor número de adopciones.
La apuesta en firme de Javier y su esposa fue que en estos niños pesaba más la educación que la genética.
Equipo de sala de Atelier atentos a la ponencia
Poco después y tras mucho papeleo conocían en Rusia al que era su hijo aunque hubiese nacido gracias a otros padres. Llegó a España con tan solo 2 años. Javier compartió con nosotros parte de su historia, que no podemos divulgar, por respeto a su persona.
Solo podemos mencionar que, gracias a la intervención de Manuel Hernández, pudieron empezar a entender alguna de las conductas que manifestaba su hijo, y darse cuenta de lo que estaba ocurriendo era algo muy frecuente en un perfil de niños adoptados, acogidos o que han sufrido maltrato grave. «En ese momento llegamos a conocer las referencias de los problemas de apego”, y empezaron a ver los problemas desde otra perspectiva.
Desgraciadamente, hay aún pocos psicólogos expertos en apego o que conozcan en profundidad el tema. Por ese motivo hay muchísimos niños mal diagnosticados que acaban en muchos casos en un centro de menores acrecentando aún más su problema. Ni Educación ni Sanidad dan actualmente una respuesta válida a estos casos, por un lado por falta de conocimientos y por otro, por una falta de recursos.
Esa desinformación y ausencia de apoyos en las instituciones públicas llevaron a Javier Herrera hasta Bélgica a la asociación PETALES, especializada en el tema. No eran los primeros españoles que pegaban a sus puertas y Javier decidió comprobar si era necesario abrir una delegación de la asociación en España. En tan sólo dos años, desde su creación en nuestro país, la conforman más de 200 familias españolas y cada semana reciben al menos a dos nuevas familias con hijos con esta problemática.
“Una cosa que nos une a los padres que hemos pasado por aquí es que somos muy estudiosos. Nos pasamos la vida buscando respuestas e intentando entender qué le pasa al niño. He terminado teniendo contacto con los mayores investigadores en este ámbito de todo el mundo. Y te das cuenta de que, básicamente, es una cosa que no depende de la adopción, no depende del acogimiento, sino que depende sobre todo el periodo de entre cero y tres años… Esa etapa del niño es absolutamente vital en el desarrollo del cerebro. El cerebro viene acabado en un 20% por ciento y el resto se programa por el contexto, si ese contexto no es el estándar, pues el resultado tiene el 80% de posibilidades de que salga distinto.
Y digamos que lo que tenemos aquí pues son cerebros distintos. Básicamente son una línea evolutiva de cerebros que están muy preparados para la defensa y muy poco preparados para una sociedad en la que no es necesario estar en hiperalerta para la defensa. Son como naves espaciales con todas las pantallas preparadas para la guerra, o sea, son el típico perfil fenomenal para vivir en la Edad Media o en una guerra total”.
Actualmente es común que padres y madres trabajemos y al nacer los hijos se dejen en guarderías a las pocas semanas o con personas extrañas. Padres que además llegan cansados a casa después de jornadas maratonianas y que no dan a sus hijos el espacio ni el tiempo que estos necesitan. Esto ha desencadenado en la manifestación del trastorno de apego y afectivo en niños criados en sus familias biológicas.
“No sabemos las consecuencias que va a tener esto. Lo que sí sabemos es que cada vez hay más problemas de salud mental en Occidente en la edad infantil y juvenil. Al principio se hablaba de uno de cada cinco niños y ahora están empezando a hablar de uno de cada tres niños. Si calculamos el número de niños que tenemos todos los que estamos aquí, podría hacer un cálculo proporcional de cuántos niños van a tener problemas de salud mental de los que estáis aquí. Son cifras alarmantes.
Por otra parte, sí se sabe que hay sociedades en las que por la forma de cría que tienen los niños, no hay problemas de salud mental. Hay una ciencia muy interesante que se llama la etnopediatría, que estudia comparativamente cómo se crían a los niños de las distintas culturas. En uno de estos congresos llegaron a la conclusión de que la forma que estamos teniendo de criar a los niños en Occidente es contraria a los intereses de las necesidades básicas de los niños”.
Grave problema al que nos enfrentamos entonces y que deberíamos abordar de manera global, como sociedad. Javier Herrera apuntó entonces a la complejidad de encontrar una solución ya que supone “cambiar la forma de vivir que tenemos, la forma de sentir y como consecuencia de cambiar cómo vivimos como individuos, cambiaremos la forma de criar a nuestros hijos básicamente».
Entre los síntomas que manifiestan los niños con este trastorno de apego figuran algunos como que sufren falta de concentración y de atención, toleran poco o nada la frustración y las situaciones de estrés, necesitan atraer la atención, esconden su malestar haciéndose notar, se comportan en casa como si estuviese en un hotel… Un error en el diagnóstico, o simplificar con que son niños “malos” o problemáticos, pueden dar al traste con su vida y sumir en un auténtico calvario a sus familias.
“ Hay una cadena que se repite normalmente y que se desarrolla durante un año aproximadamente. Llega el niño a un centro escolar cualquiera y lo primero es que dicen que ese niño es malísimo. La primera conclusión que sacan de eso es que es un niño de una familia marginal. El siguiente paso es que se dan cuenta de que no es así y que el niño pertenece a una familia normal, por lo que la siguiente conclusión que sacan es que los padres tienen que ser muy permisivos. Y siguen así, descartando cosas y al final, al cabo de un año cierran con que el niño tiene un problema. Pero durante ese año has destrozado a ese chaval dentro del sistema educativo. Practicando lo que nosotros llamamos la búsqueda del fallo. Es decir, quién tiene la culpa, dónde está el fallo… La solución no está en buscar los fallos, lo que hay que procurar es otra manera de conectar, crear otro contexto en los que para estos niños sea posible desarrollarse”.
Como decía antes, ante casos así hay una falta de información y de apoyo por parte de las instituciones Educativas y Sanitarias. Algo que PETALES reclama constantemente.
“Salvo alguna excepción muy honrosa que tenemos en esta mesa (Manuel Hernández) hay un desconocimiento total por parte de los profesionales para llegar al diagnóstico. Precisamente la teoría del Apego era una cosa que apenasse estudiaba en la Facultad de Psicología.
Lo que sabemos hoy de neurología parece que evidencia que los cerebros son físicamente y fisiológicamente distintos, tanto en la distribución de las distintas partes, como en la la densidad de las conexiones. Eso ocurre cuando han faltado esos requisitos a los que se refería Bowlby, que es el autor de la Teoría del Apego. Seguimos sabiendo muy poco del funcionamiento del cerebro”.
Aunque los niños necesitan unos límites claros marcados para poder desarrollarse, Javier Herrera también nos animó a practicar la conexión con ellos. Más conectar y menos imponer, podríamos resumir.
“ Para poder desarrollarse como personas y para que tengan seguridad, requieren de varios requisitos. Requieren unos límites, que es en lo que normalmente nos centramos porque es de donde viene nuestra cultura. Y requiere otra cosa en la que nuestra cultura normalmente no se está centrando, que es mirarlos a los ojos y conectar con ellos desde el amor y el respeto. Esa posibilidad de conectar no la trabajamos. Amenazamos con quitarles la Play, y hasta con retirarles los derechos constitucionales, pero se nos ha olvidado que son personas con las que podemos conectar”, y nos contó alguna anécdota que había vivido con su hijo y la diferencia entre imponerle y conectar con él.
Algo que daña a nuestros hijos y a nosotros como padres, porque nos lleva a la frustración, es querer proyectar en ellos precisamente nuestras frustraciones y lo que queremos que sean porque nosotros no lo fuimos: “¿Para qué educamos a nuestros hijos? Es decir, ¿qué queremos conseguir de ellos? Entra en juego la idealización. Como a mí me gusta nadar, pues mi hijo va a ser el mejor nadador de España y quinto de Alemania.
La fila de expectativas que vamos acumulando respecto de nuestros hijos es infinita y además es el reverso de nuestros fallos, es donde nosotros hemos fallado. Lo que queremos es que ellos lleguen un poquito más allá de lo que lo hemos hecho nosotros. Es imposible vivir así. Como decía, creo que fue Freud, que tendrías que matar a tu padre virtualmente para poder vivir. Es verdad, con todas esas expectativas no se puede vivir”.
Llevando todo esto al caso de su hijo, de su experiencia personal, compartió: “Mi hijo se encargó de demoler cualquier expectativa que yo tuviera sobre él. Y a partir de aceptarlo, y de dejar de poner el foco en ti mismo, es cuando pones el foco en él. En quién es, cómo se siente o que quiere hacer. Solo a partir de ahí es posible esa construcción como persona.
El problema básicamente es que hemos dejado de relacionarnos como personas, en general, en todo nuestro contexto. Y yo le agradezco infinito a mi hijo, que me ha dado la posibilidad de ser mejor persona, me ha abierto la mente a poder conectarme con los demás, de tú a tú validando al otro como persona y escuchándolo de verdad, sincera, franca y abiertamente. Interesándome lo que él es, sin mis prejuicios y mis expectativas de lo que yo necesito del otro o no”.
Creo que la mayoría de los padres que actualmente tenemos hijos que son nativos digitales podemos percibir que la brecha generacional es aún mayor que en generaciones anteriores. Son niños con otros códigos, otra forma de acceder y procesar la información y por supuesto de relacionarse. Los cambios se producen a velocidad vertiginosa. Ante esto Javier también tenía algo que aportar.
“Creo que sustancialmente el reto siempre ha sido el mismo. Es decir, lo que pasa es que el ratio de cambio es mucho más alto ahora, por tanto, quizá sí sea más difícil. Se suele decir que no sabemos cómo van a ser las profesiones dentro de diez años. Yo soy abogado pero no sé cómo será dentro de diez años ser abogado. Lo que sí sé es que probablemente mi hijo no podrá ser nada parecido a los abogados que hay ahora mismo, porque todo va a cambiar. Desde ese aspecto es más difícil el planeamiento a largo plazo. Pero de lo que estoy seguro es que el contexto nunca ha ayudado a la parentalidad. En todas partes y en todas las épocas ha habido problemas y ha habido dificultades. Desde las tablas sumerias todos dicen que la juventud es un desastre, y que no saben cómo va a sobrevivir la civilización. Y de momento aquí estamos. Entonces realmente el reto es el mismo. Es, prepararles a ellos para que ellos puedan ser libres, independientes y felices, básicamente. Ya está, tan sencillo como eso. Y eso se construye desde el respeto, desde la conexión individual con uno y desde la empatía”.
Según Javier otro de los grandes aprendizajes a través de la experiencia con su hijo y con la asociación es que depende de todos construir un nuevo contexto social. La fuerza del grupo, de la tribu. Y relató cómo habían descubierto que estos chicos con problema de apego evolucionan mejor cuando se les trata de manera grupal que cuando se les trata de manera individual.
“A estos chavales en el uno a uno no hay manera de manejarlos, es imposible porque sus propios mecanismos de defensa no permiten interactuar. Es decir, siempre eres una amenaza y quién va a ser más amenaza, que la persona de autoridad que está cerca: Su padre, su madre, su profesor… Es imposible. Entonces, estos chavales sólo funcionan bien en grupo. Hay una cita muy famosa que dice que para criar a un niño hace falta una tribu. Estos niños en su grupo de iguales van avanzando, todas sus referencias van avanzando y todos van para adelante”.
Como madre siempre me he preguntado dónde está el límite entre mi responsabilidad para inmiscuirme en sus vidas y el comienzo de su libertad como seres independientes. Le puse el ejemplo a Javier, para formularle mi duda, de que muchas veces te dicen que accedas con frecuencia al dispositivo móvil de tus hijos para controlar lo que hacen o las conversaciones, y que sentía que hacer eso era como si mi madre hubiese leído mi diario cuando era adolescente.
Según Javier no hay una receta mágica que sirva para todos, porque cada caso particular, cada hijo, es distinto: “Hay niños en los que sabes que puedes confiar a ciegas, pocos, y otros en los que no puedes confiar nada. Yo personalmente creo que hay que basarse en la relación personal, tener claro que no puedes estar totalmente seguro de nada y hay que aceptar que todo puede salir mal o que todo puede salir bien, y tener una gran cantidad de fe en que todo va a salir bien.
Lo primero que hay que hacer es intentar abandonar la paranoia del control, porque si no es así nunca terminas de soltar el telemando. No se puede controlar todo tanto. Hay que trabajar la relación desde la confianza”.
Otra cosa que destacó para que los hijos crezcan con una salud mental sana es la de crear vínculos, establecer relaciones saludables con el entorno que les sirvan de base sólida para desarrollarse. Volvíamos al término de la tribu. “Vamos creando pilares, que al final son tribus que se engranan y se forma esa red de soporte emocional que toda persona necesita para sobrevivir.
Es decir, lo que nos define como seres humanos es la capacidad de resistir los problemas que nos manda la vida, la adversidad, lo que llaman la resiliencia, normalmente va a depender de la calidad de nudos que tenga mi red, de lo sólidos que sean esos vínculos y sobre todo, de la cantidad.
Si sólo tienes tres vínculos y esos vínculos desaparecen, te hundes en el pozo. En cambio si tienes quinientos, vas tirando”.
El resultado de cómo va a afectar a nivel de desarrollo emocional a nuestros hijos la custodia compartida es algo que preocupa en cierto modo a parte de la sociedad, ya que la experiencia en nuestro país es relativamente reciente.
“En la custodia compartida hay algunos estudios, fundamentalmente en países nórdicos que llevan mucho tiempo con estos criterios, donde se ha demostrado que puede ser una oportunidad y puede generar buenos resultados si se utiliza bien. Es decir, si supone una calidad de la mejora de las relaciones con cada uno de los progenitores, puede ser muy positiva y puede funcionar muy bien.
Si había un padre que antes no estaba, porque estaba viendo la televisión o una madre que no estaba porque estaba trabajando, y ahora se transforma en que cuando está con sus hijos, lo está plenamente, hemos ganado. Pero lo que está pasando ahora mismo en España y además sistemáticamente, es que repartimos sin tener en cuenta la edad que tenga el niño o las condiciones. Yo he visto casos de niños con seis meses y eso es una barbaridad, ese niño un día en un lado y otro día en otro, y eso me lleva a pensar que bueno no va a ser».
Realmente lo importante es tener una figura de apego, durante el primer año sobre todo. El bebé no se concibe como un ser independiente de la madre, y digo de la madre porque genéticamente viene predefinido ese vínculo así, por la propia naturaleza. Y admito padre en vez de madre, pero lo que necesita es a alguien. Decía Urie Bronfenbrenner que “todo niño necesita alguien que esté loco por él”. La palabra clave es que sea sensible. Es decir, la afinación entre los estados emocionales, nuestra receptividad de esos estados emocionales”.
Algo que sería aplicable a otros modelos de familia que están surgiendo como entre parejas de un mismo sexo o personas que deciden afrontar en solitario la paternidad/maternidad.
Cada vez que Javier Herrera hace referencia a la importancia de ese vínculo en los primeros años de vida, algo en lo que incidió también Manuel Hernández en su encuentro de Cenas con Chispitas, me viene a la mente todos esos niños que dejamos en las guarderías cuando se termina el plazo de baja maternal para incorporarnos a trabajar.
“ Deberíamos estar sustancialmente con ellos en la medida de lo posible durante los tres primeros años, sobre todo hay una etapa crítica que es el primer año. En principio el sistema laboral nos concede en el mejor de los casos cuatro meses si eres empleado por cuenta ajena, si eres autónoma, como creo que es el caso de la mayoría de los que estamos aquí, pues a menudo a los tres días del parto ya estás con el ordenador. Eso muy bueno no puede ser, porque ese bebé viene predefinido para llamar tu atención porque lo necesita, porque su cerebro se desarrolla a través de ese juego, de esa interacción con la madre. Es increíble, es magia. Necesita eso para desarrollar todas esas conexiones. Digo madre porque todavía no hemos conseguido que los hombres den a luz, pero necesita una figura de apego que sea sensible a sus necesidades para desarrollarse y si esa figura no está, no se desarrolla como se tiene que desarrollar y pueden aparecer problemas ”.
La buena noticia es que bien diagnosticados y con el apoyo correcto estos niños pueden salir adelante y se pueden revertir esos efectos que se han producido en el cerebro. Hasta los 25 años aproximadamente el cerebro humano se sigue desarrollando. Los periodos fuertes de cambio se producen de 0 a 3 años y durante la adolescencia. En esas etapas es en las que hay hacer más incidencia, apuntó Javier Herrera.
A partir de ese momento hubo quien hizo preguntas concretas sobre experiencias personales, dudas que nos surgen a todos, ante determinados situaciones a las que nos enfrentamos sin poder recurrir a un libro de instrucciones.
También hablamos bastante sobre las adopciones y el desconocimiento al que se enfrentan muchas parejas antes de adoptar.
En la mesa cada uno aportó opiniones, experiencias y puntos de vista diferentes. Escuchar su historia, sus vivencias con su hijo, al menos a mí me llevo a relativizar lo que puedo considerar problemas.
Con la humedad que había en el exterior decidimos que el postre se sirviese dentro. Primero en la cocina I+D del equipo de Dani García y después cerca de la chimenea.
Fue un auténtico placer escuchar a Javier Herrera y después poder reflexionar sobre todo lo que dijo.
No puedo parar de pensar que nuestros hijos son grandes maestros que nos llevan a ser mejores, menos egoístas, más pacientes.
Gracias a todos por acompañarnos en esta sesión. Gracias a Javier por compartir con nosotros su experiencia. Gracias al equipo de Atelier por hacernos sentir en casa. Gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí leyendo este artículo. También vosotros sois parte de Cenas con Chispitas.
Redacción: Ana Porras
Instagram Cenas con Chispitas
Web Petales
Agradecimientos
Fotografía: Manuel Martos
Servicio de Transfer: Iberian Mobility
Diseño imagen, web y filmación video: The Branders and Co
Decoración Floral: Unique by Roberto Silvosa
Próxima programación Cenas con Chispitas-> Aquí
Audio transcrito por Atexto